Laureano Márquez P. 09 de agosto de 2020
@laureanomar
El
sometimiento total, la sumisión absoluta, que sientas que fuera de ellos no
tienes ninguna posibilidad de supervivencia, que son los amos. Es un plan, ya
no solo de dominación. Es un plan de maldad. Hay un goce en la venganza en
contra de lo bueno, de lo decente, de lo que funciona.
Estos
zombies destructores habitaban entre nosotros, pero los creíamos menos
peligrosos. Los conocimos en las universidades, eran los peores estudiantes.
Tardaron 10 y 12 años en hacer lo que a los otros nos tomó cinco, cuando ser
mediocre y radical daba popularidad y los convertía en dirigentes. Y terminaron
creyendo que ese era el camino. Medraron de un sistema en el cual no hacer nada
y ser irresponsable también era una forma de vida y encontraba espacio y
tolerancia. Culparon a los otros de una mediocridad que nunca terminaron de
asumir y se agazaparon esperando la hora de la venganza, de cobrar su propia
ruina arruinado a otros. Esta hora, que ellos mismos pensaron que nunca
llegaría, por un azar de la historia, llegó al fin. Se regodearon en el
resentimiento que carcome, pero nunca en el esfuerzo sostenido. No hubo
proyectos, sino el egocéntrico afán de llegar desde y para la truculencia y la
trampa. Aprendieron las matemáticas solo para obtener más votos con menos
votantes, pero nunca para sumar. Juegan con las palabras, llaman amor a su
práctica cotidiana del odio. Son maltratados que se vuelven maltratadores, se
prepararon para la venganza de todo aquello que les suene en sus destartalados
cerebros a “vida burguesa" . Se alzaron contra la opulencia, pero no por
su injusticia, sino por envidia, hasta que la tomaron por asalto, mientras
proclaman la ideología de la pobreza detrás de la que esconden que son ahora
ellos los nuevos ricos: “el agua caliente es un lujo así que acostumbrate a no
tener electricidad. Bañarse con totuma es divino: cuando te quito el agua de la
ducha, en el fondo te estoy haciendo un favor. Te conecto con el disfrute de la
miseria y la pobreza.”
Su
cabeza no les da para entender que nadie puede producir a pérdida, ni pagar a
sus empleados más dinero del ingresa a su negocio, que la economía es a fin de
cuentas un acto de fe y de confianza, de la que ellos no gozan, porque nunca en
la vida hicieron nada productivo. “Ser rico es malo, malísimo, pero yo me robo
el dinero, ese dinero al que nunca pude acceder por la vía de mi trabajo,
ingenio, creatividad y esfuerzo. Tomo por la fuerza aquello que me fue negado.
Ahora vivo en urbanizaciones de lujo, disfrutando de lo que otrora me pareció
asqueroso, de los aviones de lujo cuya denuncia me llevó al poder, me estoy
cobrando todo lo que la vida me debe (El sobrino del Che dijo algo revelador en
una entrevista. Cuando llegó a Cuba lo alojaron en el lujoso Habana Libre
(antiguo Hilton) con trato VIP y el funcionario le dijo: “ustedes tienen trato
VIP por todo lo que su tío hizo para que fuéramos todos iguales”). Todo aquello
que me fue arrebatado ahora es mío, por el derecho que me da haber sido siempre
un revolucionario de oficio. Si no te gusta la miseria, múdate a otro lado
porque aquí la hemos decretado, para el resto”. Además, si no te gusta lo que
hago, “te humillo, te vejo, te confisco lo que dices que te pertenece, te
arrebato tus derechos, te intedrogo (nueva forma de interrogatorio) y te
muestro desnudo para amedrentamiento público, para que el miedo se apodere de
todos, para que nadie se atreva. Si se lo hice a este, se lo puedo hacer a
cualquiera: ‘Ecce praetor’ (he aquí al diputado). Para que la venganza sea más
cabal y concreta te disminuyo, te minimizo, te obligo a sacarte el carnet de la
patria, a votar por mi si quieres comer. Me burlo, para mayor INRI. Me burlo de
la miseria que te causo, de tu huida desesperada, de los que mueren de frío en
los páramos de Colombia. Me burlo de tus lágrimas y digo que son de academia de
actuación, de tus hijos que lloran la ausencia de su casa y no entienden por
que se van y crecerán odiandome cuando comprendan las causas. Me burlo del
trabajo honesto del que limpia los baños con la dignidad de la gente buena, que
sabe que el trabajo honesto siempre santifica la vida”.
En
1799 el jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán escribe una “carta a los
españoles americanos”, uno de sus fragmentos dice:“No hay ya pretexto para
excusar nuestra apatía si sufrimos más largo tiempo las vejaciones; si nos
destruyen, se dirá con razón que nuestra cobardía las merece. Nuestros
descendientes nos llenarán de imprecaciones amargas, cuando mordiendo el freno
de la esclavitud que habrán heredado, se acordaren del momento en que para ser
libres no era menester sino quererlo”.
Laureano
Marquez
@laureanomar
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