Por Luis Manuel Aguana, 08/04/2017
Algunos dirán que nos volvimos
locos. ¿Qué hacen estos tipos pidiendo firmas en lugar de estar incendiando al
país para que estos delincuentes se vayan? Sin embargo precisamente es ahora cuando
hace falta urgentemente el proceso constituyente. A ese proceso se convoca
cuando, según palabras de Donnedieu de Vabres, en su obra L’Etat: “se llega a una total ingobernabilidad e
inseguridad jurídica y no hay reglas de juego claras. Cuando se desborda el
enfrentamiento político, el odio, y la división prevalece entre los ciudadanos.
Cuando un gobierno dilapida los mayores recursos que ha tenido el país en toda
su historia y no hay manera legal de controlarlo. Cuando la corrupción, la
incapacidad, la inseguridad y la impunidad incrementan la situación de crisis.
Cuando todas las realidades anteriores nos puedan conducir al abismo de una
guerra civil”.Lo había mencionado en una nota anterior y lo repito ahora:
nadie puede dudar ni discutirme que ese no sea el país que tenemos ahora y la
situación actual de Venezuela.
Venezuela es ahora un país
descuadernado. Esto es desbaratado, descompuesto (2da. acepción del verbo
descuadernar, DRAE). Ya no hay manera de lograr un consenso entre dos extremos
enfrentados. Ambas partes se plantean la aniquilación de la otra como única
manera de resolver el conflicto. Pero cuando hablamos de “partes” estamos
refiriéndonos a su dirigencia, que a su vez es seguida por sus colaboradores
más radicalizados.
Esto genera un estado de
enfrentamiento que le echa gasolina a un fuego encendido. Decía nuestra amiga,
recientemente desaparecida, la Dra. Rosa María Zulueta, Psicólogo Social, que
el venezolano está psicológicamente enfermo producto de una estrategia
deliberada del régimen al aplicarnos
“discursos violentos, intolerancia, chantajes y manipulaciones, engaños y
rebotes de culpa, violaciones de derechos humanos, discriminación política,
ineficiencia, corrupción y pobreza” (ver Rosa María Zulueta, ciudadana
integral, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/03/rosa-maria-zulueta-ciudadana-integral.html).
Y eso provoca “quiebres de lógica,
desesperanza, inermidad, incertidumbre, frustración, resentimiento, rabia
tóxica, paranoia y reactividad”.
La manipulación indebida de esos
estados psicológicos por personas interesadas “en arrimar el carbón para su
sardina” nos pone encima de una bomba de tiempo que esta estallando por etapas.
¿Cómo racionalizamos esas emociones tan intensas? Si a eso le añadimos hambre
generalizada y mayor frustración por el alargamiento de un gobierno de
delincuentes, la mesa de la violencia está servida.
Los detractores del proceso
constituyente lo plantean como algo banal, que “hacer una nueva constitución”
no resolverá el problema de los venezolanos. Y eso es ignorancia deliberada y
manipulada del tema. El proceso constituyente no es para hacer una Constitución. Un Proceso Constituyente
es para acordar un nuevo Pacto Social, y el resultado de ese nuevo acuerdo
entre los representantes legítimos de la población se plasma en un documento
llamado Constitución redactado entre quienes acuerdan ese Pacto. Si no se
cumple la Constitución es porque no hubo un Pacto sustentable.
Como se podrá ver, ambas cosas
son muy distintas. De esa explicación se deriva él porque estamos donde
estamos, debido a que lo que ocurrió en 1999 no fue eso, sino la imposición de
un vencedor sobre un perdedor, y no un Pacto Social. Y quienes redactaron el
texto no fueron los legítimos representantes de los venezolanos sino los
representantes del vencedor de turno, quien de paso hizo las reglas para quedar
en abierta mayoría. No hubo Pacto sino una imposición. De allí que no se podía esperar
un país estable ni en paz, y mucho menos con pretensiones de desarrollo social,
político y económico.
No podemos volver a cometer el
mismo error de 1999. Esa frase maniquea de “primero somos gobierno y luego
hacemos una constituyente” apunta precisamente a cometer ese mismo error que ya
tiene más de 180 años, donde el que está en el poder manipula los resultados de
la deliberación constituyente a su favor para hacer una constitución a su
medida. En 1947 los venezolanos tuvimos la suerte de contar con tribunos de la
talla de Andrés Eloy Blanco y las intenciones de su partido en el gobierno para
conceder los Derechos Civiles a los venezolanos. En 1961 tuvimos de nuevo la
suerte de un Pacto Social surgido de un Congreso Constituyente para evitar más dictaduras
en Venezuela, que nos dio 40 años de estabilidad política. Pero en 1999 ya no
tuvimos la misma suerte.
En esta oportunidad quienes
convocamos a un Proceso Constituyente no deseamos que ese proceso dependa de la
“suerte” de contar con venezolanos que “deseen” públicamente el bienestar de
sus compatriotas. Ya Chávez fue suficiente escarmiento. Es por eso que debe ser
Originario, esto es, que salga, no de un gobierno en el poder que sesgue su
resultado, sino de la propia población que conduzca el proceso, desde el
establecimiento de las reglas hasta la elección de los Constituyentes.
Venezuela ha llegado a un estado de tal degradación moral que es imposible
confiar en una dirigencia política con valores superiores de cambio y
bienestar. Eso lo tenemos que garantizar desde el mismo proceso, eligiendo
Constituyentes consustanciados con los problemas del país, de todas las
regiones de Venezuela.
Un país con la destrucción
institucional como la que tenemos no puede garantizar elecciones libres y
auténticas, como lo establecen los Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos. Por eso hablar de elecciones de cualquier tipo en Venezuela resulta en
colaboracionismo. La intervención del CNE, TSJ o cualquier institución
destruida por el régimen para llevar a cabo un proceso Constituyente está
completamente descartada. Es por eso que desde la misma base, la población
deberá contarse a sí misma para decidir su destino en un proceso regulado y
reglamentado a nivel de detalle. Ese es el carácter inédito del proceso que
estamos convocando desde la ANC (http://ancoficial.blogspot.com/).
Convocar, como lo estamos
haciendo, a un Proceso Constituyente Originario es la solución que contrapone a
la violencia que el régimen espera, y de la cual es el único beneficiario al
atornillarse al poder. Contando las manifestaciones de voluntad y solicitando
el respaldo correspondiente a quienes institucionalmente están llamados a
defender con las armas de la República al pueblo de Venezuela, estos deberán
decidir si seguir apoyando a un régimen o respaldar la convocatoria del dueño
de la Soberanía a un Proceso Constituyente. Lo contrario seguirá siendo el caos
y la violencia de un país descuadernado…
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana
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