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sábado, 28 de mayo de 2022

En busca del futuro: ¿Es posible un cambio político en Venezuela? / Nehomaris Sucre

 Por: Nehomaris Sucre

@Neho_Escribe

Según el psicólogo Martin Seligman, las personas experimentan el fenómeno de la desesperanza aprendida o indefensión aprendida, como él lo llamó, cuando se sienten totalmente indefensas, convirtiéndose en sujetos pasivos y renunciando por completo a la posibilidad de obtener buenos resultados. Esta condición afecta incluso a sociedades enteras que, pese a contar con las herramientas para conseguir un cambio y superar las calamidades, se paralizan, resignándose y siendo incapaces de apreciar sus puntos fuertes.

La represión es un elemento esencial en el fenómeno de la desesperanza aprendida aplicada al contexto social, pues los ciudadanos que reclaman sus derechos y son constantemente reprimidos por el Estado terminan predisponiéndose a que se les aplicará violencia en circunstancias similares y se perciben a sí mismos como incapaces de cambiar su realidad. Si a estas alturas la situación descrita te parece familiar, has atinado, ya que es parte de las circunstancias actuales que vivimos los venezolanos.

Según cifras recientes de la Ong Foro Penal se registran en el país 237 presos políticos (130 militares y 107 civiles). Sumado a esto, el año pasado la Misión Internacional Independiente de la Onu publicó un informe en el que examinan 183 detenciones de opositores al régimen de Nicolás Maduro y señalan hechos de tortura, arrestos ilegales e influencia del poder ejecutivo sobre el poder judicial.

El conflicto y la lucha son dimensiones inevitables dentro de la realidad humana y particularmente en la esfera política. La lucha por el poder y las aspiraciones de construir un orden justo son dos caras de una misma moneda y piezas del quehacer de los actores políticos. Sin embargo, cuando una sociedad padece indefensión aprendida se inhabilita a sí misma en estos aspectos, transformándose en un sujeto pasivo. De esta manera se hacen habituales expresiones como “no hay nada que hacer”, “no vamos a salir de esto” y “así son las cosas”.

Romper el círculo vicioso de la desesperanza aprendida no es sencillo, pero tampoco imposible. Abundan ejemplos históricos de superación de regímenes no democráticos como el de Pinochet en Chile, el de Fujimori en Perú y la dictadura militar brasileña, por mencionar unos pocos casos.

En este sentido, la resiliencia social es fundamental ya que permite a los grupos sociales sobreponerse a resultados adversos, reorganizarse y transformar las circunstancias utilizando el aprendizaje adquirido en medio de las dificultades.

Mientras la desesperanza aprendida inhabilita a los ciudadanos para actuar dentro del escenario político, la resiliencia social aporta perspectivas de organización y permite construir soluciones por encima de los métodos represivos de control que emplea el Estado.

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