Las navidades se celebran en diciembre, al final del año. Es un momento propicio para inventariar lo bueno y lo malo que nos pasó durante los meses precedentes.
Puede ser que nos tocó perder o despedir a un ser querido, nos sorprendió el diagnóstico de una enfermedad, hubo un divorcio o vivimos la separación de algún familiar que se vio obligado a migrar por falta de empleo o dificultades económicas.
Con esos sentimientos nos toca vivir este momento. Se cree que solo con la alegría es posible celebrar la navidad. Nos toca preguntarnos: ¿Qué tipo de alegría? Quizás no se trata de la que se asocia con festejar sino de la que se cultiva cuando honramos y agradecemos a quienes ya no están físicamente. Se trata de encontrar las luces internas cuando las externas parecen apagadas.
¿Qué decirle a los niños?
Este 24, a las 12 de la noche, los cristianos celebraremos el nacimiento del Niño Jesús. Será una noche que simboliza la llegada de una promesa de amor para la humanidad. Un niño que desde el alumbramiento vino a dar la buena nueva.
Les podemos contar a nuestros niños como se dio ese acontecimiento, comentarles que el Niño Jesús nació en un pesebre modesto, en medio de una noche oscura y posiblemente helada. A pesar de esas condiciones no le faltó amor. Su llegada al mundo sirvió para convocar a pastores y personas sencillas que se acercaron movidos por su corazón y posiblemente con la curiosidad y necesidad de encontrar la esperanza en un lugar sencillo, pero cálido.
Otros desconocidos, los tres Reyes Magos, extranjeros paganos, contradiciendo la manipulación de Herodes quien no podía permitir que su poder fuese ensombrecido por nada ni nadie, decidieron tomar una decisión distinta a la exigida por el tirano. En medio de la oscuridad los guió una estrella, tal y como pasa en nuestras noches oscuras cuando encontramos esa luz que nos conduce y acerca a Dios.
El verdadero sentido de la Navidad
La vorágine consumista pareciera ser la única razón de estos días contrastando con 3,8 millones de niños, niñas y adolescentes de Venezuela que, según UNICEF, tienen necesidades humanitarias.
Es fundamental que, en nuestra casa, podamos enseñar a nuestros niños valores fundacionales. Vamos a explorar algunas ideas de cómo hacerlo:
La importancia de agradecer. No son los regalos que se pidieron en la carta al Niño Jesús los que nos hacen felices. Que nuestros hijos puedan valorar y dar gracias por el amor que reciben, por sus familiares, vecinos, compañeros de clases, mascotas. Dedicar momentos durante este tiempo para agradecer y honrar a esos seres queridos que ya no nos acompañan físicamente, pero que forman parte de nuestra vida.
Aprender a compartir. La Navidad es un momento por excelencia para hacer felices a otros. No se trata solo de lo que recibimos y que nos hace sentir bien sino pensar con nuestros muchachos qué podemos hacer por alguien que nos necesita como comprarle un regalo, alimentos, medicinas o escribir una carta y hacer un dibujo para compartir con alguien que está solo.
Celebrar las tradiciones. Escuchar aguinaldos, gaitas mientras se elabora o se dibuja un pesebre o un arbolito refuerza el espíritu de la época. Contarle a los niños sobre cómo celebrábamos y las tradiciones que nos gustaba compartir en nuestro tiempo, visitar alguna plaza ataviada con adornos decembrinos, capturar el momento con algunas fotos y compartir en familia serán experiencias que quedarán tatuadas en el corazón de nuestros hijos.
Cultivar la esperanza. La Navidad es un tiempo signado por la esperanza. Dedicar espacios para compartir y celebrar como familia tendrá un valor inestimable. Es un tiempo propicio para hacer un balance de lo que hicimos en el año, de lo que nos sentimos orgullosos y de lo que no tanto y pensar cómo podemos ser mejores personas.
La oración, participación en misas de aguinaldos y de navidad, la realización de alguna ceremonia o rito en casa antes de compartir comidas y momentos especiales son expresiones para transmitirles a nuestros hijos que es Navidad, un momento especial para ser mejores personas y saber que no estamos solos para afrontar las asperezas de la vida.
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