Por Mabel Sarmiento
Garmendia
Más de 15 horas de ruleteo
aguantó María González (25) para que sus trillizos vieran la luz del día. A las
10 pm del jueves 10 le pegaron los dolores de parto y sus familiares salieron
con ella en carreras para la Maternidad Concepción Palacios, un hospital tipo
IV de referencia nacional y en donde además se controló los nueve meses de
embarazo.
Llegó pasada las 10 pm y de
entrada en la emergencia le dijeron que no la podían recibir porque no había
terapia para neonatos.
Nakary González, su hermana,
contó que la refirieron para el hospital Pérez Carreño donde también le
indicaron que la situación era de alto riesgo y que tampoco tenían incubadora.
“En la maternidad debieron
atenderla pues su expediente estaba allí. Pero la refirieron sin importarle
nada. Del Pérez Carreño nos mandaron para la Santa Ana, en San Bernardino. Allí
estuvo desde las 2 hasta las 5 am. Los médicos nos decían que debíamos firmar
un documento en el que nos hacíamos responsables por la salud de los niños, si
venían mal ellos no tenían culpa. Pero igual nos la atendieron y casi a las 9
am estábamos de regreso al Pérez Carreño, donde finalmente le hacen la cesárea,
a eso de las 2 pm”.
Al parecer uno de los
médicos que atendió a María en la maternidad Santa Ana hizo las gestiones para
que la ingresaran al Pérez Carreño. Uno de los niños se estaba quedando sin
líquido amniótico y la muchacha ya no tenía fuerzas de tanto esperar.
“En todos lados le hicieron
tacto, la revisaban le hacían exámenes y eso la maltrataba más. No hay derecho
de pasar por tanto”, dijo María.
Pasado el mediodía la
llevaron a sala de parto y le hicieron la cirugía. Uno de los trillizos nació
bajo de peso y acto seguido los médicos mandaron a los familiares a comprar de
urgencia cinta para medir la glucemia. A eso de las 4:50 pm iban de regreso al
Pérez Carreño con la medicina. Entrando les pidieron unos supositorios para la
mamá, así que se regresaron a la farmacia, de nuevo, llenos de cansancio y aun
sin ver a los niños.
María vive en la parte alta
de Carapita, en Antímano. Semanas antes del parto hizo una solicitud a la
Gobernación del Distrito Capital para que la ayudaran con las canastillas y los
coches. Su carta decía “…tengo 25 años, dos niños (Luisiana de 10 años y
Leonardo de 9) y un embarazo bicoarial trianótico. No cuento con los recursos
suficientes para comprar las tres canastillas y coches, por lo que acudo a la
solidaridad que ha mostrado el Gobierno del Distrito Capital con mujeres
embarazadas”.
La respuesta que le dieron
es que no había recursos y que hasta el 2014 hicieron donaciones de
canastillas.
A saber…
Los cupos de neonatología en
Caracas se redujeron no solo por la falta de insumos y de equipos médicos, sino
también por la falta de personal especialista.
Las madres de bajos recursos
económicos son las más vulnerables cuando llegan a las puertas de las
emergencias. En hospitales como el Jesús Yerena de Lídice o el Periférico de Coche
no reciben a las parturientas, pues las salas de parto están cerradas desde
hace más de cuatro años por remodelación.
De allí que la demanda se
aglutina en las maternidades Concepción Palacios y la Santa Ana y en el Clínico
Universitario, centros que reciben incluso a las mujeres referidas de la
periferia.
La Ley Orgánica sobre el
Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en su Capítulo II,
contempla la Violencia Obstétrica, q que consiste en determinadas formas de
maltratos ejecutados en contra de la mujer antes y durante el parto o durante
una emergencia obstétrica y la esterilización forzada por parte del personal de
salud, que se expresa además con tratos deshumanizados.
11-09-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico