Orlando Viera-Blanco 12 de diciembre de 2023
@ovierablanco
“Terminamos
este ciclo sobre la antipolítica y los notables como expresión crítica de una
sociedad que aún le queda mucho por madurar en términos de conducción prístina
del estado, rendición de cuentas, corresponsabilidad social y sensibilidad ciudadana”
Hemos
repasado la salida CAP de la presidencia, el sobreseimiento de Hugo Chávez y la
antipolítica como epílogo de la democracia venezolana. Nos corresponde ahora
analizar el fin de una era, la pérdida de un régimen y la llegada de otro: la
revolución bolivariana.
Venezuela
entra una postergación que no sabemos cuándo terminará. Esta es la razón de ser
de estos ensayos sobre antipolítica y notables. Producir una reflexión profunda
sobre cómo llegamos a la anomia. No es reducir la postdemocracia, la posverdad,
a un neologismo indescifrable. Es encender luces sobre actitudes
contraproducentes como la desinstitucionalización y la edificación de un estado
ausente. Porque era deber inexcusable de las clases intelectuales y notables
del país, evitarlo, no empujarlo.
Un país que jamás estuvo hipotecado
Precisamente
es por aquella fecha, 10 de agosto de 1990, que un grupo de notables liderados
por Uslar se dirige a CAP, Presidente de la República, a los senadores y
diputados al Congreso Nacional, cuando CAP intentaba desarrollar una nueva
dinámica en la orientación del Estado y la economía. Liberación de precios,
desarme arancelario, control del gasto público, reducción del déficit fiscal,
privatizaciones, renegociación de la deuda, eliminación de Recadi [Régimen de
Control administrativo de Divisas/ un antro de corrupción]. Históricamente
habíamos sido un país de superávit en nuestra balanza de pagos, un acreedor
neto, pasando a ser un país deficitario.
El
gobierno de Luis Herrera Campins, recibió un país con deuda neta cero, es
decir, ingresaban más dólares de los que se gastaban. Nunca fue cierta la
expresión “he recibido un país hipotecado”. La deuda externa de Venezuela en
1979 [al terminar CAP I] era sustancialmente inferior a sus ingresos petroleros
más reservas. Pero en vez de favorecer una economía expansiva, Luis Herrera
elige mantener “la botija llena” del Banco Central de Venezuela, que llevó al
país a una contracción económica. Se intensifican las importaciones, cae la
inversión, sube la estatización progresiva y la carga de la deuda externa. En la
práctica fue un subsidio criminal y grotesco dólares a 4,30 para un sector
empresarial [1% de la riqueza nacional] que se encargó de vaciar la botella
embriagados de divisas baratas.
Lusinchi
[1.984] recibe el país con una fuerte carga de endeudamiento, un bolívar
devaluado y un Control de Cambio [viernes negro 18/2/1983], después de décadas
de estabilidad y libertad cambiaria. Con los precios del petróleo aún en alza
cambia la ruta [1986 y 1.987], con un agresivo plan de inversión y aumento del
gasto público, que repercute en el endeudamiento interno y externo,
desproporcional a la balanza de pagos. Rápidamente las reservas del BCV que
llegaron con Luis Herrera a 35 billones de dólares [unos 150 billones de
dólares hoy] caen a 17 billones o 75 billones de dólares de hoy, “favorecido”
por un RECADI prêt a porté. Cuando CAP II asume la presidencia en 1988, las
reservas estaban en menos de 350 millones de dólares y el servicio de deuda
externa, era negativo. Llega el paquetazo…
Economía
de shock vs. El paquetazo político
Aplicar
una política económica correctiva que borrara el principal vicio del
capitalismo-que es mantener una economía regresiva, inflacionaria y
deficitaria-fue inevitable. El shock no fue “el paquete de medidas”. El shock
era político. Un país acostumbrado a una economía rentista, subsidiada,
tutelada, con notas de importación y dólares preferenciales, entra en una
espiral de liberación, desmontaje de controles, adecuación de la cuenta
corriente, en el marco de un refinanciamiento de deuda externa agresivo.
Venezuela tenía que refinanciar 11 billones de dólares con 350 millones de
dólares en reservas. Fue necesario desconocer la deuda RECADI, activar un
programa de privatizaciones de empresas públicas ineficientes y asediadas de
corrupción, más otros ajustes como IVA y reducción de barreras arancelarias.
1.989 fue un año de inflación inevitable.
A
Pérez no sólo no le perdonaban ser presidente por segunda vez sino aplicar un
menú económico liderado por tecnócratas, además de apartarse-inapropiadamente-de
AD. Los señalamientos de Uslar y los notables sobre la reorientación del Estado
fueron críticos y apocalípticos. Estalla el 28 de febrero de 1989. Una reyerta
atribuida a las políticas liberales tildadas de paquetazos. Pero hoy sabemos
que el verdadero paquetazo fue la antipolítica. En vez de privilegiar un nuevo
consenso, se eligió el camino de la incriminación y la rivalidad.
Hay
que destacar que Venezuela tenía en el año 1960 un ingreso per cápita más alto
que Japón, 20 veces el producto per cápita de Corea del Sur, de Singapur o de
Taiwán, países pobres en 1960. Venezuela comenzó un proceso de agotamiento de
la sustitución de importaciones. “Debíamos haber reorientado la economía,
buscado nuestras ventajas competitivas y continuar aumentando la producción
petrolera” […]” Había necesidad de desarrollar otras áreas de producción del
país, donde se podía aumentar fuertemente su productividad, que es lo que
empieza a caer cuando se agotaba precisamente el modelo de sustitución de
importaciones”(Miguel Rodríguez ex Ministro de Economía CAP II). Pero
lamentablemente no fue así. Después de Pérez I no aprovechamos la crisis de la
revolución de Irán [1979] y se tomó una ruta contractiva. Este proceso
degenerativo de las finanzas públicas se produjo en medio de las arcas llenas
en la banca internacional, el BCV y PDVSA, fondos destinados a satisfacer la
demanda de divisas de un 1% de la población.
El
shock-insisto- no nace el 27 y 28-F de 1.989. Fue producto de un proceso
involutivo después de 6 décadas de crecimiento económico sostenido (desde
1920). Crecimiento urbano, industrial y estabilidad cambiaria absoluta. De ese
proceso involutivo no sólo participaba la clase política sino una clase
empresarial notable, visibles intermediarios políticos y un criticismo
pontífice que se exculpaba. Es verdad que muchos sectores gremiales,
institucionales y académicos alertaban sobre la grave y creciente crisis
material y moral de un país rico/pobre. La Iglesia, las universidades, los
individuos de número, advertían sobre los peligros del bipartidismo, del estado
rentista y una injustificada pobreza. Es verdad que no fueron escuchados, pero
la conjura de los náufragos fue desproporcional y devastadora.
Los
80. Una década perdida…
América
Latina entró en una espiral recesiva en la década de los 70 que la condujo a la
tempestuosa década de los 80. No sólo tienen que aumentar el endeudamiento para
financiar el aumento de los precios del petróleo [1979/Revolución Iraní], sino
también atender la deuda acumulada desde la guerra del Yom Kipur [1973] y por
la subida de los tipos de interés de la economía mundial. Brasil, un país que
tenía una deuda externa de 7 mil millones de dólares en 1973, termina con una
deuda impagable de 120 mil millones de dólares en 1982. Por lo que colapsa la
economía brasileña. México, que tenía una deuda pequeña en 1973, termina con
más de 100 mil millones de dólares de deuda pública, y la gran crisis de 1983.
Surge la moratoria del pago de deuda por parte la mayoría de los países de
América Latina. No por casualidad los 80 son la década de visibles transiciones
políticas en LATAM.
Venezuela
ha debido ser excepción en esta “década perdida” de los años ‘80. Pero un
endeudamiento faraónico [Pérez I], políticas regresivas de “botija plena” [Luis
Herrera] y un gasto público deficitario [Lusinchi], nos llevaron a la debacle.
Un proceso de redistribución del ingreso por una transferencia de riqueza
brutal de los sectores más pobres a las familias más ricas del país, consagrado
en un festín de otorgamiento de divisas, que nos condujo a una extrema
fragilidad. Y quienes veían caer la democracia, en vez de construir, auparon la
violencia catastrofista [dixit Octavio Lepage]. Una década perdida que ha
podido hacer de Venezuela el Singapur de LATAM. Fragilidad catalizada por la
antipolítica y aprovechada por los golpistas. Una década en la que se enalteció
el antagonismo posdemocrático, donde los intereses colectivos fueron
arrastrados componendas y soterradas soberbias.
Bueno
recordar que Betancourt y Leoni demostraron en palabras y obras, vocación
patriótica y de unidad nacional, donde los intereses del Estado se anteponen a
los intereses partidistas. Ese areté [señorío] político, es un eslabón perdido
de nuestra historia contemporánea. Y la pérdida de los 80, significó sin duda,
el ascenso de los antagónicos de los 90, cuyo “ajuste de cuentas” aun lo
pagamos inmerecidamente todos los venezolanos.
A
manera de conclusión: Asumamos nuestro rol…
Terminamos
este ciclo sobre la antipolítica y los notables como expresión crítica de una
sociedad que aún le queda mucho por madurar en términos de conducción prístina
del estado, rendición de cuentas, corresponsabilidad social y sensibilidad
ciudadana. La identidad no es sólo ideológica y cultural. Es profundamente
institucional, cívica y humanitaria.
La
antipolítica desde la esfera notable no es nueva. Un ejemplo era la resistencia
de intelectuales, novelistas y políticos como el autor de Peonía novela de
Romerogarcía [1.890] donde se ponen en juego personajes-símbolos y descripciones
del realismo criollista. No faltó su crítica mordaz al Ilustre Americano,
Antonio Guzmán Blanco, o aquella famosa frase: “Venezuela era un país de
nulidades engreídas y reputaciones consagradas” [1896, El Cojo ilustrado]… “Por
estas calles” (Ibsen Martínez/RCTV), por supuesto que no tumbó a Pérez, pero
cada entrega de sus 679 capítulos [Junio 1992-Agosto de 1994] concentrados en
la caracterización de Eloína Rangel (Gladys Ibarra), Eudomar Santos (Franklyn
Virgüez), Rodilla e ‘Chivo (Jean Carlos López) y Don Chepe Orella (Héctor
Mayerston), pusieron su condimento.
Quienes
dicen que Chávez llegó al poder entre otros factores, gracias a los notables y
a la antipolítica no se equivocan. Odios, rémoras, reflujos y revanchas
incontenibles. Pero hay otras variables. Políticas económicas y sociales
embriagadas de petrodólares y populismo. Políticas públicas clientelares, pero
también apostólicas. Un país fatigado de rencillas y viejas rivalidades, donde
líderes fundamentales antepusieron intereses personales a los intereses de una
nación empobrecida.
No
estoy seguro si hemos reflexionado sobre la necesidad de una sociedad más
incluyente, humilde y educada en términos de igualdad, fraternidad y libertades
reales. Un Estado dominado por clases políticas, civiles o notables
indiferentes al estómago, el afecto y los anhelos de la gente, es un estado
vacío, un estado ausente. Por cierto, un rol [la corresponsabilidad social, el
ambiente, la pobreza] que no sólo corresponde a lo público sino también a lo
privado.
La democracia
venezolana quedó sepultada el 23 de Mayo 93, con la expulsión de Pérez de la
presidencia y el inicio de una cadena de eventos rebosados de nulidades
engreídas y reputaciones consagradas…Nunca un golpista ha debido ser candidato,
ni un presidente pasar a presidiario. No en esos contextos. Nunca una
constituyente ha debido ser permitida y refrendada como nueva constitución.
Nunca nuestro petróleo debió servir como bozal del caribe, del socialismo del
siglo XX y XXI y de la OEA, y nunca la bandera tricolor ha debido ser permutada
por la verde oliva y la estrella grana y celeste de Cuba. Cuidado con los
notables de fachada revolucionaria, con su mar de la felicidad.
Hay
otros notables-al decir de Weber-que usan su sabiduría, la academia y posición
socioeconómica, para liderar movimientos memorables. Su conciencia está lejos
de favorecer al tirano (Alexandre Millerand, expresidente de la III República
Francesa). “En la historia de la humanidad, son ellos los que
notablemente-desde agencias electorales con el pueblo en la calle-derrotaron la
más elevadas pretensiones autoritarias, imperiales y patrioteras del hombre…”
No lo contrario. Asumamos nuestro rol histórico, haciendo política con nobleza
y desprendimiento.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico