Ramón Antonio Pérez 08 de julio de 2017
La
consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar, ocurrió el 2 de
julio de 1899, un momento a finales del siglo XIX, tan álgido como el actual.
Sin embargo, a 118 años de ese importante hecho religioso, la consagración
sigue motivando intensas jornadas de oración y compromisos de vida cristiana a
pesar de la severa crisis social y política que se viven en el país
bolivariano.
“Después
de la difícil situación que debió afrontar la Iglesia durante la Independencia
y la primera época republicana, y en vista de las nuevas perspectivas que se
vislumbraban, surgió la iniciativa de consagrar la República al Santísimo
Sacramento”, dice el presbítero Miles
Eduardo Useche Juliá en su blog.
El
culto a Jesús Sacramentado estaba teniendo entonces gran incremento,
especialmente desde la fundación de la adoración perpetua en la Iglesia de Las
Mercedes, en Caracas, en 1882. “El principal propulsor de la consagración
oficial fue Juan Bautista Castro (1904-1915), capellán de la Santa Capilla,
hombre ilustre por muchos títulos”, dice.
El
presbítero Juan Bautista Castro más tarde se convierte en el 8º Arzobispo de
Caracas, y para preparar este homenaje fue constituida una junta nacional, la
cual solicitó del Episcopado, que consagrara a perpetuidad la República a Jesús
Sacramentado. La petición fue unánimemente acogida por los obispos, y el 2 de
julio de 1899 el arzobispo de Caracas, Críspulo Uzcátegui, leyó el Acto de la
Consagración.
Oración
de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento:
“Soberano
Señor del Universo y Redentor del mundo, clementísimo Jesús, que por un
prodigio inenarrable de tu caridad te has quedado con nosotros en este
sacramento hasta el fin de los siglos; aquí venimos a tus pies a proclamarte
solemnemente y a la faz del cielo y de la tierra, nuestro único rey y dominador
santísimo. A quien consagramos todos nuestros afectos y servicios y a quien
ponemos todas nuestras esperanzas.
Tú
eres nuestro Dios, y no tendremos otro alguno delante de ti, en tus manos
ponemos nuestra suerte y con ella los destinos de nuestra patria. Muchos te
hemos ofendido, y como el hijo pródigo hemos disipado en los desórdenes tu
herencia, perdónanos que ya volvemos con espíritu contrito a tu casa y a tus
brazos. Recíbenos, salvador nuestro, y concédenos que venga a nosotros tu reino
eucarístico.
Levanta
bien alto tu trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas
glorificado por singular manera y sea honra nuestra, de distinción
inapreciable, el llamarnos la República del Santísimo Sacramento.
Te
entregamos cuanto somos y cuanto tenemos cubre nuestra ofrenda con tú mirada
paternal y hazla aceptable y valiosa en tú divina presencia.
Otra
vez te pedimos nos recibas, que no nos deseches, y que este acto de nuestro
amor y de nuestra gratitud sea repetido, cada vez con mayor fervor, de
generación en generación, mientras Venezuela exista, para que jamás la apartes
de tú Sagrado Corazón. Que así sea para nuestra vida del tiempo y después. Por
los siglos de los siglos. Amén”.
Renovados
en el IV Congreso Eucarístico
Cabe
recordar que el domingo 26
de junio de 2011, como parte conclusiva del IV Congreso Eucarístico de
Venezuela, que ese año se realizó en Caracas del 23 al 26 de junio, también se
cumplió con la renovación de este acto de consagración al Santísimo Sacramento
e igualmente se consagró el país a la Virgen de Coromoto.
A la
eucaristía asistieron alrededor de 20.000 feligreses que se sumaron a los más
de 1.400 delegados participantes de este congreso eucarístico,
así como a los obispos venezolanos y al nuncio apostólico de entonces, el
ahora cardenal Pietro Parolín.
Desde
entonces, entre los compromisos del VI Congreso Eucarístico está impulsar
actividades que fortalezcan la fe cristiana; fomentar la creación de
Cofradías del Santísimo; y promover vocaciones sacerdotales y religiosas,
porque a decir del cardenal Jorge Urosa Savino: “En esto nos jugamos el
futuro de la Iglesia en Venezuela”.
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