Tulio Hernández 08 de agosto de 2020
@tulioehernandez
Ahora que la totalidad de partidos políticos
democráticos, adversarios del PSUV y su proyecto militarista, han expresado de
manera unánime su negativa a participar en las elecciones claramente amañadas
de diciembre, el final de esta saga de tres artículos que inicié dos semanas
atrás tendrá un cierre distinto al previsto.
Como hay unanimidad ante la idea de que las eleciones
legislativas convocadas por el CNE de Maduro no contribuyen en nada a dar paso
a un proceso de transición hacia la democracia, y solo le permiten a la cúpula
en el poder ganar tiempo y justificaciones retóricas para legitimar la
usurpación, ahora las preguntas pertinentes son otras: ¿Qué haremos, además de
negarnos a participar en la farsa de diciembre? ¿Cómo aprovechamos al máximo
está decisión unánime para que la resistencia no termine en un sentimiento de
claudicación pasiva ante lo inevitable –otra derrota arreglada más– y, por el
contrario, se convierta en una manera de mantener con vida la posibilidad de
salir de la barbarie sin tener que matarnos –no más aún– entre venezolanos?
Lo primero que debemos hacer es abandonar cualquier
duda y sentirnos convencidos de que se ha tomado la mejor de las decisiones.
Sobre todo, poque a partir de las últimas medidas del CNE, con órdenes del
Tribunal Supremo de Justicia de por medio, ha quedado más claro aún que aquella
esperanza resumida en la promesa de que “si todos salimos a votar es posible
derrotar al chavismo”, ha quedado absolutamente descartada.
En primer lugar, porque no importa cuanto esfuerzo
hagan los “electoralistas” –quienes aceptan participar en las elecciones sin
importar las condiciones–, ya no iremos “todos” sino una parte, quizás la más
pequeña, de la resistencia democrática a votar por sus canidatos. Y, en segundo
lugar, porque medidas arbitrarias del CNE, como la de subir el número de
escaños de 167 a 267, ¡un centenerar redondo de un solo golpe!, la mayoría de
los cuales fueron asignados a circuitos donde tradicionalmente gana el chavismo,
no dejan duda alguna de que los oficialistas no abrieron la elecciones con la
expectativa de perderlas, sino todo lo contrario: de blindarse para ganarlas
porque solo con los cien diputados agregados inconstitucionlamente y los que ya
tenían en la Asamblea Nacional anterior hacen la mayoría simple.
La otra razón que convierte esta decisión de los
opositores venezolanos en una conquista política de mediano plazo es la buena
señal para recuperar la unidad de acción entre las fuerzas de la resistencia
demorática. Desde hace varias semanas han comenzado a circular diversos
documentos, como uno titulado “¡Queremos elegir!”, respaldado entre otras
organizaciones por la Alianza Nacional Constituyente, que no solo postulan la
unidad como condición indispensable para rechazar con éxito la propuesta de
fraude a priori presetada por el CNE, sino que traza un plan
de ruta para que la decisión vaya acompañada de otras acciones que aprovechen
la circunstancia para seguir el combate contra el gobierno usurpador. Y ese
Plan de ruta incluye la realización de una “Consulta popular plebiscitaria
vinculante”, sin la participación del Consejo Nacional Electoral en los
términos previstos por el artículo 70 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.
La Consulta, cuya realización se concibe, tal y como
reza el documento de sus promotores, “con el apoyo institucional y financiero
de organizaciones internacionales como la OEA y bajo su observación y
garantía”, con “un máximo de cuatro preguntas”, ofreciendo la posibilidad de
que voten “todos los venezolanos en el mundo, mayores de 18 años y con
documento (cédula o pasaporte) que los identifique, aún vencido”, se propone
para los días 25 y 26 de octubre.
Entre los objetivos que se adelantan de Consulta están
algunos que, de partida, convocan al consenso pleno –ratificar el carácter
usurpador del régimen de Maduro, desconocer las elecciones convocadas para
diciembre y reivindicar el principio de continuidad administrativa para que la
AN siga en funciones hasta que se realicen elecciones libres– y otros que
seguramente generarán debates y polémicas como la de “dar apoyo y respaldo a la
invocación del TIAR o a una Operación para la Paz y la Estabilización (OPE) por
parte de organizaciones internacionales o fuerzas extranjeras, basado en el
principio de Responsabilidad de Proteger”.
La decisión tomada por las veintitantas fuerzas
políticas que han firmado el acuerdo deja, además, otras dos ganancias.
Mantiene de manera coherente las responsabilidades ausmidas con los gobiernios
democráticos de América Latina y Europa que desconocen la legitimidad
democrática del régimen militarista y han apoyado en cambio a la AN presidida
por Guaidó. Y preserva la conexión con ese sector de la población que desde
hace veinte años resiste activamente al régimen autoritario rojo y, de acuerdo
a las mediciones confiables, está desencantado con la conducción política de
estos tiempos pero siempre cumple disciplinadamente cuando se le convoca a
acciones, electorales o de protesta, que muestran coherencia política.
La conclusión a la que arribamos, después de esta
primera fase del debate político ante las elecciones de diciembre, se puede
sintetizar en tres frases. Una: los demócratas venezolanos no somos
abstencionistas: queremos elegir, pero en elecciones libres. Dos: si el
gobierno militarista no nos lo permite, a la resistencia democrática no le
queda otra opción que utilizar sus propios medios, construir sus procesos
autónomos de consulta para que los venezolanos puedan expresarse y tomar
decisiones colectivas democráticamente. Incluso si la propuesta a consultar
consiste en solicitar constitucionalmente apoyo internacional porque solos no
podemos ante el secuestro armado de nuestras instituciones y queremos que
cualquier acción de protección internacional a la que recurramos sea el
resultado de una consulta popular y no de una actuación unilateral de cualquier
fuerza extranjera. Y tres: que no quede duda de que queremos volver a un modelo
político en donde la alternancia sea la base de su funcionamiento democrático.
Tulio Hernández
@tulioehernandez
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