Miguel Méndez Rodulfo 06 de mayo de 2016
El
Festival de Lectura de Chacao se ha convertido en una referencia para la Ciudad
que convoca a los habitantes de Caracas a compartir con los libros, los
intelectuales, los artistas del teatro y los músicos. Es tal el fervor de la
gente que asistió al festival que nos permitió soñar con la metrópolis de los
años 70 en la que todo era posible, porque vivíamos una época de prosperidad y
de libertad. El público que asistió cada día a la Plaza Altamira durante las
dos semanas que duró el evento, fue muy nutrido, variopinto y provino de toda
la ciudad. Esta actividad es todo un acierto de la Alcaldía del Municipio
Chacao. El día 29, César Miguel Rondón presentó su último libro: “País de
Salida” y en esa oportunidad el escritor, periodista y conductor de radio expresó
algunas ideas dignas de comentar. Refirió que al retornar su familia a
Venezuela, luego de un largo exilio en México, su padre lo llevó a las
instalaciones del Congreso, donde era diputado, y le prometió que nunca más
abandonarían Venezuela. Este mensaje en estas horas de desesperanza, en que
buena parte de la juventud, con una base lógica, piensa en emigrar, se torna en
un discurso de esperanza, fe y lucha, que nos hace mucho bien como país.
También
refirió César Miguel una anécdota del ingreso de su padre a México como
exiliado. El encargado de inmigración le preguntó si tenía una oferta de
trabajo y el futuro diputado Rondón Lovera, dijo que sí, que sería contratado
como chofer del Poeta Andrés Eloy Blanco (aunque éste no tenía carro); enlazó
César Miguel está anécdota con la de un chofer que lo llevó a Valencia y en el
camino se enteró que su conductor era un profesor titular de la UCV, Doctor,
músico e investigador. Hechas estas menciones, pasó a comparar esos dos
“choferes” con el conductor de metrobús que hoy nos desgobierna. Al día
siguiente el mismo periodista presentó otro libro, patrocinado por Banesco,
esta vez sobre los músicos más sobresalientes de actual camada venezolana, que
según propia declaración, “son los mejores que hemos tenido”. La idea de que
haya un movimiento musical de altísimo nivel en el país, con la crisis que
vivimos, revela una gran resiliencia por una parte y por la otra una gran
capacidad de innovación y de fe en las posibilidades del país y su juventud.
Aquiles
Báez confirmaba la calidad sin par de estos jóvenes músicos y nos refería toda
una serie de estrategias de cómo se habían reinventado los músicos para
sobrevivir: desde conciertos en múltiples sitios pequeños, hasta llevar música
a los hogares para compartir con los vecinos. También nos habló de Guataca un
proyecto que se propone ampliar la difusión de la música venezolana, que
básicamente ha servido como plataforma para impulsar a este movimiento y ser su
pivote. Dijo Báez que Guataca organiza 150 conciertos anualmente, en Venezuela
y en exterior. Eso ayuda un poco a entender como se ha estructurado este
movimiento y como estos innovadores musicales han encontrado condiciones para
integrarse, cooperar y crear música de nivel mundial, en medio de la desolación
que abruma al país. A continuación Aquiles agarró su guitarra y dibujó un arco
iris de sonidos. Nos hizo evocar El Ávila majestuoso, hizo llorar a mucha gente
con una composición de la lluvia cayendo una tarde sobre los tejados del
trópico caraqueño, nos hizo vibrar con Eleanor Rigby de los Beatles y por
último nos puso a hacer coros y olas con una composición suya muy movida e
integradora.
En fin
que en esas dos semanas nos transportamos al primer mundo, soñamos con un país
mejor, en libertad y con oportunidades. Aunque la crisis arrecia y el
revocatorio es nuestra salida legal a este régimen nefasto, siempre es bueno
refrescarnos con los aires de la cultura
6 de
mayo de 2016
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