Pedro García, Misionero Claretiano 15 de abril de 2017
A los
que nos toca vivir esta hora grandiosa de la Historia, nos resultará siempre
actual aquel grito que nos lanzó el Papa Juan Pablo II al inaugurar su
pontificado:
- ¡No
tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Jesucristo! Y se dirigía a todos: -No le
tengáis miedo y abridle las puertas.
Vosotros,
que tenéis ya la dicha inestimable de creer. Vosotros, que vais buscando
todavía a Dios. Y también vosotros, que camináis atormentados por la duda. ¡No
tengáis miedo!...
¡Qué
le vamos a tener miedo, por favor! Si en Jesucristo está nuestra salvación...
Precisamente es lo que más queremos. Hacer una realidad lo que nos pedía un
antiguo escritor de la Iglesia:
Que
Cristo se meta en tu respirar y en toda tu vida; entonces sabrás lo que es el
fruto del verdadero descanso.
Si hoy
el mundo quiere respirar otros aires, nosotros no queremos respirar más que a
Jesucristo, en quien tenemos nuestra paz y el descanso de nuestras almas.
¿Quién
es Jesucristo?... Muchas veces nos hacemos y nos vamos a repetir esta pregunta.
Pero nadie nos lo ha respondido como el apóstol San Pablo, cuando escribe:
- En
Cristo tenemos la redención, el perdón de los pecados. ¡Jesucristo es nuestro
Salvador!
- Él
es imagen del Dios invisible, primogénito de Dios, existente antes que
cualquier criatura. ¡Jesucristo es Dios! ¡Dios verdadero! ¿Más grande que
Jesucristo, que es Dios? Nada ni nadie...
-
Todas las cosas han sido creadas por él y en vistas a él. ¡Jesucristo es el
Creador, y el centro de todo lo que existe, porque todo converge en Él, y en Él
se resume todo!
- Él
es el Cabeza de la Iglesia, el primero en haber resucitado de entre los
muertos.
¡Jesucristo
es y será siempre el primero en todo!
- Por
medio de Él, y por su sangre derramada en la cruz, Dios ha reconciliado consigo
todas las cosas del cielo y de la tierra.
¡Jesucristo
es nuestra paz, ya no somos enemigos de Dios, sino sus hijos y los herederos de
su gloria!
Hoy el
mundo se debate en medio de muchas tragedias, que nos hacen sangrar el corazón
a todos, porque todos tenemos corazón al ver las angustias que aplastan a
tantos hermanos nuestros. Y no se arreglará nada con las armas, sino con el
amor a Jesucristo.
Una
Religiosa valiente y un guerrillero nos dieron una lección que vale por miles
de discursos en las Naciones Unidas. La Hermana Religiosa se mete a hablar con
los bandoleros de Colombia, allá por los años sesenta. A uno le habló de
Cristo, de la Virgen, del pecado... Y al final, el bandolero:
-
Hermana, yo le doy la pistola y usted me da su Crucifijo.
Hacen
el intercambio. La monjita valiente no utilizó nunca la pistola para matar, y
el bandolero dejó de matar y daba miles de besos al Crucifijo... ¡Qué gesto tan
significativo! ¡Qué realidad!...
Si el
mundo empieza a escuchar la voz de Jesucristo que llama; si el mundo empieza a
amar a Jesucristo y ama como Jesucristo, que reparte amor; si el mundo empieza
a hacer caso a Jesucristo, que nos enseña...,
entonces
el mundo se salvará, el mundo tendrá paz, el mundo será más feliz...
Hoy
constatamos a cada momento que allí donde entra Jesucristo entra con Él la
felicidad. Hogares a lo mejor antes deshechos, apenas han permitido a
Jesucristo meterse en ellos, se han convertido en mansiones de paz. Personas
que vivían sin ideal, apenas conocido Jesucristo y decididas a hacer algo por
El, se tornan verdaderos apóstoles, que recuerdan tanto a aquel convertido
frente a las puertas de Damasco.
Y es
que Jesucristo es un verdadero revolucionario de almas. Es imposible aceptarlo
y no sentir una transformación total. Desaparece la vejez del pecado y aparece
la novedad de la vida de Dios. Realiza Jesucristo lo que promete en el
Apocalipsis: -Mirad que hago nuevas todas las cosas.
Jesucristo
nos sigue enseñando y guiando por los Pastores de la Iglesia, especialmente por
su Vicario el Papa, y estaremos siempre atentos a la Doctrina de los Apóstoles,
como aquella comunidad de Jerusalén, la de nuestros primeros hermanos en la fe.
¡Jesucristo,
Señor! Nosotros creemos en ti. Y te escuchamos. Y te amamos. Y queremos seguir
adelante con paso alegre, mientras nos dirigimos gozosos a tu encuentro....
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