Por Carolina Gómez-Ávila
La Asamblea Nacional ha
convocado una consulta popular para el próximo 16 de julio. Lo ha hecho con el
voto de la bancada mayoritaria del Parlamento Nacional: los diputados de la
MUD; los mismos que ocuparon sus escaños gracias al voto de más de 14 millones
de venezolanos el 6 de diciembre de 2015.
Se trata de una consulta
contemplada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Una,
sobre temas urgentes para la nación. Una inobjetable como ejercicio
democrático.
Una consulta cuya principal
consecuencia será la relegitimación de los representantes del pueblo que se ven
exigidos, de manera inédita, ante una propuesta de Asamblea Nacional
Constituyente que no sólo los barrería del mapa -y, con ellos, nuestra voluntad
ya expresada en las urnas y aún vigente-sino que ha sido convocada violando el
sagrado principio de la soberanía popular.
Así que se trata de una
consulta en extremo desafiante, pero cívica. Y por lo tanto, no hay manera de
arrebatárnosla sin ilegalizar aún más la propuesta espuria que aún pretenden y
contra la cual se pronuncian, cada día, más ciudadanos investidos o no de
autoridad.
Esa consulta -de estilo
plebiscitario puesto que nuestras respuestas estarán ceñidas a un “sí” o un
“no”-medirá nuestro rechazo a un proceso constituyente impuesto a la fuerza, dejará
claro si exigimos a la Fuerza Armada Nacional y a los funcionarios que
defiendan la actual Carta Magna y contará nuestra aprobación a renovar los
Poderes Públicos en elecciones libres y transparentes a fin de restituir el
orden constitucional.
Pero, sobre todo, la consulta
popular servirá para que millones de venezolanos refrendemos nuestra voluntad
de superar esta hora amarga no sólo por la vía democrática -votando- sino por
la vía republicana, esto es, atenidos a las leyes mientras ponemos en su lugar
a los violadores de la ley.
Y al hacerlo así, también
estaremos enviando un mensaje claro: No permitiremos que otra dictadura
sustituya a esta. No permitiremos soluciones de facto porque sabemos que no
conducirán a la ansiada paz social. No permitiremos que las heridas infligidas
nos lleven a un enfrentamiento fratricida y terminen con la República.
Tras casi 100 días de
protestas efectuadas por venezolanos desarmados, salvajemente reprimidos por
indignos custodios de las armas de la República, atacados impunemente por
delincuentes a sus órdenes y satanizados por un aparato de propaganda criminal
e instigador de odio, no veo mayor demostración de poder.
Y ese sí que es un poder digno
de ser llamado poder ciudadano.
08-07-17
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