Juan Guerrero 21 de marzo de 2019
@camilodeasis
Thor y
Arpa son dos perros, Mastín napolitanos, que fueron apresados el 5 de junio de
2018 por la policía política venezolana, acusados de actividades
contrarrevolucionarias. Además, su dueño, el coronel Oswaldo García Palomo,
también fue apresado y en la actualidad, los tres se encuentran en las
instalaciones del Helicoide como presos políticos del régimen de Nicolás
Maduro.
De esa
operación policial y judicial ya han pasado más de 9 meses y no existe
posibilidad de poder rescatar, ni a los canes ni mucho menos al coronel.
Similar situación se ha vivido con otros animales, que han sido condenados a
maltratos y tratos crueles por el régimen totalitario de Maduro.
Esto que
describimos resulta insólito y hasta pareciera un cruel chiste para quienes no
viven en la Venezuela del chavizmo socialismo del siglo XXI. Podríamos indicar
otros casos, como los asesinatos y abandono de perros por el simple hecho de
ser las mascotas de dirigentes opositores al régimen. O el caso de la elefanta
Ruperta que murió de inanición ante la indiferencia de sus cuidadores.
Es que
en Venezuela se vive en el absoluto absurdo de la vida. A Thor y Arpa, por
ejemplo, los sometieron a 15 días de torturas –no les permitían alimentos ni
agua- hasta que su dueño se entregara. Los dejaron abandonados y poco tiempo
después se los llevaron detenidos al Helicoide, lugar de reclusión actual,
donde también se encuentra su amo.
Lo que
se desprende de estas atrocidades y tantas otras, es que la sociedad venezolana
necesita de manera urgente, recuperar su normalidad para sanar su mente. La
vuelta a la normalidad, eso tan esencial para el desarrollo armónico de las
sociedades, resulta en Venezuela un camino muy difícil de transitar.
No
sabes si en las farmacias hay medicinas o si en las carnicerías venden carne o
si la oficina donde cancelas el agua o la electricidad trabajan los días de
semana. Es difícil saber si el transporte lo abordas en un autobús o debes subirte
a un camión de estacas. O si en la gasolinera expenden combustible para tu
vehículo. Más de una vez he olvidado mi dinero y quien me ha atendido ni se ha
preocupado en cobrarme. En otras le he dejado más de lo que cuesta la gasolina,
o cuando he intentado cancelar con billetes de 2 o 5 BsF., me los han devuelto
aduciendo que esos billetes no valen nada y me dan la espalda.
Vives
en la constante incertidumbre. No sabes cuándo se irá la electricidad. Cuándo
volverá el agua. Si podrás volver a conectarte a la Internet. Es la agresión
constante a tus derechos humanos.
Lo
anormal es la norma en esta Venezuela donde rige por las calles la ley de la
improvisación. Donde la norma en manos de policías, militares y funcionarios de
la administración del Estado, viene signada por lo que existe en el momento y
lo decide quien funge de jefe, soportándose en su libre arbitrio.
Por
eso es tan singular indicar que la detención de esos perros, Thor y Arpa, se
considere “normal” y sean los primeros perros presos políticos del mundo.
La
Venezuela del chavizmo socialismo se asemeja al nacional socialismo (nazis)
alemán donde la realidad fue transmutada y los judíos fueron vistos como
simples objetos para obtener de su carne y huesos, jabón y botones. Así se está
comportando la nomenklatura socialista venezolana frente a la realidad. La ha
alterado de tal manera que está haciendo aparecer, a través de su aparato de
propaganda oficial, como un privilegio ser pobre y a quien no estudie ni
trabaje, como descendiente de los más insignes próceres de la nación.
Es
evidente que estamos frente a una dirigencia política que aplica el poder del
Estado de forma arbitraria, totalitaria, cruel y obscena. Eso se traduce en
actos y procedimientos políticos absurdos y, desde todo punto de vista,
anormales y contrarios a la razón y lógica universalmente aceptados.
Porque
la razón de Estado que se aplica en Venezuela está soportada en el poder de las
armas y en creencias mágico religiosas fuertemente ortodoxas, supersticiosas y
fanáticas. Esas prácticas al fusionarse con actividades ideológico-políticas
han desembocado en un hacer cotidiano donde la realidad-real se ha trastocado
para privilegiar la anormalidad como forma de vida que se intenta imponer por
los hechos a toda la sociedad venezolana.
Rescatar
la normalidad, eso que significa respeto a la norma, principios y valores, debe
ser asumido como asunto de inestimable urgencia para sanar, tanto la
consciencia cívica nacional como la salud mental y espiritual del ser
venezolano.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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