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martes, 28 de julio de 2020

Cuidemos y cuidémonos por @luisaconpaz



Por Luisa Pernalete


Hace unos días hablé con una compañera de Mérida. A la pregunta de cómo estás me respondió: “Ya cansada de esta cuarentena y aplicándome los consejos que yo le doy a mis colegas de las escuelas. Me estaba poniendo muy triste y mi hija me necesita”. Y tiene razón mi amiga. Yo voy a compartir lo que a mí me resulta, aclarando que no soy ninguna terapeuta, ni psicóloga. Sólo leo, ensayo, saco mis conclusiones.

Primero recordar algo que aprendí hace mucho tiempo: hay una relación entre percepción, pensamiento, sentimientos y acción. Nosotros actuamos como sentimos, sentimos como pensamos, pensamos como percibimos.

Entonces, cuide usted sus percepciones: mire con ambos ojos, no puede dejar de ver lo mal que están las cosas en el país -ya estaban muy mal antes de la emergencia sanitaria por la pandemia y muchas cosas se han agravado- pero tampoco puede solo ver los dramas de este país. Vea también eso que yo llamo “las velitas en medio del apagón”. Signos de solidaridad, que van desde esa llamada de la compañera a la otra que sabe que vive sola, por ejemplo. Esos gestos de otros que nos ofrecen una dosis diaria de risa -con el valor terapéutico que tiene el sentido del humor-, hasta las muestras de heroísmo de venezolanos y venezolanas que surgen o se mantienen en muchas partes. Conozco gente que se rodea de un pantano, rumia las malas noticias, no sale de una queja. Piense más bien como un río, en donde el agua se oxigena y alimenta la vida. A mí me ayuda mucho eso. Recojo cosas buenas que hacen los demás, como esas historias de maestros haciendo malabarismos para atender a sus alumnos, sin que por eso les paguen más. Solo por amor a los niños.

Cuide sus pensamientos. Ligado a lo anterior. Evite entonces estar rumiando pensamientos catastróficos. Hay que tener realismo, nada de “yo estoy bien, tú estás bien”. Pero no se quede anclado en la queja. Recuerde cosas buenas que le hayan pasado -demasiado presente tampoco ayuda-, sueñe lo que hará cuando esta cuarentena termine, aunque con ello no terminen todos nuestros problemas. Imagine lo que se reirá cuando pueda volver a reunirse con sus amigas del alma. Ya esa imagen nada más le entra a una como una brisa en medio de un día caluroso.



No se trata de disfrazar las emociones. Póngale nombre, reconozca lo que está sintiendo: ¿Es rabia? ¿Es angustia? ¿Es miedo? Mírese en el espejo y dígase sus verdades. Eso evitará que pague rabias y angustias con los que lo rodean. He leído que con la cuarentena ha crecido la violencia intrafamiliar. En parte tiene que ver con la mala administración de las emociones. Los hijos no tienen la culpa de la pandemia, la pareja tampoco.

No olvide esos ejercicios de relajamiento que serenan, que pacifican sus angustias, son gratis, no tiene que hacer cola para aplicarlos: respire profundo varias veces, por ejemplo; medite un rato todos los días; rece algo en la mañana y luego en la noche recoja el día… piense en otros y pida por el bienestar de ellos, y en la noche dé gracias por ese día: qué logró, de quién tuvo noticias…

Todos los expertos coinciden en que el ejercicio físico ayuda mucho. Algo de estiramiento temprano, si se sabe ejercicios de gimnasia cerebral estimulará su cerebro creativo, entre otras bondades, y si tiene dónde, camine unos 20 minutos todos los días. Si lo hace un solo día, no conseguirá más que dolores al día siguiente, pero si lo hace todos los días, verá sus resultados positivos. Si tiene la suerte de contar con internet, aunque no sea todo el tiempo, le comento que hay en esta coyuntura muchos consejos para hacer gimnasia en su casa No se olvide de bailar un rato, no es para un casting, es solo para moverse y hacerlo con agrado. No pase el día frente a la computadora, por mucho trabajo que tenga. Párese cada hora y de una vuelta, ayuda a la circulación y a la concentración también.

Haga algo de risoterapia, ya sea viendo videos graciosos -no sólo noticias hay en YouTube. Hay uno fácil que a mí me ayuda: póngase frente al espejo y sonría, verá que a los 3 o 4 segundos mayor dosis, unos 5 o 6 segundos, y si no le basta, busque un especialista porque está mal (chiste malo).

Y fuera de broma, si usted considera que está entrando en depresión, le comento que hoy en Venezuela hay profesionales de la salud mental que están atendiendo por teléfono a gente que los necesite y de manera gratuita.
Si tiene hijos, ahora que ya terminaron las clases a distancia para los de primaria y bachillerato, se acabaron las tareas, pero puede crecer el aburrimiento, entonces haga con ellos una rutina consensuada con las actividades que se pueden hacer en casa. De paso, sepa que los escolares parece que están llevando el confinamiento mejor que los adultos, puesto que en la escuela están “confinados” a un salón a un pupitre. Eso se lo escuché a mi amigo Elvis, de Fe y Alegría de República Dominicana.

Si es de los que hace teletrabajo, dos cosas: no abuse, tenga su horario también, y ayuda arreglarse uno como que si fuera a su oficina. Yo, cuando tengo reunión virtual o alguna videoconferencia, me pongo “ropa de salir”, me cambio los zarcillos, me pinto los labios… Y si la actividad me sale bien, me echo mis piropos: “¡Me gusté!”, me digo.

Haga algo bueno por los demás. Usted no será ministro, ni funcionario de la ONU, pero seguro que conoce gente que necesita una sonrisa suya, tal vez puede cooperar con la gente que mantiene ollas solidarias, o con alguna Casa Hogar o algún ancianato, ayude a que alguien pueda comer hoy... Llame a esa compañera que vive sola, mande un audio o un saludo bonito a esa otra persona que tiende a la depresión, recárguele el teléfono a alguien… Ser bondadoso es bueno para la salud.

Finalmente, tómese en serio lo de la cuarentena. No salga si no es necesario. Mantenga el distanciamiento físico, use su mascarilla -póngasela bien, por favor. El COVID-19 mata.

Nada de esto detiene la pandemia, pero con mejor ánimo, usted podrá resistir mejor. Cuidar es amar, quiérase a usted y quiera a los que necesitan de usted.

24-07-20




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