Por Simón García
Leo el bello tributo de Eloy
Torres (h) a Víctor Hugo de Paola y siento que no puedo callar por más
significativo que sea el silencio. Teníamos tiempo en el que transcurrían años,
para apenas cruzarnos un amistoso saludo. Pero este, el de su muerte, como dice
Donald Hall en su poema Últimos días es la ocasión para constatar que “uno por
uno llegaron, viejos y queridos amigos/ a decir adiós”.
Nuestra primera militancia
juntos ocurrió en 1968, en el Comité Regional del PCV del DF, dirigido por
Antonio García Ponce. Víctor Hugo venía de años en la Juventud Comunista cuando
la militancia, como ahora vuelve a serlo, era un riesgo debido a los errores
asociados a realizar una insurrección armada cuando no era pertinente.
Secretario General de una parroquia, formaba parte del movimiento de renovación
que concluiría con el portazo al comunismo y la aparición del MAS bajo la
inspiración de Teodoro, Pompeyo Márquez, Freddy Muñoz y Germán Lairet. Se le
conocía como Soto.
Fue, en la acepción noble del
concepto, un hombre de partido. Una forma desusada de colocar toda la vida
personal en un proyecto ideal de sociedad. Un compromiso tan absoluto que podía
acarrear dejar de ser humano y quedar atrapado en una cárcel ideológica. Víctor
Hugo estuvo entre quienes se juntaron para romper ese cerco y renacer.
Es muy posible que en los
nuevos horizontes todavía cargara consigo el muchacho que correteaba por la
Loma de Bonilla, una aldea trujillana cercana al pueblo de Carache. En sus
modos persistía una andinidad oculta y unos comportamientos que recordaban al
campo que se coló en el éxodo hacia Caracas. Quiero decir que en su
personalidad recia convivía un caballero, una persona que tendía a desplazar
sus pasiones con una actitud de comprensión, un luchador que batallaba duro en
el territorio de sus principios y que, entonces, podía lucir áspero en sus
intransigencias. Fue un halcón que sabía volar sobre sus adversarios. Un
confrontador, siempre con el intelecto abierto.
Víctor Hugo fue un político de
formación, acción y reflexión. Un lector furibundo de biografías, novelas y
poesías. Amante del cine. A veces se atrevía a disimular que sabía bailar,
otras tarareaba canciones, le gustaba reír. Pero no aprendió a silbar.
Parlamentario, al final
escritor, articulista de TalCual. Creador de la Fundación Espacio Abierto.
Puede decirse que fue mentor de muchos activistas en el MAS. Sin duda, un
protagonista.
Los que lo despedimos lo
recordamos con alegría, despertamos anécdotas y nos vamos disolviendo en una
gran nostalgia, una secta de sobrevivientes unidos por el recuerdo de gente que
fue excepcional, como Víctor Hugo D´Paola. Adios, amigo.
07-07-17
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