Por Arnaldo Esté
No es una tarea fácil, es un
reto. Pero hay que hacerla.
La condición actual
venezolana, de pueblo en gesta, hace posible la gran incorporación y
participación organizada que requiere este plebiscito. Un gran salto de
aprendizaje. Se hará en una demostración de lo que puede hacer una gente
convocada por su propia decisión, por su creciente compromiso. Sin coacciones
ni sueños en mesías resolvedores.
La democracia exige, para su
vigencia y profundización, de un ejercicio, de una práctica que pueda
traducirse en formación de valores. Una práctica que si no se realiza no
transforma los enunciados de la Constitución y las leyes, en grandes referentes
para la vida familiar y social, para la toma de decisiones, proyectos de vida y
ejercicio cabal de las competencias. Todo lo que atiende a su formación y
aprendizaje.
El escenario es complejo en su
combinación de muertes, violencia, necesidad y hambre que nos hace vivir en
incertidumbre y angustia.
Por una parte el gobierno
abunda en palabras torpes y en acciones más torpes aún. Tan así que uno llega a
dudar de la fidelidad y destino de esas palabras y actos. No pega una y se
aferra, por tanto, a la violencia y el atropello contra las personas y la
Constitución en lista larga que crece día a día. Exprime a sus magistrados
pidiéndoles decisiones y actos que superan en mucho su capacidad y saber
genuflexo. Se coloca a las señoras del CNE en tensiones límites haciendo
cabriolas con su sumisión, para realizar su “constituyente” que bien saben
chimba. Se presiona al generalato llevándolos a los linderos de sus
convicciones profesionales, cuando se ven mandados por superiores que,
ferretería luciente en el pecho, y algunos con prontuarios, logran niveles y
cargos para los cuales no están preparados.
Por otra parte, los
opositores, nosotros, la mayoría, crecemos no solo en cantidad, en número, sino
en compromiso y necesidad solidaria, que se siente en las marchas, en la
creatividad de nuevos artistas que hacen de su necesidad imágenes. En el
comportamiento gentil de los fatigados caminantes. En el arrojo difícil de los
adolescentes que se entregan.
Así luce nuestro día a día. En
acosos en los que compiten chismes y fotografías con la propia experiencia
cotidiana de buscar comida y no encontrarla.
La consulta y la calle se
vuelven esperanza y desahogo con un sacar cuentas en el que se quieren
desenlaces.
Tal vez los desenlaces
tardarán, porque la destrucción del país ha sido tanta que nos costará
esfuerzos mantenidos por la perseverancia, para salir del hueco y construir.
Esfuerzos que nos reclamarán a todos, incluyendo a los que ahora están en la
acera de enfrente.
Entendimiento, negociación y
acuerdos para los cursos a seguir.
08-07-17
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