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jueves, 16 de junio de 2016

VENEZUELA: DANDO Y DANDO, por @AmericoMartin



Américo Martin 15 de junio de 2016


  A Gustavo Coronel

Después del frustrado atraco contra las firmas del revocatorio surge con fuerza volcánica la interrogante en todos los labios: ¿habrá o no RR este año? La posición asumida por las dos partes del juego político ha tomado las alturas máximas: todos los líderes de la MUD sostienen la afirmativa mientras los del gobierno juran y perjuran la negativa. Podría quizá –conceden- realizarse fuera de tiempo útil, en 2017, antes “no sería factible”. No hay quien no sepa que en las condiciones precarias en que se encuentran, no están jugando para vencer. Esa posibilidad se les fue. Solo tratan de impedir que el otro gane. ¿Y eso con qué fin?


Adornado con una sonrisa que quiere ser burlona, Diosdado descubre el juego y, sin quererlo, el deterioro que como un cáncer hace metástasis en el cuerpo de la sedicente revolución.  Atrapado en su confusa manera de razonar, reconoce que Maduro está condenado a la derrota pero -¡no contaban con su astucia!- hará trampa, de modo que el presidente que hundió al país lo siga haciendo por un tiempo más. Tras ocupar su lugar, el vice lo nombraría a su vez vice suyo y renunciará para devolverle el cargo, como si nada hubiera ocurrido.

Una maniobra tan tonta y peligrosa para sus autores que tiendo a creerla un nuevo desvarío de este personaje, a quien no le pasará por la cabeza la ira incontenible que se levantaría, encabezada por muchos millones de frustrados electores y por la ola más enérgica aún del hambre. El desdichado Maduro se hundiría hasta las eses si le parara a supercherías como esa. Dudo que lo haga pero si me equivoco ¡pues con su pan que se lo coma! Si tan mal le ha ido hasta hoy, es de imaginar el infierno en que se le convertiría el tiempo que le quede.

En fin, ¿habrá o no habrá RR? No soy adivino. Por eso creo que debemos esforzarnos en hacer nuestra parte a sabiendas de que eso acerca el resultado, lo ayuda, lo hace posible. He repetido hasta el fastidio que en política los “adivinos”, los enfáticos, los que dicen tener claro lo que ocurrirá tienen todo el derecho de pensar así, pero quizá se estén resignando voluntariamente a la tribuna; los resultados podrían sorprenderlos. Parto de su buena fe. Varios de ellos prometen hacer lo que corresponde así crean que de todas, todas, los malignos se saldrán con la suya.

Ojalá me equivoque, rematan.

Y yo certifico que lo dicen sinceramente. Pero los del noble oficio político se deben limitar a estudiar minuciosamente la dirección de la tendencia, estimulándola o conteniéndola según la posición que defiendan. Y la tendencia –analizados todos los factores, incluido ahora el internacional- va fuertemente en contra del gobierno.  La alternativa democrática avanza con la corriente, el gobierno contra ella. Por lo tanto cada uno hará lo que le toca. La oposición empujará la carreta hasta donde más lejos llegue, y el gobierno, el más inescrupuloso, falaz y autocrático del Continente -salvo la clásica excepción que todos conocen- pondrá su diabólica imaginación a inventar obstáculos infames para salirse con la suya. Son los retos que asumirá sin temor, sin deprimirse, sin vacilar el que viene venciendo desde el 6D y fortaleciendo su organización, su capacidad de responder y de movilizar precisamente por lo que aprende de las pruebas cada vez más exorbitantes a las que se le somete.

No dar íntimamente por seguro lo que finalmente ocurrirá, sino luchar denodadamente para lograrlo, aprovechando las fortalezas que brinda la mencionada tendencia y superando sus debilidades. Es así como entiendo la política y la índole del liderazgo.

Hay otro aspecto muy digno de interés. Dado que la corriente le es adversa, el gobierno está extremando el uso del poder para contener la ofensiva democrática. Los abusos se multiplican. Los atropellos, las infracciones constitucionales,  las violaciones a los DDHH. Es un costo que está pagando, que no imaginamos hasta dónde llegará, pero que lo está afectando en tres dimensiones esenciales:

La primera es la dimensión internacional. Pocos líderes, gobiernos y movimientos foráneos quieren retratarse con Maduro y sus compañeros y muchos elevan la teoría de que para la legitimidad del poder no basta el origen electoral, sino que igualmente es indispensable el “desempeño” democrático, como lo subrayan, por ejemplo, los artículos 2 y 3 de la Carta Democrática Interamericana.

En este punto es preciso no equivocarse. Los venezolanos están doblegados por el hambre y otras carencias indignantes. Sencillamente no aguantan más. El cambio democrático lo llevan ya en su conciencia y su corazón. Pero precisamente por eso la oposición no debe trabajar para que el país sea castigado en un sentido que pueda empeorar la tragedia social.

La segunda es la dimensión interna. Es ya inocultable el descontento que prende en el ánimo de los chavistas, ante los cuales la cúpula madurista ya no se contiene. La amenaza y la represión directa están a la orden. Muchos no se atreven a hablar abiertamente pero deslizan su creciente descontento contra el madurismo, culpable, según piensan con razón o sin ella, de hundir el proyecto revolucionario original. Este peligroso malestar pareciera extenderse hacia algunos altos oficiales muy amigos del fallecido fundador del movimiento.

La tercera es el pueblo y el país. Disparando misiles en todas las direcciones el gobierno no sabe hacer nada. ¡Y el tiempo vuela!

El agobiado pueblo te observa. ¡Cuánto te convendría poner tu destino en sus manos con las garantías democráticas  que tanto has abominado!

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