Gustavo Roosen 11 de diciembre de 2023
Ningún
mes como diciembre para la nostalgia, las promesas, los buenos deseos o los
buenos propósitos. Días para los recuentos noticiosos, los análisis políticos o
económicos, las predicciones, las especulaciones, pero también, felizmente,
desde otra perspectiva, para la planificación, la organización y las
propuestas.
Más allá de las estadísticas y de la especulación que suele deformarlas, una observación directa y desprejuiciada de la realidad cotidiana mostraría en Venezuela un clima en el que se mezclan dudas con inquietudes, datos con presunciones, silencio con desconfianza. Pese a las cifras falseadas y los despliegues publicitarios, la verdad es que la gente ya no se moviliza por las propuestas u ofertas del partido de gobierno. Están los que nunca creyeron en el modelo y están los desilusionados. Están también los que ya no se benefician de sus dádivas y aquellos para los cuales los incentivos oficiales han dejado de tener importancia. De todos modos, el cuadro sigue teniendo los colores de la escasez, la mala calidad de vida, el deterioro de todos los servicios, el abandono de renglones básicos como la educación y la salud, la carestía, la ausencia de oportunidades, la inflación, el abuso.
Pese a
la presunción de recuperación en algunos ámbitos muy limitados, la economía
seguirá marcada por la escasez, la incertidumbre, la desconfianza, la
arbitrariedad desde el poder, los fantasmas de la inflación y el desorden
administrativo, además del efecto negativo de un clima electoral cargado de
promesas y compromisos políticos, consecuencia de la deformación de lo que
debería ser la expresión legítima de la voluntad popular. Partimos de la
presunción de que 2024 será un año electoral, siempre que el juego político y
los intereses de poder no deparen otra sorpresa. Venezuela aparece, por de
pronto, como uno de los 70 países que deben tener elecciones el año entrante, a
sabiendas de que más votaciones no significa necesariamente más democracia, y a
sabiendas también de las justificadas dudas de la población sobre las garantías
de honestidad y pulcritud que deberían conllevar estos procesos.
El
panorama para Venezuela 24 sería incompleto si no se contemplara su inserción
en la perspectiva mundial. El ambiente internacional que podemos esperar para
el 24 va a ser, sin duda, turbulento. Estará marcado, al decir de The
Economist, por muchos procesos electorales, el doble enfrentamiento
Putin-Zelenski y Biden-Xi, el conflicto árabe-israelí, las carreras espaciales
y armamentísticas, la inteligencia artificial, la economía, el cambio
climático, las energías renovables y el futuro de Medio Oriente.
Un
panorama así renueva para Venezuela la conveniencia de optar por una postura
favorable a la reoccidentalización, es decir, a pensar en los países de
Occidente como sus socios naturales y a desarrollar las formas más lógicas de
integración, no solo en el plano económico sino en el de la cultura. Hacerlo
implicará un alto nivel de compromiso de las élites y una imprescindible
capacidad para profundizar en las ventajas de la integración y para
aprovecharlas con realismo y visión de grandeza, convencidos de que se obtienen
mejores resultados cuando prima la confianza, la honestidad, la buena voluntad,
el pragmatismo, la comprensión de la naturaleza y alcance de los acuerdos.
Con
este cuadro, la perspectiva para Venezuela en el 24 cambia solo en la medida en
que se produzca un despertar de conciencia ciudadana y su incorporación activa
a la construcción nacional en todos los órdenes, el económico, el social, el
cultural. El programa es recuperar el valor de la ciudadanía en libertad y
optar por una postura participativa capaz de asumir las tareas y los
compromisos de planificar, organizarse, afirmarse en la continuidad de los
propósitos. Se trata, en consecuencia, de promover un diálogo social de
autenticidad, inclusivo, coordinado, enriquecido por la participación de los
ciudadanos y de las instituciones.
Venezuela
24 será, sin duda, mejor por la conciencia y la acción de sus ciudadanos.
Gustavo
Roosen
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