Por Daniel Santolo
Se fueron Jesús Urbieta,
Ciro Tovar, Pablo Castro y ahora el negro Manuel Cova, luchadores de toda la
vida, y esto hay que reconocerlo, a pesar de todas las diferencias que pudimos
tener con referencia en el manejo de la otrora gran central de los
trabajadores, siempre se lograron espacios para sentarnos a conversar, con unos
más que con otros, pero siempre hubo diálogo, y en algunos momentos, por qué
negarlo, la confrontación.
En los últimos años la CTV fue
blanco de ataques de quienes por accidente del destino se encuentran en el
poder, una camarilla de individuos que han sido expertos en destruir y dividir.
La CTV no escapó de esta etapa de destrucción, una central que vivió años de
esplendor, que en sus mejores tiempos logró representar a la masa de
trabajadores de todo el país, hoy se encuentra en su peor momento, una central
obrera sin obreros y sin una dirigencia sindical que asuma su rescate, si es
que éste es posible.
En la actualidad los
trabajadores cargan con lo más pesado de la crisis: inflación, escasez,
especulación, atropellos, devengando un salario que no alcanza más que para
subsistir, y a toda esta tragedia también hay que sumarle la indefensión en que
se encuentran frente a un gobierno indolente y manipulador, que se hace llamar
obrerista, pero en la realidad es el patrono que más incumple con las leyes,
sometiendo a sus trabajadores a chantajes y humillaciones de todo tipo, con el
agravante de contar con centrales sindicales oficialistas complacientes y
cómplices de los atropellos que sufren la mayoría de los trabajadores.
En la actualidad se escuchan
voces de aquellos que abogan por mayor producción, la creación de un
empresariado comprometido con el país, que se le deben dar prerrogativas para
que puedan ser eficientes en la producción de bienes.
En eso estamos de acuerdo,
pero ello debe ir acompañado del respeto a los derechos laborales y sindicales.
Se habla de sincerar los precios, entre otros el de la gasolina, de los productos
básicos y de los servicios públicos, que no podemos negar están desfasados,
pero lo que más preocupa es que no haya nadie abogando por la sinceración en el
monto del salario, porque si vamos a hablar de rezagos, es el salario el más
rezagado de todo ello, un salario que ha regresado a épocas pasadas, donde el
trabajador cobraba en especies o con vales para canjearlos por alimentos, es
inexplicable como hay un silencio cómplice en aceptar que el salario mínimo
esté por debajo del bono de alimentación, destruyendo de hecho el concepto de
salario integral, y muy alejado de lo que la OIT ha dado en llamar salario
decente.
En la actualidad es urgente
que el movimiento sindical independiente que ha logrado sobrevivir a este
tsunami del “socialismo del siglo XXI”, se encuentre y debata la posibilidad de
darse un tipo de organización que logre representarlos a nivel nacional, que
tenga la estatura moral para hablar en nombre de todos los trabajadores, que
con firmeza exija el cumplimiento y respeto de los derechos de los trabajadores
de gozar de condiciones de trabajo dignas y de un salario suficiente y decente.
09-03-16
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