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lunes, 11 de diciembre de 2023

¿El fin de las ideologías o el choque de las civilizaciones?, por @tulioramirezc


Tulio Ramírez 10 de diciembre de 2023

@tulioramirezc

En su ensayo de 1992, «El fin de la historia y el último hombre», el filósofo y político estadounidense Francis Fukuyama sostiene que la democracia liberal ha triunfado como forma de gobierno y que, por lo tanto, la historia como lucha de ideologías ha terminado. El colapso  de la Unión Soviética, un imperio fundamentado en la ideología, con más de 70 años de existencia, sirvió de prueba empírica para sostener su tesis.

Fukuyama basó su teoría en la idea de que la historia es un proceso de progreso hacia la libertad y el bienestar. Este progreso, argumenta, se ha visto impulsado por la expansión de la razón y la ciencia, que han llevado a la creación de sociedades más libres y prósperas. Así, en una suerte de Espíritu Absoluto hegeliano, Fukuyama sostenía que la historia irremediablemente buscaba encarnar la razón por sobre la sinrazón de cualquier ideología. El comunismo, sostenía, era una ideología incompatible con la razón, la ciencia y la naturaleza, y por lo tanto, estaba destinado a fracasar.

Hegel define el Espíritu Absoluto como «la idea que se ha realizado a sí misma». Es la idea que se ha vuelto consciente de sí misma y que se ha reconciliado con la naturaleza y la sociedad. Es el estado de perfección y libertad absoluta. Pero este estado como cúspide de la civilización, ha tenido que superar obstáculos hasta lograr conciliar la naturaleza y la sociedad en un todo armonioso. Es el punto culminante de la dialéctica hegeliana.

El ensayo de Fukuyama fue un éxito de ventas y generó un gran debate. Algunos académicos lo elogiaron por su visión optimista del futuro, mientras que otros lo criticaron por su simplismo y su falta de atención a las realidades del mundo real.

En los años posteriores a su publicación, se han producido una serie de acontecimientos que han puesto en tela de juicio la tesis de Fukuyama. El auge del populismo y el nacionalismo en todo el mundo, así como el resurgimiento de regímenes autoritarios y fundamentalistas, sugieren que la historia no ha llegado a su fin.

A pesar de estas críticas, los planteamientos de Fukuyama siguen siendo una referencia importante en el debate sobre el futuro de las ideologías. Su ensayo ha ayudado a moldear la forma en que pensamos sobre la historia y el progreso humano. Algunos de los argumentos que Fukuyama utiliza para apoyar su tesis son los siguientes: a) la democracia liberal es el único sistema político que garantiza la libertad individual y la igualdad de derechos; b) la democracia liberal es el sistema económico más eficiente para promover el crecimiento y el bienestar; y, c) la democracia liberal es el sistema cultural más abierto y tolerante.

La precaria estabilidad mundial de los años 90 fortalecía la tesis de Fukuyama. El mundo parecía adoptar el liberalismo como forma de organización política y económica. La caída del Murto de Berlín, la extinción de la Cortina de Hierro, el viraje liberal de China y Vietnam, colocaba a países como Corea del Norte y Cuba como un avis rara en el concierto de las naciones.

Sin embargo, el siglo XXI fue testigo del resurgimiento de las ideologías más retrógradas. Los fundamentalistas arreciaron sus formas violentas y terroristas de hacer política bajo argumentos religiosos.  Se emprendió una “Guerra Santa” de proporciones mundiales que comenzó con los atentados del 11 de septiembre de 2001, y hoy día tiene su expresión más descarnada en el conflicto de Hamas contra Israel.

Ya no se trata de guerras para ocupar territorios, como el caso de Rusia y su pretensión de anexarse por la fuerza a parte de Ucrania, o de guerras como la autodenominada de “liberación del pueblo palestino” para recuperar territorios ocupados por los judíos. Lo que el mundo está observando con perplejidad es el empeño de Al Qaeda e ISIS, en llevar a cabo la llamada lucha salafista, es decir, la eliminación a los “infieles” donde quiera que estén.

A pesar del enorme desarrollo de la ciencia y la tecnología, del pensamiento racional, de los aprendizajes derivados de fallidas experiencias políticas autoritarias que no brindaron bienestar ni libertad, hoy se escucha a líderes religiosos llamando a una gran cruzada mundial para liberar al mundo de los “no creyentes”.   

La sura 9, verso 29, del Corán dice: «Combatid contra aquellos que no creen en Allah ni en el Último Día, no hacen ilícito lo que Allah y Su mensajero han hecho ilícito, y no siguen la religión de la verdad, hasta que se sometan humildemente.» Para buen entendedor pocas palabras, “Someterse humildemente” es convertirse al Islam. Negarse a ello puede significar la muerte.

Habrá que releer la teoría del «choque de civilizaciones» del politólogo estadounidense Samuel Huntington publicada en 1993, casi en paralelo con la publicación de Fukuyama. Sostiene Huntington que tras el fin de la Guerra Fría, el mundo se dividiría en civilizaciones distintas, cada una con su propio sistema de valores y creencias. Estas civilizaciones estarán en conflicto entre sí, ya que sus valores y creencias son incompatibles. ¿El mundo avanza hacia este choque?

Tulio Ramírez

@tulioramirezc


  

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