Por Ismael Pérez Vigil
El golpe militar como
solución o salida a la crisis que vive el país, de manera solapada, es tema
recurrente en los círculos políticos y del cual no se habla de manera abierta,
pero que frecuentemente aflora en la discusión. Estos días lo hace, al menos
así me parece, a través de un artículo del General (R) Fernando Ochoa Antich
(La Salida Militar, El Nacional, 25 de febrero de 2018).
No dudo de la validez de los
argumentos del General; (con una legitimación de origen cuestionada por el
abuso de poder durante la campaña de elección presidencial del 2012, la
violación reiterada de la Constitución y de los derechos humanos, por haber
expuesto al país a un proceso continuo de destrucción del aparato productivo,
de sus instituciones democráticas, y sometido al pueblo al empobrecimiento, el
hambre y la miseria) el derrocamiento del actual régimen luce como una mera
restitución del estado de derecho y una reiteración de “…los valores militares de
lealtad a la Constitución Nacional…”, conforme a lo establecido en el artículo
333 de la Constitución.
Faltando por publicar un
artículo del General Ochoa, en el que ofrece analizar la intervención
multilateral, no concluiré con que su opinión se decanta por la intervención
militar, cosa que él no ha afirmado. Pero no cabe duda que esa opción está en
la mente de muchas personas, que además ven cerrada la vía electoral, tras la
ilegal convocatoria de elecciones presidenciales el 22 de abril, por la también
ilegitima Asamblea Nacional Constituyente.
Pero mi duda con relación a
la “bonanza” de una intervención militar, es de más fondo, si cabe, y se
refiere a lo que una vez dijera Manuel Caballero, que ya he mencionado, sobre
los que se dedican a: “… sentarse a la puerta de los cuarteles esperando que de
allí salga la solución a sus problemas. Ignorando además que los cuarteles no
son la solución sino el problema. ¿O es que acaso se olvidó ya de dónde vino
Chávez?” (El Universal 24 de octubre de 2004)
Estamos en la vía militar,
esta es la vía militar. Salta a la vista que esta es una dictadura que se
sustenta en las armas; y los militares, como cuerpo, como organización, con
probables honrosas excepciones o diáfana demostración en contrario, en su gran
mayoría están implicados, hasta los tuétanos, en todo lo que ha ocurrido en los
últimos 19 años en el país. Estamos sometidos y vivimos hace ya varios años los
resultados de la “vía militar” y la aplicación de sus amenazas y control sobre
la sociedad civil, desarmada. Así que antes de alentar efímeras esperanzas, me
limitaré a recitar como una oración monótona, que solo aspiro de la FAN que
respete y haga cumplir la Constitución.
Antes que alentar aventuras
militares ya fallidas, creo que se debe trabajar con paso firme para definir
una plataforma programática unitaria y elegir un candidato −sí, un candidato−
que la encarne, que la lleve adelante, que en torno a él y a la propuesta de
país y gobierno se organicen los partidos políticos y sociedad civil, los
ciudadanos, los civiles, para construir la salida cívica y así evitar que esta
crítica y trágica coyuntura sea otra oportunidad perdida que posponga la salida
de esta oprobiosa dictadura.
08-03-18
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