Por Simón García
Cuando en agosto de 1980, un
desconocido electricista de Gdansk brincó una cerca para sumarse a la huelga
del astillero Lenin, no imaginaba que a diez años sería Presidente de Polonia.
Después de 18 días, extendida la protesta al país, las partes firmaron un
acuerdo.
El gobierno reconocía el
derecho a huelga, sindicatos no oficialistas; aumento de salarios o el acceso
de la iglesia a los medios de comunicación. Los huelguistas aceptaban al
Partido Comunista como conductor del Estado y los fundamentos del estado
polaco. Esas concesiones y la disposición a convivir, abrieron los caminos para
poner fin al totalitarismo comunista.
En nuestro patio, un
entendimiento como el polaco sería considerado traición y colaboracionismo.
Walesa yacería enterrado en el subsuelo a fuerza de ataques y
descalificaciones. El sistema comunista soviético no habría desaparecido.
Un acuerdo similar se frustró
en Santo Domingo, aunque se establecieron casi todas sus condiciones básicas.
El motivo concreto de por qué no se firmó no quedó claro, pero las miradas
buscaron al que no quería elecciones libres y justas.
Los partidos de la MUD
estuvieron persuadidos de participar. Los que celebraron la posibilidad de una
candidatura extra partido, como la de Lorenzo Mendoza, no se detuvieron en
condiciones. Pero la MUD no cuajó el consenso en torno a Henry Ramos, quien
tuvo la candidatura a punto de caramelo y no logró el milagro. Lorenzo desechó
la candidatura y entonces, en vez de explorar nombres, se apeló a las
condiciones para decidir abstención. En política, cuando faltan razones sobran
los pretextos.
La MUD no ha podido, debido al
tajante triunfo del 2015, ser una opción satisfactoriamente unitaria. En los
dos últimos años escenificó desavenencias y contradicciones que empequeñecieron
una gran victoria, a la versión de un vía crucis sin sentido. Prevalecieron
pulsiones no unitarias en el apuro por disfrutar solos del premio o torcer con
hechos un rumbo común.
No es cierto que la candidatura
Falcón dividió a la MUD, la candidatura Falcón apareció ´porque la MUD se
dividió. Avanzada Progresista propuso nombrar una comisión de personalidades
que condujera y analizara los resultados de siete encuestadoras para recomendar
un candidato y fue desoída. La MUD tampoco mostró interés en Lorenzo Mendoza.
¿Había que presenciar otra jugada como la de la ANC? Cuando los votos pueden
derrotar las condiciones de la elección y al Presidente que las dicta, ¿se debe
llamar a limitarse a la necesaria lucha por mejorar la competencia electoral?
Para apoyar la abstención se
invoca que en dictaduras se vota, pero no se elige. Así es Cuba y es el
objetivo de Maduro: elecciones sin partidos ni opciones ante el régimen. Pero
en Venezuela hay una elección de trascendencia: ¿nos quedamos con Maduro o el
20 de mayo le pasamos su carta de despido? Hay mucha diferencia entre apoyar la
primera o votar para elegir la segunda opción.
Si el discurso, el programa
económico y la definición del nuevo gobierno de Falcón expresan al país
descontento e insurgente, entonces hay que considerar meterle el hombro a
Falcón, porque puede convertirse en un inesperado modo de cambiar.
11-03-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico