Rafael Quiñones 09 de marzo de 2016
“Ahora, el general que gana una batalla hace muchos cálculos en su
cuartel, considera muchos factores antes de que ésta se libre. El general que
pierde una batalla hace pocos cálculos en su cuartel, considera pocos factores
antes de que ésta se libre. Muchos cálculos llevan a la victoria, pocos
cálculos llevan a la derrota”. Sun Tzu. El Arte de la Guerra.
Venezuela vive en la actualidad una gigantesca
crisis política, económica y social. El sistema que el chavismo trató de
implantar el país, una combinación entre autoritarismo político y estatismo
económico, ha llevado a un colapso en materia de gobernabilidad, producción
material y prestación de servicios
públicos. Generalmente la historia nos demuestra que la mayoría de los
regímenes autoritarios que enfrentan esta confluencia de factores llegan a
acuerdos de apertura política y económica con sus detractores para alcanzar un
mínimo de gobernabilida. Pero en política no todo se resuelve con analogías
históricas y con lo que se cree “racional” según los manuales de ciencias
sociales. La política tiene mucho de pasión, desenfreno y fenómenos que escapan
de modelos predictivos fríos sustentados en la especulación científica. Por lo
tanto, la solución a la actual crisis general de Venezuela no surgirá de un
pacto entre la oposición y la cúpula del poder, porque la misma ha decretado
que radicalizará aún más sus posturas despóticas en materia política y
económica. Si se quiere un acuerdo de coexistencia y cooperación entre la base
del chavismo y la oposición para garantizar una comunidad política democrática,
los actuales miembros del Ejecutivo Nacional deben ser removidos.
Con base a lo anterior, lo que debe discutirse
en la oposición no es si se debe remover o no al actual Presidente y
colaboradores inmediatos, sino como. Y allí ha surgido una polémica bizantina,
en que tres formas de salir del gobierno podrían ser viables: Referéndum
Revocatorio, Enmienda Constitucional y Renuncia del Presidente (se ordena de la
más práctica a la más difícil de implementar).
Dentro de esta polémica, analistas de todo tipo han opinado en torno al
tema, tomando posición por alguna de estas soluciones y argumentando sabiamente los defectos de las
alternativas a la opción que ellos han escogido pero sesgan a propósito los
potenciales peligros del camino que defienden. Repetimos, política es pasión y
no razón pura, lo cual es natural que para percibir lo que estamos viviendo,
las mentes de dirigentes y políticos pueden estar obnubiladas por los
sentimientos, especialmente aquellos que giran su vida política en la órbita de
los líderes opositores Leopoldo López y Henrique Capriles. Este no es un
tratado de completa objetividad pero intentará señalar que debe tomarse en
cuenta para adoptar la solución a la actual coyuntura pero intentará acercarse.
1.- La resolución de la crisis política,
económica y social de Venezuela pasará por un pacto de convivencia entre la
oposición y la base del chavismo (que ha visto como su dirigencia se desconecta
de ella de forma total). El chavismo de base no va a aceptar, por muy
descontento que esté, una salida de fuerza de su dirigencia del poder. Hay
elementos simbólicos y emocionales que aún el chavismo como movimiento evoca en
sus seguidores, aunque estén completamente abandonados por el Presidente Maduro
y su entorno. La única manera de manejar esa tensión en democracia y
posibilitar un acuerdo de convivencia política es que de una forma u otra haya
elecciones. Por lo tanto, cualquier opción distinta a reemplazar al gobierno
por medio del sufragio universal, nos llevará al conflicto abierto. Y por
añadidura, la cúpula del chavismo sabe que a corto plazo le es imposible ganar
unas elecciones, ergo, bloqueará cualquier salida electoral de la actual
crisis.
2.- Si
el chavismo va a impedir cualquier salida electoral, va a querer, o que
simplemente la oposición renuncie a desplazar en el corto plazo al Ejecutivo
Nacional (esperar hasta el 2018 a ver si alguna de las variables económicas
mejoran) o ser desplazados violentamente del poder (dejando un mito de martirio
que les haría conservar un capital político perfecto para generar un conflicto
violento del país). Pero la mejor forma de bloquear la salida electoral es
permitir que Maduro salga del poder en el 2017, sea por renuncia o referendo
revocatorio, posibilitando al vicepresidente gobernar al país por dos años sin
elecciones y esperar que mejore la situación para enfrentarse a la oposición. De
esta manera el chavismo podría liberar un poco (sólo un poco) la tensión sobre
su administración de manera aparentemente institucional y anular
momentáneamente el ir a unas elecciones que le son imposibles de ganar. Por lo
tanto, cualquier salida del actual gobierno debe implementarse antes de abril
del 2017, de lo contrario lo mejor será esperar a las elecciones del 2019, lo
cual si políticamente se ve muy viable, éticamente no lo sería.
3.- Por lo tanto, si la salida del gobierno
tiene que ser antes del segundo semestre del 2017, hay que analizar cómo debe implementarse las
tres vías más probables: Referendo, Enmienda y Renuncia. Como la Renuncia
responde a lógicas extra-institucionales, de ningún modo debe adoptarse como la
primera medida para resolver la crisis. Una Renuncia podría verse como
imposición autoritaria de la oposición sobre el chavismo, aunque el mismo esté
descontento con su cúpula. Si bien no sería como un Golpe de Estado, porque
inmediatamente se harían elecciones luego de la renuncia, no es para nada la
mejor medida y por lo tanto debe dejarse como último recurso y enfocarse en los
otros dos: Referéndum y Enmienda.
4.- Tanto los defensores de la Enmienda como
del Referéndum idealizan sus respectivas soluciones, obviando sus defectos y
demonizando a los de la otro opción. Lo que ambos evaden, es que ninguna de
ellas está jurídicamente blindada en un contexto en que la institucionalidad
legal está profanada, por lo tanto ninguna de estas dos medidas son idóneas
para desplazar al gobierno. Ante un Tribunal Supremo de Justicia que este año
ha implementado sendas medidas que violan abiertamente leyes orgánicas y la
Constitución con relación a la Asamblea Nacional, no existe opción impoluta de
ser indiscutiblemente constitucional y que su convocatoria no pueda ser
bloqueada por leguleyismos de la Sala Constitucional. La Enmienda puede
bloquearse fácilmente, siendo la coartada de su no retroactividad la que el TSJ
puede usar con mayor comodidad. Pero también se ha visto recientemente en el CNE
la interpretación y aplicación de las leyes electorales de manera completamente
arbitraria en las pasadas elecciones parlamentarias, lo cual nos lleva también
a que puede ser anulada jurídicamente. La Asamblea nacional podría redactar y
aprobar tanto una ley relacionada con las normas tanto para convocar Enmiendas
como Referendos (CNE-TSJ son los encargados de aplicarla), lo cual no es
garantía que se respete, pero puede sumar mayor costo político al gobierno
cuando la infrinja. Pero vale acotar una
cosa: Del referéndum puede manipularse las reglas de una forma que no se
bloquee completamente, sino que alargue el plazo para su convocatoria después
de abril del 2017. Por lo tanto, es vital que Referendo y Enmienda se
implementen antes del segundo semestre del año que viene.
5.- Si es vital apurarse en la salida del
Presidente antes del primer tercio del 2017, lo peor que puede hacer la
oposición es escalonar las vías para salir del gobierno. Dando de contado que
pedir la Renuncia es la más difícil (al menos de momento) de las tres medidas
viables, debe enfocarse en el Referéndum y la Enmienda, pero no puede hacerlos
de manera secuencial sino en conjunto. Si se ofrece una salida y esta es
bloqueada, se reduce el tiempo para implementar la siguiente, y si está a su
vez es anulada, la Renuncia (la menos probable de las tres opciones viables)
aun cuando logre la difícil misión de concretarse, lo haría a destiempo, es
decir luego de abril del 2017. Por lo tanto aunque Maduro renuncie, su
vicepresidente lo reemplazará hasta el 2019, aumentando las posibilidades de un
desenlace violento y no deseado de la situación que vive el país. Otra medida que puede recurrir el gobierno si
bien es improbable, no es imposible, y es que el CNE suspenda de facto
cualquier elección para este año por no tener recursos monetarios para
costearlo, a raíz de la caída del ingreso petrolero. Ya hemos visto este año al
Presidente Maduro decir que no puede cumplir con una ley sobre pensiones y
cesta-tickets por carecer de recursos fiscales, habiendo por lo tanto
antecedente reciente de desacatar las leyes por falta de dinero.
6.- Por lo tanto, la mejor opción, en un
contexto en que la óptima no está disponible (Aron dixit), es implementar tanto
Referéndum como Enmienda al mismo tiempo, nunca secuencialmente. Se ve a simple
vista engorrosa, poco eficiente y eficaz, porque el sentido común nos dice que
destinar todos los recursos y esfuerzos a una opción nos debería garantizar
mayores probabilidades de que tenga éxito. Pero el sentido común no siempre es
lo más acertado, porque está claro que cada una de las dos opciones aisladas
pueden ser anuladas fácilmente, pero en su conjunto y en forma simultánea
incrementan el costo político para el gobierno. No es descartable que el
gobierno intente anular las dos, pero al menos al hacerlo de manera simultánea
incrementa la erosión de su gobernabilidad, lo cual puede dotar de un poco más
de viabilidad de la peor y restante de las tres opciones: La Renuncia. Bloquear
las salidas institucionales claramente dibujadas en la Constitución le daría
fuerza a una salida extra-constitucional como la Renuncia, que de momento es
muy débil.
7.- Administrativamente implementar ambos
recursos puede verse como ineficiente e inmanejable, pero eso sí sólo no hay
una división organizada del trabajo político. La Enmienda es una opción
administrativa que responde a la Asamblea Nacional, el Referéndum a la
ciudadanía. Perfectamente la clase política que hace vida en la Asamblea
Nacional puede focalizarse en la Enmienda, la sociedad civil con la base de los
partidos políticos opositores pueden concentrar sus esfuerzos en el Referéndum.
Ambas opciones requieren movilización electoral, el Referéndum necesita la
recolección de firmas y luego la convocatoria electoral; la Enmienda debe ser
refrendada en elecciones. Las dos vías implican un carácter plebiscitario, por
lo tanto se retroalimentan mutuamente y se refuerzan, dando que una es
bloqueada por el TSJ o el CNE, el esfuerzo de movilizar la ciudadanía no se
pierde sino se transfiere a la opción no anulada. Si ambas son bloqueadas, la
energía de la movilización se puede canalizar para la Renuncia, que así podría
incrementar su viabilidad como salida política (que de momento es muy baja).
Perfectamente para conciliar todos los acuerdos en la MUD, los bases de Acción
Democrática y Un Nuevo Tiempo pueden enfocarse en la Enmienda; Primero
Justicia en el Referéndum y Voluntad
Popular con Vente estar en reserva para la Renuncia. La lógica diría que si el
gobierno bloquea una de las opciones, sería la Enmienda, lo cual haría más
viable el Revocatorio, pero insistimos, la política no siempre es lógica.
8.- Pero nada de lo anterior tendrá validez si
no existen dos factores: Una fuerte movilización interna en Venezuela de
descontento contra el Gobierno Nacional es necesaria para desatar cualquier
energía que se canalice en Referéndum, Enmienda o Renuncia; y aunque las
estrategias no pueden ser discutidas en este texto, siempre pasarán con un
pacto con las bases del chavismo. Lo otro es necesaria una actividad de lobby
internacional que haga más costoso al gobierno el bloquear las vías para su
desplazamiento. Sin estas dos, las salidas jurídicas no tienen fuerza.
9.- Para finalizar, los debates sobre cómo
salir de esta crisis deben ser necesarios, pero nunca de manera existencial y
mucho menos enfocados más en personalidades que en ideas. En política nadie
dice la última palabra, toda política es contingente, parcial e imperfecta. Es
contingente porque depende de la iniciativa de las personas y puede echarse a
perder; es parcial porque los ideales nunca se pueden conseguir todos al mismo
tiempo sino sólo un vacilante paso tras otro; e imperfecto porque el
recalcitrante carácter de la realidad garantiza los errores, las frustraciones,
las imperfecciones y la simple perversidad. No hay que tener miedo de opinar
sobre un tema de forma distinta a como lo habríamos hecho en el pasado, porque
no existe una ley que nos impida ser más inteligente que ayer (Adenauer dixit).
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