Por Claudio Nazoa
¿Qué escribir? ¿Qué hacer?
¿Qué va a pasar? ¿Adónde vamos? ¿Cuándo terminará esto? Estas son las preguntas
con las que hoy vivimos los venezolanos.
En Suiza y en Japón, a pesar
del alto nivel de vida, del progreso y la civilización, la tasa de suicidios es
altísima. En Venezuela casi no hay suicidios. ¿Saben por qué? Sigan leyendo.
En Venezuela nunca sabemos qué
ocurrirá mañana, pasado, esta tarde o dentro de una hora. Esto tiene un nombre.
Una palabra que me parece bonita no por su significado sino como suena en boca:
incertidumbre.
Incertidumbre parece el título
de un vals de Aldemaro Romero. Pero no. Incertidumbre es una expectativa que
nos llena de dudas. Es la horrible sensación de no saber qué pasó, qué va a
pasar o, peor aún, qué está pasando.
Venezuela es uno de los pocos
lugares del mundo en donde sus habitantes viven con mucha incertidumbre. Aquí,
tú te desconectas un ratico, quizás porque vas al cine, al teatro o a una cena.
Quizás porque lees, escribes o simplemente porque duermes o haces el amor. Y al
volver a conectarte todo ha cambiado o está por ocurrir algo. De hecho, cuando
atiendes la primera llamada, es probable escuchar la angustia de tu
interlocutor:
—¿Te enteraste de lo que pasó?
—Nooo… ¿Qué pasó?… Yo estaba…
—¿Cómo? ¿No has visto los
videos? ¡Pana, no seas irresponsable! ¡No apagues el celular! ¡Revisa los
Whatsapp! ¡Conéctate a Twitter, asómate en Instagram y en Facebook!
Regañado y medio aturdido, uno
se conecta a todo y, por ejemplo, comienza a ver videos de matones asaltando la
AN quienes, ante la indiferencia de la Guardia Nacional, secuestran y golpean
salvajemente a diputados elegidos por 14.000.000 de venezolanos. Hay que estar
claros: cuando una turba de comunistasfascitasocialistas de la SS del PSUV
agrede salvajemente a nuestros parlamentarios, también está agrediendo a los
14.000.000 de venezolanos que los elegimos.
Al mismo tiempo que estos enajenados
comunistas golpean y secuestran impunemente, en el este de Caracas, cual si
fuera una situación concebida por Lewis Carroll, Kafka o García Márquez, un
avestruz escapa del zoológico y, desorientado y asustado, corre por las calles
del municipio El Hatillo.
No hagan como el avestruz que
corre desorientado y esconde la cabeza para no enfrentar el peligro.
¿Será que Dios le ha enviado
un mensaje a los indiferentes?
Y respondiendo a la pregunta
de por qué aquí nadie se suicida. Es porque en Venezuela, nadie se quiere
perder el final que ya está cerca.
10-07-17
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