Omar Barboza Gutiérrez 13 de septiembre de 2015
A
estas alturas el cambio político es indetenible, y el próximo 6 de diciembre
será el inicio de su precipitación ante la urgencia que se desprende de los
diferentes síntomas que reflejan el desmoronamiento del modelo oficialista,
junto a la negativa de sus conductores a reconocer su fracaso y rectificar, con
sus negativas consecuencias para la calidad de vida y la paz de todos los
venezolanos. Hoy más que nunca se requiere la participación de todos los que
queremos que el cambio se dé por la vía democrática, para prevenir el riesgo
cierto de que ante la falta de una salida pacífica los acontecimientos nos
conduzcan a los terrenos de la violencia y la anarquía.
Con
las recientes decisiones sobre las fronteras del Táchira y Zulia, el gobierno
nacional demuestra encontrarse incapacitado para comprender lo que está
ocurriendo, y en consecuencia tomar las medidas que ataquen las causas que han
generado esta grave crisis. Tenemos la impresión de que los intereses creados
alrededor del oficialismo, junto a la excusa ideológica para responsabilizar a
otros sectores de las culpas del gobierno, junto a los negociados relacionados
con el dólar preferencial y las importaciones contrarias a la producción
nacional, tienen al gobierno al servicio de esos intereses y no del bienestar nacional.
No
tiene otra explicación el hecho de que el gobierno no comprenda que el
contrabando y el bachaqueo son hijos legítimos del fracaso del modelo económico
que han tratado de imponer en Venezuela, junto a la corrupción de los
funcionarios civiles y militares que en la frontera se convirtieron en
cómplices y hasta socios de los contrabandistas. Si hicieran un análisis
objetivo se dieran cuenta de que la destrucción de la capacidad adquisitiva de
nuestra moneda, causada por las políticas cambiarias y monetarias oficiales, al
lado de una regulación de precios que no toma en cuenta la devaluación del
bolívar, son la razón por la cual los precios de nuestros productos son muy
atractivos para los que tienen pesos colombianos o dólares. En otras épocas, los
venezolanos pasaban la frontera para comprar en Colombia porque el bolívar era
muy fuerte frente al peso colombiano. Pero este modelo le quitó tres ceros a
nuestra moneda, la bautizó como el “bolívar fuerte” y resulta que no vale nada,
y por eso los precios en bolívares están muy altos, pero sin desconocer la
especulación, lo que pasa es que el Banco Central de Venezuela dentro de este
modelo económico ha perdido su autonomía, y en vez de proteger el valor
adquisitivo de nuestra moneda, se ha dedicado a ejecutar una política monetaria
al servicio de los intereses políticos del Ejecutivo Nacional y, en
consecuencia, se ha convertido en una imprenta de billetes sin respaldo, lo
cual empobrece al venezolano que trabaja, que cobra su salario en bolívares pero
tiene los precios dolarizados.
Toda
esta grave situación se complementa con el hecho de que el modelo oficial, en
vez de invertir nuestros ingresos petroleros en impulsar la producción
nacional, los invierte en importar con dólar preferencial bienes que se pueden
producir en el país, beneficiando a los intermediarios y a los productores
extranjeros, y actuando en contra de los productores nacionales. Hay muchas
otras razones para que el cambio político sea una necesidad urgente para
nuestra sociedad, pero las mencionadas son suficientes para que todos nos
incorporemos a la lucha por una nueva Venezuela, donde la vida en paz con
prosperidad, sea posible.
Debemos
evitar que el oficialismo, a través de su gran influencia en los medios de
comunicación, distorsione la realidad y pueda lograr su objetivo de crear
desesperanza entre los que quieren el cambio, haciéndoles creer que no hay nada
que hacer, y que a pesar del desastre que han causado seguirán en el poder. Es
la hora de cambiar, no le podemos fallar a Venezuela, pongamos toda nuestra
decisión y entusiasmo para salir victoriosos de esta pesadilla.
Para
eso debemos mantener en alto las banderas de la unidad nacional, de la unidad
superior de todos los que estamos dispuestos a luchar por una Venezuela mejor.
No sólo para ganar las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, que son
muy importantes, sino para mantenernos unidos para lo que viene después. Y
cuando hablo de unidad no sólo me refiero a los que estamos hoy en la oposición
democrática, incluyo de manera especial a quienes han sido seguidores del
oficialismo, pero que reconociendo la realidad, están dispuestos a incorporarse
a esta lucha para que juntos podamos hacer el gran esfuerzo de reconstruir a
Venezuela en todas sus dimensiones. Para esa gran tarea todos los hombres y
mujeres de buena voluntad hacemos falta. La Unidad no sólo debe servir para
ganar, sino también para cumplirle unidos al pueblo venezolano.
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