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martes, 31 de mayo de 2022

Reconectar con un país fragmentado / Piero Trepiccione

Por Piero Trepiccione

 @polis360

La opinión pública se ha complejizado durante los últimos tiempos en muchos países. El surgimiento de plataformas comunicacionales, el perfeccionamiento de las tecnologías, el creciente apoyo a la antipolítica, el desencantamiento con el liderazgo, entre otras razones, la han intrincado. Este fenómeno está provocando un cúmulo de dificultades cada vez más evidentes en los procesos de construcción de sólidas mayorías políticas y por tanto, en la convivencia democrática y el juego de balances necesarios en cualquier tipo de sociedad.


Es un fenómeno muy delicado en sus consecuencias y que aún no ha logrado ser descifrado por los partidos ni las instituciones. Está contribuyendo a alentar una desdemocratización en todo el planeta y favoreciendo el surgimiento de autocracias sin contrapesos políticos o sociales. Es todo un desafío para una sociedad que ha alcanzado notables avances en el desarrollo científico-tecnológico en pleno siglo XXI, pero no lo ha logrado traducir en un mejoramiento de la calidad de la democracia ni de la vida en términos equilibrados.

¿Qué hacer para volver a construir mayorías políticas sólidas? En mi modesto análisis, lo primero que debemos hacer es entender los procesos de comunicación que hoy en día nos permite el desarrollo tecnológico. Las audiencias están hoy insertas en una relación especial con influencers y referentes en temáticas muy particulares, muchas de ellas alejadas del interés general, por ello se enganchan cada vez menos con las narrativas políticas. Es como si tuviéramos una constelación de burbujas, donde cada una tiene su propia dinámica comunicacional y sus intereses. La información general entonces, ya no llega como antes donde un líder político iba a un canal de televisión y radio y desde allí, podía hacer llegar sus opiniones fácilmente a la opinión pública. Hoy se debe reconectar con las audiencias si se quiere posicionar algún tema en específico.

En segundo lugar, considero que la política y el liderazgo tienen que reinventarse. Deben ser más proactivos y vincularse con la sociedad desde el punto de vista de los problemas de la gente. El liderazgo debe ser más humano y cercano, más comprometido con las causas de la sociedad. El lobby es algo que ha acompañado a la política desde siempre y lo seguirá haciendo, pero debe plantearse de otra manera. Por ejemplo, lo que ocurre con las armas en manos de civiles en EEUU es algo dantesco. Por más que hayan ocurrido y sigan ocurriendo asesinatos masivos, el lobby de la industria armamentística se impone. La política debe ponerse al lado de la gente si quiere reconectar en estas nuevas circunstancias-mundo.

Y en tercer lugar, dentro de otras muchas cosas que deberán realizarse, el liderazgo debe mejorar sus procesos de comunicación política. Sus narrativas deben enfocarse hacia los problemas puntuales de la gente y no sobre los problemas o situaciones que atañen a los líderes exclusivamente. Esto lo apreciamos con más frecuencia de lo que imaginamos. A la gente le preocupa cómo pagar sus compromisos, sus necesidades, los servicios públicos, la educación de sus hijos, entre otras muchas cosas, no quién debe ser el secretario general del partido, o cuántos delegados debe tener cada una de las tendencias que hacen vida activa en un partido. Es decir, un cambio profundo en la narrativa política que reconecte emocional y utilitariamente con la sociedad. Esto pareciera fácil pero no lo es. Por esta causa, la fragmentación y atomización del liderazgo afecta relaciones claves con la opinión pública e impacta en la desmovilización y desmotivación de los electorados. Con ello, la democracia sufre y se aprovechan los intereses más particulares de cada país en desmedro de la voluntad general.

https://efectococuyo.com/opinion/reconectar-con-un-pais-fragmentado/

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