Páginas

lunes, 14 de septiembre de 2015

Mátenme porque me muero, por @AmericoMartin



Américo Martín 12 de septiembre
@AmericoMartin

Leo con estupor la noticia esperada. Brasil apoya a Guyana en el diferendo sobre el Esequibo. Implícitamente siempre fue esa su posición, pero tuvo la prudencia de no hacerla pública en obsequio a Venezuela, más todavía estando en vigencia la alianza Lula-Chávez que consagró con rango de privilegiada la relación entre ambos países. Si el cognomento “hermanos” se reserva para calificar la relación prevaleciente en la comunidad de países suramericanos, la de Brasil y Venezuela desde el ascenso del PT allá y del PSUV aquí,  pediría anteponerle la conjunción “más que” (hermanos). Demostrado está que entre partidos de ese calibre más valen los intereses que la consanguinidad.

Lula o Rousseff le fallaron a Maduro cuando éste más lo necesitaba. Había salido del letargo pro-guyanés y, angustiado por el deterioro de su gobierno en la vecindad de las elecciones parlamentarias, decidió enarbolar el emblema patriótico asumiéndose más enérgico en el reclamo sobre el Esequibo, que aquellos gobiernos del pasado, denostados por el caudillo como chauvinistas de mala ley. Al arremeter cual rinoceronte enfurecido ajó la Declaración de Ginebra, base por excelencia de la histórica reclamación de nuestro país, y alentó la unión en su contra de la oposición guyanesa (hasta poco antes prochavista) y del gobierno de Guyana, perdió Caricom y la Commonwealth, se aisló del mundo y -como retratarse con Maduro se ha hecho incómodo- el embajador de Brasil posó desafiante junto al presidente Granger.

Suficiente para que Maduro cambiara la presa guyanesa por la colombiana, creando una pavorosa crisis humanitaria que ha duplicado sus dificultades internas e internacionales. Ahogado, en un momento de angustias soltó la palabra justa y mágica: el diálogo. Se trataba de dejar de tocar tambores de guerra y volver al diálogo civilizado. Ya no trataría de sacarle provecho electoral al descalabro que había creado, pero podría pararle el trote a los “potros de bárbaros Atilas que nos envía la muerte”, de los versos iluminados de Vallejo.

¡Pero cuándo diablos van a dejar quieto a este hombre! Diosdado, Arias y Vielma se aproximan a una dura derrota parlamentaria, y como el resultado en Táchira y Zulia podía ser abrumador, presionaron a Maduro para que extendiera el estado de excepción. Como ha declarado con probidad mi viejo amigo Timoteo Zambrano: se ha puesto en peligro la elección de 22 diputados.

Al igual que en Guyana, Maduro unió a los colombianos con un decreto que envuelve el tema de los DDHH, materia en la que ha sido reprobado varias veces.

También en Venezuela embiste a quien odia, siempre con el mismo resultado. Ha unido a la oposición como pocos. No es que la MUD no tenga fallas ¡claro que sí! ¿Pero quién más que Maduro la ha posicionado como la opción válida para abrir una democracia para todos? Al atacarla sin descanso la ha convertido en el anverso del madurismo y por tanto en el polo opuesto de quienes han arruinado y avergonzado a Venezuela. Al asediar a sus líderes los ha prestigiado y demuestra que lee encuestas, lo que ha elevado a cubo el 6D. Ilustres presos como Ledezma y López, altos líderes como Ramos Allup, María Corina, Borges irán con la tarjeta única. Las terceras vías y la abstención pierden carga.

Tintán protagonizó una graciosa parodia de Jardiel Poncela que tituló “Mátenme porque me muero”. Sin sombra de violencia y muerte, de repente escribo otra que titularía: “Sáquenme porque me voy”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico