FÉLIX PALAZZI 15 de abril de 2017
@FelixPalazzi
La
detención de unos jóvenes que se encontraban ejerciendo legalmente su derecho a
la protesta y la calificación de los mismos como “anticristos” es, sin duda
alguna, asombroso por un régimen cuyos valores y prácticas no son religiosos.
El hecho deja en entredicho el motivo de la detención. ¿Se les acusa por
motivos religiosos? ¿por ser anticristos? La calificación de estos jóvenes como
“anticristos” evidencia no sólo el desconocimiento de lo que este término
significa, sino el odio en contra de aquellos que ejercen sus derechos civiles.
Para
quienes no saben, en el libro del Apocalipsis de Juan no aparece el término
“anticristo”. En ese libro bíblico se muestra a un dragón, junto a dos bestias
y a un falso profeta que sirven al dragón. Pero no menciona, para nada, a un
personaje identificado como el “anticristo”. Fue en siglos posteriores cuando la
figura de la Bestia se asoció a dicha figura, distorsionando su significado.
La
primera mención que encontramos en la Biblia sobre el anticristo está en la
Segunda Carta a los Tesalonicenses (2,3): “Que nadie, en modo alguno, les
engañe, porque antes ha de venir el apóstata y ha de manifestarse el hombre de
la inequidad, el hijo de la perdición. Que se opone y se alza contra todo lo de
Dios o es adorado hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse dios a sí
mismo”. Esta es la primera vez que se hace mención al “anticristo”. Se le
describe como “el hijo de la perdición”. Este pasaje ha levantado una serie de
interpretaciones fantasiosas, ya que si el “anticristo” ha de sentarse en el
“templo”, algunos lo relacionan con una hipotética reconstrucción del Templo de
Jerusalén que sería un signo de la cercanía de los últimos días.
El
segundo relato que nos narra al mencionado personaje lo encontramos en la
Primera Carta de Juan (2,18-22). En este pasaje ya no aparece como un ser
individual, sino colectivo. Se refiere a un grupo de personas que niegan “al
Padre y al Hijo” y rompen la comunión con la Iglesia. Podríamos hacer
referencia al uso del “padre nuestro” en la vida política contemporánea. Pero
esto nos llevaría por otros caminos.
Dicho
esto, podemos volver nuevamente sobre la calificación que se les hizo a estos
jóvenes privados de libertad al llamarlos “anticristos”. ¿Son anticristos por
no dedicarse a disfrutar de sus vacaciones y no olvidarse de sus convicciones y
sueños de libertad? ¿o son anticristos por no ir a misa y, por ello, privados
de su libertad? Esto muestra como el mal político es capaz de usar un lenguaje
religioso, con un sentido irreal y distorsionado, para producir un efecto de
descalificación y desmoralización de quienes ejercen sus derechos.
Para
no salirnos del contexto apocalíptico, ya que pareciera que Venezuela está
viviendo tiempos apocalípticos y hay anticristos protestando en las calles,
quisiera invitar a la lectura del libro del Apocalipsis en el contexto
venezolano. Sería ampliamente recomendada. Incluso sería útil para todos
aquellos que desean ejercer el poder, pues lejos de la idea e interpretación
ampliamente extendida del fin del mundo y el juicio final, el sentido y
significado de este libro es mostrar que el testimonio y la convicción, la
rectitud y la solidaridad, y la resistencia al mal de quienes ejercen el poder
político, son los verdaderos caminos que Dios quiere. En tiempos de Juan se ve
la acción del mal en el poder del Imperio Romano y el culto al emperador. En
ese contexto el libro del Apocalipsis ofreció un mensaje de lucha y
resistencia.
Félix Palazzi
Doctor
en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi
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