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martes, 24 de noviembre de 2009

Sindicatos, corren o se encaraman


El PSUV no tiene claro qué hacer con las organizaciones sindicales. Hay opiniones encontradas. La sospecha crece: el jefe de Estado no quiere sindicatos autónomos sino un brazo político laboral.

Clavel A. Rangel Jiménez
crangel@correodelcaroni.com

Cada vez que el presidente Hugo Chávez se refiere a los sindicatos, coloca en una situación incómoda a los defensores de los derechos de los trabajadores adscritos a su partido.


El jefe de Estado lo ha dicho: no le gusta el movimiento sindical autónomo, considera que la “autonomía” es parte de la trampa del capitalismo y del Estado “burgués”.

El proceso de “transición hacia el socialismo” en Guayana se ocupa de aplicar los preceptos del “líder de la revolución”, el mismo que en el 2007 criticó la autonomía sindical y mandó a crear el brazo político-industrial.

No en vano el Plan Socialista Guayana 2019 tiene afanados a los trabajadores militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con la idea de crear “conciencia de clase” para rechazar los valores capitalistas que el Ejecutivo resume en: “Consumismo, exclusión, privilegios, individualismo y competencia”.

Mientras este escenario se desarrolla, se multiplican aristas repletas de intereses dentro del propio partido oficial. Por ello la discusión se sostiene en dos grupos: uno radical dispuesto a aplicar lo que ordene la jerarquía del Gobierno y otro que se mueve en el mismo círculo pero que teme no interpretar a la clase trabajadora.

Ese dilema de los dirigentes sindicales -electos por los trabajadores pero afines al “proceso”- imposibilita aplicar las políticas del Gobierno a la brevedad. La transición socialista requiere nuevas estructuras independientes a los resultados comiciales, que estén dispuestos a aplicar algunas políticas que por la tradición “capitalista” serán vistas, entre los trabajadores, como negativas.

“Los cambios generan resistencia, la revolución genera resistencia”, eso lo tienen claro los dirigentes llamados a aplicar el nuevo modelo de gestión y organización, pues saben que cualquier impulso acelerado puede romper los tensos hilos del consenso que sostienen las relaciones laborales.

La transición llamada a instaurar el socialismo en las empresas básicas se maneja con sumo cuidado en la región. Está caracterizado por encerronas, debates calurosos, confrontación de intereses dentro del PSUV, hermetismo y creación de nuevas estructuras: todo para cristalizar la construcción del socialismo en la región.

Publicidad socialista

Ya van más de tres meses de publicidad para el Plan Socialista Guayana 2019 y aún no se conoce la posición oficial de ese proyecto en cuanto a los sindicatos.

Sus detalles permanecen en secreto. Lo único que se conoce son los preceptos que nadie rechaza como: la participación, eliminación de la burocracia, corrupción, aplicación de un nuevo modelo de gestión, la creación de las corporaciones y el privilegio que debe dársele al mercado nacional sobre el internacional.

Para esas discusiones el Ejecutivo ha encomendado al “Equipo Guayana” -conformado por ministros y asesores del presidente Chávez- para dirigir el debate y tomarle el pulso a la región.

Hasta los momentos el plan no ha sido expuesto, ni siquiera en las páginas web del Gobierno, digamos que fue bautizado pero no difundido. A juzgar por el documento que hicieron llegar participantes de esas reuniones en el mes de junio, los sindicatos están al margen de todo el proceso de cambio.

El Plan Guayana Socialista 2019 menciona la palabra “sindicato” sólo en dos ocasiones en las más de 55 páginas que lo conforman en su primera fase.

Allí señalan la necesidad de discutir el rol de los sindicatos en esta transición “para contribuir en la transformación de nuestras empresas a realmente socialistas”, la segunda mención habla de “eliminar como forma de asociación, la autogestión y los sindicatos. Se debe quitar el sindicato porque no es mecanismo de participación, sino un mecanismo de lucha”.

Por el contrario, la palabra “consejos obreros” aparece en seis oportunidades. Hay la necesidad de instaurarlos porque éstos participarán en el proceso de “planificación participativa” con las mesas de trabajo, cogestión y autogestión.

Posteriormente en el apartado del papel de los trabajadores se propone definir el objeto de los consejos de fábrica en la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, para ello proponen la creación de la Ley de Consejos Obreros.

Subrayan la necesidad de impulsar los “consejos de trabajadores para garantizar que se apliquen los planes y políticas del Estado, el obstáculo por ahora es que no existe la figura legal para su implementación. Pero en las empresas ha avanzado y está en auge la conformación de “Frentes de Trabajadores Socialistas”.

Organizaciones paralelas

Los Frentes Socialistas de Trabajadores han logrado convivir con los sindicatos en la industria, en algunos casos jugando en contra de sindicatos abiertamente identificados con las políticas de Chávez.

El objetivo está en que en una empresa socialista, verdaderamente socialista, los trabajadores no tienen que reclamar porque la empresa está en su control. Alberto Müller Rojas, dirigente del PSUV, ahorró mayores explicaciones: “El sindicato en la sociedad socialista pierde razón de ser, porque no van a luchar los trabajadores contra los trabajadores mismos. No habría la dialéctica capital trabajo, o capitalismo trabajo para corregir, porque el capital será siempre un factor de producción”.

Esta participación que busca tomar el control de los medios de producción necesita de nuevas estructuras. En las organizaciones sindicales prevalecen las elecciones y en consecuencia el pluralismo, por lo que la coexistencia con sectores considerados “no revolucionarios” es obligatoria, para lo cual se generan relaciones de consenso, generalmente.

Mas en el camino hacia el socialismo se discute cómo llegar a él mas no se discute hasta dónde llega la fidelidad al proceso, ese elemento se da por sentado. Para ello basta recordar las palabras de Chávez: “Se requiere, dice Mesaros, el brazo industrial y el brazo político. El partido, los sindicatos, pero no cada brazo por su lado (…) Los sindicatos actúan como otro partido, tienen su dirección, toman decisiones de manera autónoma porque eso y que es la democracia, no hay dirección para ellos, eso no puede ser así, bochinche, eso se llama bochinche y nosotros no vinimos a hacer bochinche”, dijo en el 2007.

Tomando en cuenta que se necesita una estructura capaz de aplicar el nuevo modelo de gestión los sindicatos no son la mejor plataforma para ello, porque generalmente sus dirigentes rechazan la intromisión y cuidan su gestión para futuros procesos eleccionarios.

Intereses contrapuestos

Un ejemplo de lo que estas estructuras pueden generar se evidencia en Bauxilum, donde recientemente se creó el Frente Socialista de Trabajadores de Bauxilum como un movimiento interno de trabajadores de la izquierda “bolivariana”, así lo explicó José China, director laboral y militante del PSUV en entrevistas pasadas.

La presencia del frente es incómoda para otros dirigentes que ejercer la función sindical cerca.

Este “movimiento político sindical” tiene la función de impulsar las políticas que se están discutiendo en el Plan Guayana Socialista. China planteó que se trata de “un nuevo modelo de gestión y un nuevo modelo de organización de los trabajadores, que pueden ser los consejos de fábrica”.

Aunque aclara que no se trata de un sindicato, considera que la organización sindical, a la que el dirigente también pertenece, tendrá que adaptarse al nuevo modelo para poder participar, de lo contrario no será un camino válido para la aplicación del socialismo.

¿Qué pasará con los sindicatos que no se adapten al modelo? José Luis Morocoima, secretario general de Sutralúmina, responde que los mismos serán desplazados. Cree que se construyen estas estructuras de reserva por si acaso los sindicatos no responden al llamado, como en efecto ha ocurrido en algunas empresas del Estado.

Morocoima defiende que la función de la dirigencia sindical es representar a los intereses de los trabajadores y, los intereses de esta clase, no necesariamente coinciden con los del Gobierno que administra el Estado.

En este sentido, señala que estos dirigentes deben definirse. A su juicio, quienes propugnan al frente como una organización para la discusión de lo productivo y a su vez dirigen el sindicato, deben delimitar sus intereses.

Primero una cosa y luego la otra…

Andrés Rengel, también dirigente del PSUV, conversó en una oportunidad sobre los frentes socialistas, a los que definió como parte de la estructura del partido pero nunca como reemplazantes de la organización sindical.

Él, que conoce de cerca de Venalum, expuso que en una industria como las que poseen y con el rol de las organizaciones sindicales no será necesario un frente puesto que el sindicato que representa se ha ocupado no sólo de aspectos reivindicativos sino productivos.

Deja en claro que, mientras no se instaure el socialismo, los trabajadores ni los dirigentes pueden dejar de lado su lucha.

“Nosotros creemos que la lucha hasta ahorita, hasta que no cambien los medios de producción, nosotros no vamos a ceder nada porque este es un patrón Estado. Mientras no se cambien estas políticas vamos a seguir en la lucha”.

El decreto ¿a quién le corresponde?

Queda como interrogante quién decide que el socialismo en las empresas llegó a su punto de nieve.

La política del Gobierno ha sido revestir institucional y corporativamente a las empresas con la imagen socialista, de allí la “Corporación para el socialismo”, “acería socialista” y demás adjetivos “revolucionarios”.

La transición satisface a los ya conversos, a los acomodados dentro del “proceso”, pero un grueso de la masa trabajadora mira los toros desde la barrera. El ensayo socialista en Guayana aún no pasa el examen, su prueba de fuego está en la aplicación total del Plan Socialista Guayana 2019.

Las líneas de Chávez

“Los sindicatos no quieren tener nada que ver con el partido, ni con el gobierno, quieren ser autónomos; es una especie de chantaje y resulta que tenemos, y hemos tenido, sindicatos como inodoros, insípidos que se limitan sólo a la lucha por las reivindicaciones laborales de los trabajadores, pero que pierden de vista la lucha histórica de la clase obrera de la Revolución, con el cuento de que son autónomos los sindicatos…”.

“Vemos sindicatos que se formaron y que se dicen revolucionarios, que en una región por conflictos, muchas veces inspirados por ambiciones de riqueza material, de privilegios, entonces arremeten en contra de un gobernador, de un alcalde, o dentro de una fábrica en vez de pregonar la unidad, lo que hacen es sabotear a la fábrica o a la empresa siendo la empresa del mismo Estado; en vez de contribuir a los cambios internos en las empresas, se oponen a ellas”.

“Se requiere, dice Mesaros, el brazo industrial y el brazo político. El partido, los sindicatos, pero no cada brazo por su lado (…) Los sindicatos actúan como otro partido, tienen su dirección, toman decisiones de manera autónoma porque eso y que es la democracia, no hay dirección para ellos, eso no puede ser así, bochinche, eso se llama bochinche y nosotros no vinimos a hacer bochinche”.

* Presidente Hugo Chávez el 24 de marzo de 2007, durante el primer encuentro hacia la plataforma unitaria de la mujer venezolana.

Publicado por:


Correo del Caroni

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