Thays Peñalver 11 de
septiembre de 2015
Si
usted se fija bien en la última historia presidencial, Hugo Chávez nació en una
casita de barro, en la más absoluta miseria durante la dictadura. Y nada más
llegada la democracia fueron sacados a una casa de verdad, con luz eléctrica;
se le educó gratuitamente, se le operó y trató gratis. A su padre se le educó
en programa especial y se le transformó en maestro, en coordinador, en director
de colegio, director de grupo y jefe de sección hasta llegar a la cúpula de los
destinos públicos, jubilándose a los 20 años de trabajo y con lo reunido pasó
de un rancho de bahareque, con techo de palma a dos aguas a comprar con su
esfuerzo de profesor y empleado público una finca de 20 hectáreas, con tractor,
desgranadoras, ordeñadoras y más de 100 animales de todo tipo (*). Ya quisieran
los campesinos alemanes esas oportunidades.
Era
como para estar agradecidos con la democracia porque salieron de la miseria más
absoluta, algo que en 150 años de dictadura y botas militares nadie soñó en su
familia. Sus hijos serían profesionales universitarios, educados gratuitamente
y a todos se les dio empleo digno. Y aún siendo ellos la prueba más clara de
que Venezuela es la tierra de las oportunidades, se empeñaron en mentir
descaradamente sobre que la democracia nunca dio oportunidades a los pobres.
Abra,
amigo lector, cualquiera de las biografías del despropósito que dirige esta
“nueva República”, y se encontrará con una única constante. La mayoría de los
ministros, gobernadores y alcaldes nacieron en la más absoluta pobreza durante
la dictadura militar o el comienzo de la democracia, el resto son representantes
de la clase media baja. La mayoría de ellos siendo pobres, pudieron estudiar
gratuitamente en las escuelas y liceos, asistieron gratuitamente a las
universidades que no existían en dictadura, absolutamente todos consiguieron
buenos empleos.
Del
liderazgo principal en los ministerios, a todos -y especialmente a los
comunistas- la democracia les permitió no solo graduarse, sino que fueron
enviados a las mejores universidades de Europa y Estados Unidos a hacer sus
maestrías y doctorados. Nacidos en la pobreza y llegado Chávez, todos ellos ya
eran universitarios, maestros y doctores, con sus casas y automóviles, todos
tenían buenos empleos y una vida digna. ¿Pueden ellos decir que los pobres no
tuvieron oportunidades, siendo ellos la prueba clara de lo contrario? ¿Pueden
ellos hablar de que los oligarcas no les dieron oportunidades, si sus propias
biografías son prueba categórica de lo contrario?
Y
¿quiénes fueron los oligarcas? ¿Rómulo Betancourt? Hijo de un inmigrante
canario establecido en la Guarenas del siglo XIX. ¿Raúl Leoni? Hijo de otro
inmigrante radicado en El Manteco asolado por la malaria. ¿Carlos Andrés Pérez?
Que nació en un rancho del siglo XIX y que salió a lomos de un burro de su
tierra. ¿Jaime Lusinchi? Hijo de una increíble doña María que regentaba una
pensión y a veces se iba sin comer a la cama para que su hijo pudiera estudiar
medicina. ¿Rafael Caldera? Huérfano de padres españoles y criado en el estricto
hogar de Tomás Liscano. Si algo ha tenido la presidencia democrática de
Venezuela, sus ministerios y la mayoría de su funcionariado toda la vida es que
ha estado “100% libre de ricos y burgueses”.
¿Justicia,
Independencia de Poderes? ¿Acaso no hay mayor mentira cuando los golpistas
hablan de la justicia de la 4ta República, cuando ellos querían nombrar al
Fiscal General, Ramón Escobar Salom, para su Junta de Gobierno?
La
verdad es que los ancestros de Chávez y de quienes hoy gobiernan estaban
relegados a vivir en la edad de los metales, porque el cabito terminó viviendo
en un hotel de París con botellas de coñac de 1.000 dólares de la época; Gómez
legó a los suyos nada menos que todo un Estado, y Marcos Pérez Jiménez en su
cuenta tenía nada menos que el presupuesto de la educación de todos sus
ancestros.
Mientras
que a Rómulo hubo que hacerle una colecta para comprarle una casa porque no
tenía dónde vivir y aceptó el regalo condicionado a que una vez muerto, la casa
sería un museo. Sus hijos, por tanto, no heredaron absolutamente nada, como
tampoco heredaron fortuna los hijos de Leoni. Conozco a los hijos de Lusinchi
que heredaron solo buenos recuerdos, y Caldera legó su dignidad a toda prueba,
como Luis Herrera del que nadie puede negar que más allá de sus quesos
llaneros, jamás se preocupó en hacer fortuna. Dejo de penúltimo al “7mo hombre
más rico del mundo” que muere en estado de semiabandono (por los millones que
votaron por él).
Y de
último dejo al hombre que nunca sabremos cuánto legó a sus hijos (supongo que
nada, porque con “su sueldito”, dos ex esposas y varios hijos, es difícil).
Pero a Venezuela sí dejó un legado: Hugo Chávez dejó partido en dos al país,
destruyó a la izquierda, reinstauró el militarismo, triplicó la deuda, quebró
las arcas, y parafraseando a Cabrujas: “Ni la caída del muro de Berlín, ni
Yeltsin inaugurando un McDonald’s junto a la tumba de Lenin, hicieron tanto por
la derechización nacional”.
(*)
Juzgado de Primera Instancia del Tránsito y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Barinas, Inspección Judicial Sol. 174, Barinas, 21 de Abril
de 2.009
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