Sofía Torres 14 September 2015
La
socióloga venezolana y consultora internacional sobre América Latina analizó los escenarios políticos y
económicos de la región, que atraviesa
un momento preocupante y demanda medidas concretas para el desarrollo
sostenible y la justicia social.
Elizabeth
Tinoco se encuentra en nuestro país para presentar el libro Latinoamérica y el
asedio de la revolución, y habla de los mecanismos de integración comercial que
han establecido dos modelos económicos enfrentados y dos políticas
diferenciadas que han impactado en la gobernabilidad democrática: Mercosur y
Alianza del Pacífico
Aborda
también la contradicción existente entre la retórica socialista y las medidas
capitalistas, como parte de la heterogeneidad del Alba.
Experiencias contrapuestas
América
Latina a partir del año 2000 comenzó un proceso de crecimiento sostenido en
general, este proceso animó a países como México, Chile, Perú y Colombia a
fortalecer una alianza comercial más estratégica para avanzar en una
integración más eficiente y productiva de la que ofrecía el Mercosur.
Ese
proceso se llama la Alianza del Pacífico y su existencia ha contrapuesto dos
modelos de crecimiento. Uno lo representan economías que prosperan
sostenidamente desde el 2000 hasta hoy, México con 2,4%, Colombia con 3 %, y
Perú que pese a su descenso relativo sigue con un ritmo mayor de 3%; y por supuesto
la de Chile que también está en ascenso. El otro modelo se encuentra en el
Mercosur donde la desaceleración, la crisis financiera internacional y la disminución del costo de las materias
primas ha impactado la economía de sus países miembros: Brasil crece a una tasa
de -0,7%, Argentina con -1,7%, según estimaciones del Fondo Monetario
Internacional y el caso más dramático es el de Venezuela con un crecimiento de
-5%.
Vemos
como los modelos basados en la exportación de materias primas y en las políticas
económicas que imprimieron un fuerte componente social gracias a espacios
fiscales acumulados en años anteriores, han sufrido un gran impacto por el
descenso de los precios. Venezuela depende del petróleo en 98% de sus ingresos mientras que México depende
de este recurso en apenas 17%, tras hacer un esfuerzo por lograr la
diversificación productiva y generar una economía menos dependiente de un solo
producto de exportación.
Un momento preocupante
América
Latina vive una hora de mucha incertidumbre, de vulnerabilidad, la mayoría de
los países experimenta una desaceleración muy rápida desde el punto de vista
económico y no van a poder tener las políticas sociales que permitieron que la
pobreza reportara un importante decrecimiento, porque la riqueza que se ha
generado no deriva del trabajo sino de la exportación de materias primas y la
distribución no ha sido a través del salario.
La
tasa de informalidad en la región es de casi 48% y es uno de sus grandes desafíos, porque
significa baja productividad, inexistencia de un sistema educativo moderno y de
educación para el trabajo, los gobiernos no han invertido en la gente, no han
tenido políticas que apunten al estímulo de la inversión privada y pública, en
comunicaciones, educación, infraestructura, salud.
Veo
con mucha preocupación este momento. La región debe dar un viraje para
aprovechar el crecimiento positivo y en donde hay crecimiento negativo aplicar reformas
estructurales y severos programas de ajustes para generar desarrollo sostenible
y bienestar social.
La contradicción del verbo y la acción
Las
dos políticas diferenciadas que existen en la región han incidido en la
consolidación de la gobernabilidad democrática. En la Alianza del Pacífico se
ha avanzado gracias a un importante ejercicio del diálogo social, con el
fortalecimiento de las instituciones, el respeto de la libertad y los derechos
fundamentales, la institucionalidad laboral se ha fortalecido. En los países
del Mercosur vemos cómo por el agotamiento del espacio fiscal, las crisis económicas incrementan un malestar social que
provoca situaciones de ingobernabilidad, lo que se traduce en un ejercicio de
la autoridad mucho más severo.
Curiosamente
Bolivia es uno de los pocos países que está creciendo económicamente pese a que su modelo político está enmarcado
en la tesis chavista y es muy intervencionista.
La
mayoría de los países del Alba toman el
autoritarismo del socialismo del siglo XXI pero no sus políticas
económicas. Nicaragua tiene una relación especial con el Fondo Monetario
Internacional y crece en 4,8%, después de Panamá y República Dominicana, los
que tienen más alto crecimiento en la región con políticas económicas a tono
con los lineamientos del FMI y del Banco Interamericano de Desarrollo.
Ecuador
aunque ha descendido en su tasa de crecimiento ha implementado políticas del
mismo corte que las de Bolivia, liberales no socialistas. Hay una clara
relación entre los países que están en
crisis económicas profundas y sus modelos políticos implementados, y una clara contradicción entre el discurso
retóricamente socialista y la acción con medidas capitalistas dentro de la
heterogeneidad del Alba.
La
presidenta Dilma Rousseff la tiene bastante difícil. Hace un esfuerzo enorme
por reconducir muchas de las políticas
económicas para darle un nuevo aliento al crecimiento en su país, que es de lo
más bajos, en negativo. Está en una coyuntura política de gran presión,
predecir si va o no va terminar su
mandato es arriesgado.
Creo
que la sensatez de los partidos y el proceso de diálogo privarán y terminará su
periodo con la corrección de errores que le permitieron llegar a donde está.
Gracias
a los procesos de diálogo social México ha avanzado a acuerdos políticos
nacionales. El pacto por México, por ejemplo, fue una expresión fundamental de
participación y compromiso de las organizaciones partidistas con el gobierno
para avanzar en un modelo de desarrollo
con políticas coherentes y programas sociales hacia un desarrollo sostenible con justicia social.
Esperanza nacional
La
peor situación la tiene Venezuela, incluso peor que la de Argentina, su
economía está basada en los precios del petróleo y el descenso de los mismos
impacta dramáticamente y el proceso electoral que se avecina puede abrir una
vía de presión en el parlamento para que el gobierno inicie y retome
compromisos y medidas económicas que den un viraje.
A
pesar del autoritarismo gubernamental, que se evidencia con los presos
políticos, la represión en la libertad de expresión, la persecución y toda su
intolerancia con la disidencia y el pluralismo, Venezuela tiene todavía algunos
recursos institucionales para guardar la esperanza de que con las elecciones
del 6 de diciembre se reconquistarán espacios para salvar la democracia.
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