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sábado, 7 de mayo de 2016

Pregúntenle a Daniel Ortega


Por Alberto Lovera


Si el Frente Sandinista no hubiera entendido el significado de la derrota que sufrió en las elecciones frente a Violeta Chamarro y actuado en consecuencia, difícilmente hubiera llegado de nuevo al poder. Aunque no estaban preparados para ese revés, Daniel Ortega se movió para preservar la fuerza política y social que el FSLN aún conservaba. Negoció una retirada ordenada y ayudado por la desastrosa gestión de quienes lo sucedieron, fue capaz de recomponer sus fuerzas, a pesar de la fractura en sus propias filas de aquellos que consideraron que el nuevo perfil político estaba lejos de lo que fue el sandinismo.


Al parecer el chavismo-madurismo no recuerda estos eventos. Y se olvida que en la política la marea sube y baja. Un largo período donde tuvieron el favor popular ha concluido, aunque tengan muchos recursos de poder para prolongar su permanencia cada vez más precaria.

Ya no sólo son las encuestas, que muestran el creciente rechazo al gobierno, en vivo pudieron constatar la avalancha de ciudadanos que se manifestaron por un cambio político pidiendo el revocatorio, por si no hubiera bastado el resultado de las elecciones parlamentarias, que la cúpula del poder cree poder neutralizar apoyándose en el TSJ y en los militares que los acompañan. Deseos fútiles de un intento de sobrevivencia de un régimen en terapia intensiva que alarga cada vez con más dificultades sus signos vitales.

En vez de leer adecuadamente la realidad, abrirse al diálogo y prepararse para la ya evidente modificación de la correlación de fuerzas políticas y sociales, el cogollo del PSUV se ha embarcado en una operación suicida, que está profundizando la crisis que sufre nuestro país, ante la negativa de una rectificación a fondo, ante un modelo político-económico que hacer aguas por todos lados.

Por intentar prolongar su permanencia en el poder están sacrificando al pueblo venezolano con posibilidades cada vez más inciertas de que puedan impedir un cambio de gobierno. Se empeñan en proteger prebendas personales al elevado costo social de conducir al colapso a nuestro país. Ya su palabra está tan devaluada como nuestra moneda.

Como lo han advertido incluso algunas voces chavistas, no podrán evitar someterse al veredicto popular. De nada valdrán actitudes a lo Jalisco, que si no gano, arrebato. Más bien deberían entender que la iniciativa de la MUD de promover el referendo revocatorio abre una ruta constitucional, electoral y pacífica para atender la encrucijada peligrosa en la que nos encontramos como país.

Pregúntenle a Daniel Ortega, que tan buenos negocios ha hecho a costa de Venezuela, cómo actuar cuando ya no hay manera de evitar la salida del poder. Si la cúpula del PSUV y sus beneficiarios civiles y militares se empeñan en su comportamiento suicida para prolongar sus privilegios, hundirán aún más a nuestro país, pero además la posibilidad de preservar la menguada fuerza política que les queda.

La posibilidad de una consulta electoral abre una esperanza para la resolución pacífica al drama nacional. Algo en lo cual deberíamos estar de acuerdo todas las fuerzas políticas y sociales de nuestro país. El Gobierno debería entender que en democracia la alternabilidad es moneda corriente. No hay ningún ungido que pueda pretender que está por encima de la voluntad popular. Si les queda alguna sensibilidad por las necesidades de la gente, no deberían obstaculizar una salida en sana paz de la crisis que nos agobia, aunque ello suponga que los actuales gobernantes deben empezar a preparar sus maletas para que otros ocupen su lugar.


06-05-16




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