Juan Marcos Colmenares*, 10/09/2015
En Venezuela vivimos tiempos muy difíciles.
Tiempos de desintegración moral y social, de crisis de principios y de valores,
de conflictos políticos y económicos.
El año 1992 se podría fijar como el inicio de
ese deterioro moral, cuando ocurrieron los frustrados golpes de estado contra
el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Pero pudo haber sido antes, cuando unos jóvenes
ingresaron a la escuela militar con la intención de conformar una logia mafiosa
y tomar por asalto el poder, al estilo de Gadaffi en Libia y Nasser en Egipto.
Después de los intentos de golpe, esos
militares que se confabularon contra la democracia fueron vistos como héroes.
La autora de “La rebelión de los ángeles”, que justifica en su obra esa traición
y felonía, aún sostiene esa posición, la defiende y se niega a aceptar esos
hechos como un fatal error histórico. Pero hoy vive exilada en Estados Unidos huyendo
del régimen.
Esos golpistas no eran ni ángeles, ni querubines,
ni héroes, ni santos. Eran delincuentes cuyo objetivo era conquistar el poder,
implantar el “Proyecto Bolivariano” y aprovechar los recursos para su
beneficio. Y así ha sido desde 1999, cuando Hugo Chávez estableció en Venezuela
una cleptocracia (del griego kleptein robar, klepto robo y kratos gobierno): Sistema
de gobierno donde forajidos acceden al poder, manejan los recursos a su antojo,
sin transparencia, ni fiscalización y los aprovechan para su enriquecimiento.
En las cleptocracias los delitos de corrupción, nepotismo, clientelismo, peculado
y fraude quedan impunes porque la corrupción es general. El Dr. Jim Besberry -asesor
del Banco Mundial- afirma que “a los cleptocratas no les interesa el medio para
llegar al poder, simplemente se desarrollan como un cáncer corrompiendo a más
personas hasta tomar el control total de las instituciones”.
El “Proyecto Bolivariano” que se instaló ha
sido una política de saqueo. De saqueo por vía de la corrupción, del peculado, de
la destrucción de las industrias y de la propiedad privada. De saqueo al
apoderarse de todas las instituciones y utilizarlas a su conveniencia, desvalijando
las estructuras de la democracia y de la república. Desde el primer día Chávez utilizó
la corrupción como un mecanismo de control político y la aplicó en militares y funcionarios
públicos: Plan Bolívar 2000, notas estructuradas, Banco Industrial, Pdvsa,
Pedeval, Cadivi, venta del oro y reservas. La firma Ecoanalítica opinó que
durante el gobierno de Chávez, "unos 69.500 millones de dólares fueron robados
a través de fraudes a la importación". Y un trabajo de los periodistas
William Neuman y Patricia Torres del diario New York Times cita al
economista exministro de Chávez, Víctor Álvarez: "Es escandaloso. Venezuela
ha sido saqueada ‘como en la época de la conquista española´, cuando el oro y
la plata eran robados por toneladas". Se ha estimado en 500.000 millones
de dólares la cantidad saqueada al país: La fortuna más grande en ingresos de
toda nuestra historia, comparando los 16 años del chavismo con los 189 años
desde 1810.
Pero cuando recuperemos a Venezuela y la
sensatez, no toleraremos nunca más la impunidad. Tendremos que establecer
Juzgados de Responsabilidad Administrativa para exigir rendición de cuentas a
los funcionarios, luchar contra el peculado, exigir moralidad administrativa y castigar
severamente a los corruptos. Tenemos que educar a los jóvenes para que repudien
y pongan cese a la tolerancia con los traficantes de los bienes públicos. Y
para superar esto, es necesario que los nuevos líderes definan estrategias,
políticas, programas, proyectos y acciones específicas en la prevención y
sanción de estos delitos contra la cosa pública.
*Abogado
Miembro de Vente Venezuela
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