Por Miguel Velarde, 14/09/2015
Cuando nos enfrentamos a la batalla más difícil, es cuando más coraje
necesitamos
Una vez más, Venezuela fue noticia en el mundo. Lamentablemente, como
tantas otras en los últimos años, no por algo de lo que podamos sentirnos
orgullosos, sino por una infamia que quedará en las páginas de la historia del
país. Después de más de 18 meses en prisión, muchos de ellos en completo
aislamiento y con sus derechos básicos violados, y luego de un juicio que se
prolongó por 14 meses, plagado de irregularidades, la noche del jueves Leopoldo
López fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de cárcel que deberá
cumplir en la prisión militar de Ramo Verde.
El día de la sentencia contra Leopoldo, las personas que acudieron a
apoyarlo pacíficamente al Palacio de Justicia, fueron recibidas por hordas
oficialistas que las atacaron violentamente. El saldo fue de un muerto y
decenas de heridos. Los chavistas agredieron sin distinción a ancianos, a
mujeres y hasta a embarazadas.
La quiebra moral del país ha llegado al punto de violar las leyes en
las puertas del Palacio de Justicia, sin que nada les importe. Creen que son
intocables, que el brazo de la Ley nunca va a alcanzarlos. Se nutren del odio y
del resentimiento porque eso es más fácil y menos doloroso que reconocer la
miseria interna que los alimenta y que se refleja en cada uno de sus actos. Son
la barbarie moderna, es todo lo que son. Ese es el verdadero legado de Chávez;
su único legado.
El mundo, finalmente, abrió los ojos ante lo que ocurre en Venezuela.
Cada vez son más las voces que se pronuncian exigiendo que este sinsentido
llegue a su fin. Es hoy más evidente que nunca que no gozamos en el país de las
garantías indispensables que definen una democracia y que la crisis económica,
política, social y moral tan profunda que vivimos es insostenible.
¿Hasta dónde puede llegar esta barbarie? Hasta que la decencia diga
¡Basta! Ese es el único final posible, porque nunca en la historia el mal ha
prevalecido ante el bien. Esta es una lucha titánica entre el resentimiento y
la esperanza. Es hora de que tantos venezolanos que aún pasan sus días entre la
parálisis, el miedo y la decepción, se sumen a una gesta que nos necesita a
todos.
Cuando nos enfrentamos a la batalla más difícil, es cuando más coraje
necesitamos, ese que diferencia a unas personas de otras y define el destino de
las naciones. Leopoldo, en la carta que escribió a los venezolanos al día
siguiente de ser sentenciado, citaba estas palabras del líder pacifista Martin
Luther King, Jr.: “Si no puedes volar, corre; si no puedes correr, camina; si
no puedes caminar, arrástrate. Pero hagas lo que hagas, tienes que seguir hacia
adelante”.
Hay momentos en la vida en los que el mejor camino es el único que
existe. Cuando parece que ya no quedan más fuerzas, que no hay salida, es
cuando más debemos luchar. La fórmula es simple: limpiarse las lágrimas,
sacudirse el polvo y seguir adelante.
El que se rinde pierde. Y aquí no se rinde nadie.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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