Trino Márquez 05 de agosto de 2020
@trinomarquezc
Los
argumentos señalados por las 27 organizaciones opositoras firmantes del
documento unitario, en el cual manifiestan que no participarán en el fraude
electoral convocado por Nicolás Maduro para el próximo diciembre, resultan
categóricos.
Es
cierto que el régimen, prevalido del control que ejerce sobre todos los poderes
públicos y en su capacidad represiva, acabó con la posibilidad de cualquier
tipo de elección libre y competitiva.
Las
condiciones con respecto al proceso de 2015 variaron de forma significativa. El
gobierno secuestró el uso de la tarjeta de la UNIDAD. Los directivos que la
representaban aún se encuentran sometidos a procesos penales. En el documento,
además, se muestra una reláfica muy completa de lo ocurrido luego del
concluyente triunfo de la oposición en los comicios de diciembre de 2015: la
Sala Electoral del TSJ, presidida entonces por Indira Alfonzo -quien como
recompensa ahora fue designada presidente del CNE- dictó una sentencia cautelar
que suspendió la elección parlamentaria del estado Amazonas, dejando sin
representación a esa entidad. El TSJ nunca emitió una sentencia favorable, con
el fin de impedir que dentro del Hemiciclo se conformara la mayoría calificada
que le dio el pueblo venezolano a la oposición democrática. Luego, los
magistrados de la cúpula judicial declararon de forma inconstitucional en ‘desacato’ a la Asamblea
Nacional. Esto le ha impedido, en la práctica, ejercer plenamente las
competencias constitucionales que le son propias, artículo 187 de la CRBV.
También
es verídico que la Asamblea Nacional instaló un Comité de Postulaciones
electorales, integrado incluso con diputados de la fracción del régimen, con la
finalidad de designar un nuevo CNE, pero el TSJ nombró de manera arbitraria a
los cinco rectores principales y los diez suplentes del organismo, abortando la
posibilidad de contar con un árbitro confiable.· El TSJ ha violado la inmunidad
parlamentaria de más de treinta diputados activos de la AN, dictando además
sobre la mayoría de ellos, medidas privativas de su libertad; hoy se encuentran
presos, en el exilio o resguardados en sedes diplomáticas. Hay 139 diputados
sometidos a acoso o persecución política y cinco en prisión.
Las
condiciones que los partidos exigen para participar son las que prevalecen en
todos los países democráticos: 1) Restablecer el derecho al voto para todos los
venezolanos, incluyendo a los que han tenido que emigrar y el Registro
Electoral auditado y confiable; 2) Garantizar que el voto sea ejercido
libremente, sin coacción o intimidación; prohibir la migración de electores de
sus centros electorales naturales; 3) Detener las inhabilitaciones y
enjuiciamiento de los dirigentes políticos y restablecer plenamente sus
derechos a la actividad política; 4) Participación plena de todos los partidos
políticos; reposición de sus legítimas autoridades, suprimidas por la ilegal
intervención de los tribunales, al igual que el uso de los símbolos y colores
partidistas; liberación de los presos políticos; 5) Un CNE independiente,
nombrado por el Comité de Postulaciones Electorales de la AN, conforme a lo
pautado por la Constitución y la Ley; designación de todos los órganos
subordinados de manera independiente, así como de las Juntas Electorales y
miembros mesa. Respeto al trabajo de los testigos electorales y demás
funcionarios; 6) Cronograma electoral que garantice el derecho al voto y el
acatamiento a los lapsos para cada una de las actividades del proceso desde su
convocatoria; 7) Campaña electoral equitativa con igual acceso a los medios de
comunicación públicos y privados; prohibición de cadenas oficialistas.
Asistencia equitativa a los espacios públicos y garantía de libre tránsito por
todo el territorio nacional; 8) Imparcialidad del Plan República, de modo que
la FAN asuma que el proceso electoral es esencialmente un acto civil; 9)
Auditorias de todos las estaciones del sistema electoral, incluyendo las nuevas
máquinas de votación y el proceso automatizado; 10) Observación Electoral
nacional e internacional calificada en todas las fases del ciclo electoral.
Tanto
el diagnóstico de la situación –presentado por mí de forma sintética- como la
definición de las condiciones para realizar unos comicios transparentes, son
acertados. Estos son los temas que fueron discutidos con Noruega en República
Dominicana y Barbados. El desafío consiste en cómo actuar, también en el plano
electoral, frente a un régimen situado
al margen de la ley, que desprecia la democracia, aferrado de forma obsesiva al
poder, afincado en sus cuerpos represivos y apoyado por potencias mundiales en
donde dominan dictaduras o teocracias a las que les importa un rábano los
derechos humanos, los periodos acotados, los gobiernos alternativos, la
soberanía popular y todos los principios republicanos y democráticos.
Ante
esos retos concretos el documento unitario no ofrece opciones. Surgen,
entonces, preguntas como las siguientes: ¿para volver a participar en comicios
hay que restituir previamente el Estado de derecho y lograr la plena garantía
de todas las condiciones que los principios democráticos exigen? ¿En un régimen
autoritario –y el de Maduro lo es en abundancia- las fuerzas democráticas no
pueden participar en comicios hasta que se restablezca el orden constitucional? La respuesta de los firmantes a esas
interrogantes resulta demasiado vaga: afirman que lucharán por “verdaderas
elecciones libres”. ¿Cómo lo harán sin partidos, ni sindicatos, ni gremios, ni
federaciones estudiantiles; sin sociedad civil organizada; solo con el apoyo de
la comunidad internacional? Los firmantes prometieron elaborar en los próximos
días una estrategia de cambio. Esperemos que la presenten para volver a opinar.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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