Jhankary Torres 11 de marzo de 2018
A
nadie le gusta estar enfermo, pero es aún peor si enfermarse es un lujo. Eso es
lo que ocurre en nuestra Venezuela, porque el Estado-Gobierno ha sido incapaz
de cumplir dos de las obligaciones más esenciales e importantes: salud y
protección al ciudadano.
Enfermarse
en el país es un lujo y ya lo sabemos, -o poco importa saberlo-, si este
régimen que destruye, mientras hace creer que gobierna, ha originado este
sufrimiento por incapacidad o intencionalmente.
Por lo
pronto, hay un hecho claro: el régimen desmanteló y destruyó todo el sistema de
salud pública que existía en el país y cada vez que un venezolano se enferma,
nos toca hacer una travesía a lo desconocido, con miedo a perder la vida en
cualquier momento de ese trayecto.
Esta
crisis de salud que asfixia al país y a cada ciudadano es producto de la falta
de políticas adecuadas a las necesidades crecientes y por encima de todo, es
consecuencia de la imposición de un modelo social implementado a la perfección
para arrodillar al ciudadano, para empobrecerlo, para dominarlo.
La
Constitución Nacional consagra el derecho y la obligatoriedad del Estado a
garantizar la salud como parte del derecho a la vida, pero a la luz de hoy, la
salud ha sido utilizada para el enriquecimiento de unos cuantos y se ha
convertido en el centro de un sistema de corrupción y desvío de recursos.
Poco
ha importado que la Constitución lo establezca y que las leyes correspondientes
desarrollen el tema de la salud pública, ya sabemos que el artículo 83 de la
Carta Magna coloca a la salud como un derecho social fundamental, obligación
del Estado y que sea parte del derecho a la vida. Pero, ¿de qué nos sirve saber
que el Estado debe promover y desarrollar políticas orientadas a elevar la
calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios? ¿De qué
nos sirve saberlo? Nos sirve de mucho porque el ejercicio de la ciudadanía
exige conocer y defender nuestros derechos y de esa forma no acostumbrarnos a
lo que hay, a lo que nos regalan, sino al contrario, exigir –hasta lograr-, que
nuestros derechos se respeten independientemente de quienes gobiernen.
Ha
sido un desastre bien organizado por el régimen la desaparición de la red de
ambulatorios del país, que pretendieron sustituir por los módulos de la misión
Barrio Adentro, la cual se convirtió en viviendas para los cubanos o simples
infraestructuras abandonadas. En la actualidad, ¿qué lograron? alejar los
servicios médicos del ciudadano, imposibilitándonos de recibir atención
primaria de manera oportuna y accesible.
En
todas partes del país hay ejemplos de esta terrible situación, lo sabemos los que
tenemos que sufrir cada vez que debemos acudir a un centro público de atención
y tener que soportar cosas increíbles, pero ocurren. El Hospital Vargas,
ubicado en la parroquia San José del municipio Libertador, tiene más de 4 años
paralizado el servicio de rayos X luego que una rata se electrocutara al morder
un cable, ¿Cuál es la razón para no haberlo reparado o cuál es la razón de que
esos animales invadan esos centros de salud? Si no es una rata, es una iguana,
total, son las excusas a las que nos hemos acostumbrado.
Las
últimas protestas registradas en hospitales como el Clínico Universitario y los
Magallanes de Catia, por la falta de insumos, grado de deterioro y abandono de
las instalaciones físicas, sumado a sueldos de miseria que reciben los profesionales
y los trabajadores de la salud, evidencian que la vida de los venezolanos no es
una prioridad para el régimen.
Enfermedades
como el cáncer, que presenta un alto índice de mortalidad según cifras de la
Sociedad Anticancerosa de Venezuela y que para el 2016 es del 11% en el país,
mientras que en el mundo es de 1.8%, representan la gravedad terrible que sufre
nuestro país, pero a pesar de eso, existen proyectos sin concluir tales como:
El Hospital Oncológico de Caracas y el Centro Oncológico de Guarenas, mientras
hospitales como el Padre Machado y el Instituto de Oncología Dr. Luis Razetti
colapsan por el número de pacientes oncológicos.
Esto
sólo son ejemplos del desastre originado por el régimen en el sistema de salud
venezolano, y es nuestro deber, y por el derecho a la vida, que debemos luchar
para superar esta situación que viola los más elementales derechos del
ciudadano y que lo único que garantiza es la muerte.
Reconstruir
el sistema de salud es imprescindible para lograr calidad de vida en los
ciudadanos y alcanzar con ese ejercicio de ciudadanía, el desarrollo que nos
merecemos los venezolanos.
Jhankary
Torres
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