Miguel Méndez Rodulfo 11 de septiembre de 2015
El
régimen anda buscando desesperadamente otro dakazo, un evento que conmocione al
país, logré calar en el ánimo de la gente y cambie la percepción de rechazo que
tienen los venezolanos del gobierno, de Maduro y de todo lo que representa el
socialismo del siglo XXI. En ese intento por reconciliar al 80% de la población
con la revolución, el régimen está dispuesto a hacer cualquier cosa que logre
desviar la atención de los pobladores de esta sufrida Venezuela, acerca de los
problemas de inflación, escasez, desabastecimiento, inseguridad, desempleo,
etc., a la vez que intenta insuflar ánimo a la desesperanza que nos embarga a
todos. Por eso la declaración del estado de excepción en la frontera y su
consecuente cierre, intentado culpar a los colombianos de los problemas que nos
agobian a los venezolanos, es un clarísimo intento de encontrar un nuevo dakazo. Lo que ocurrió es que una
cosa es propiciar el “saqueo organizado” de un mayorista de electrodomésticos
que significó, para quienes se prestaron a ese despojo, un beneficio tangible,
al poder comprar un pantalla plana por un tercio de su valor real, y otra cosa
es intervenir salvajemente sobre una población fronteriza que tiene en promedio
15 años viviendo en Venezuela, ordenar el desalojo compulsivo de sus hogares,
obligarlos a irse con sus enseres a cuestas, separar familias en que el padre
lo sacaron a Colombia y la madre quedó en Venezuela con los hijos, demoler sus
viviendas, todo lo cual configura una crisis humanitaria a la luz del derecho
internacional y la protección de los derechos humanos.
A mi modo de ver, esta cortina de humo no
funcionó y más bien le salió al gobierno el tiro por la culata. Los venezolanos
no se han olvidado de sus problemas (las colas no se lo permiten), no prendió
otra vez la llama de la credibilidad en el gobierno y, sobre todo, el rechazo
de la comunidad internacional lesionó al gobierno venezolano por su torpe
actitud, al haber transformado un incidente entre militares y bandas de
narcotraficantes, en un serio conflicto inter fronterizo. A esto hay que
agregarle el manejo muy inteligente, y con mucha cordura, de la situación por
parte del gobierno colombiano. La actuación, por ejemplo, del Defensor del
Pueblo de Colombia, apegada al derecho, a los convenios y convenciones
internacionales y en defensa de los derechos humanos de los desplazados, fue
intachable, reveló un manejo de Estado y se articuló en la estrategia diseñada
por la cancillería del vecino país. Significativas las palabras de este alto
funcionario recordándole a Tarek que el rol de la institución que ellos
representan “no es defender a un gobierno, sino a la gente”.
Muchos
dicen que este es un globo de ensayo que también busca ver la posibilidad de
suspender las elecciones parlamentarias, perdidas como estarían. Lo que
preocupa es que si este dakazo no funcionó, el gobierno y sus laboratorios de
guerra propagandística, estén pensando en otra estrategia. ¿Cuál podría ser?
Arremeter contra la banca, expropiar Polar, nacionalizar por completo las
empresas mixtas de la Faja, intentar una guerra relámpago contra Guyana. Algo
deben estar pensando las salas situacionales del régimen, para intentar
levantar el alicaído apoyo de la gente a este nefasto gobierno. En todo caso,
si se aventuran en algunos de estos supuestos, declaraciones inflamadas de
nacionalismo, discursos grandilocuentes, movimientos de tropas y muchas
cachuchas y franelas rojas, de por medio, nada les asegura que volverán a
captar la mente y el corazón de los venezolanos.
La
inflación y la escasez, hicieron mella en el estómago de los venezolanos y ello
produjo un cortocircuito en sus mentes, que les hizo ver el engaño en que
estuvieron sumidos tantos años, mientras el petróleo le permitió al gobierno
repartir dádivas. Ahora el 85% de la gente quiere un cambio y eso es
irreversible.
Caracas,
11 de septiembre de 2015
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