por Luis Ugalde S.J.
Los médicos adquieren fama
por sus aciertos en diagnosticar enfermedades y curarlas. Así debería ser con
los políticos, pero lamentablemente la mayoría de la población se entusiasma
con sus buenas intenciones y promesas, no importa que vengan de inexpertos. La
diferencia no está en los médicos y en los políticos, sino en el modo distinto
en que los ciudadanos esperan soluciones en salud y en política: el enfermo
exige resultados, no le bastan buenas intenciones y promesas, mientras que la
sociedad enferma se deja encandilar y conmover por los denunciadores políticos
llenos de promesas halagadoras. Por eso muchos entregaron el país
en brazos de quien nunca había gestionado nada, ni podía demostrar un mínimo de
eficiencia y resultados; pero sabía tocar las teclas en el piano venezolano de
frustraciones, ilusiones y esperanzas.
Hay “moralistas” que tienden
a contentarse con las intenciones, pero personas de conciencia, con solo buena
intención pueden hacer (y hacen) grandes males, mientras que con intenciones no
tan nobles, se puede hacer mucho bien. También los cristianos podemos ser
ingenuos al sobrevalorar las buenas intenciones, sin exigir los frutos
correspondientes. Los males políticos y económicos exigen respuestas efectivas
expresadas en hechos y soluciones.
Por ejemplo, con intención de hacer un
bolívar fuerte terminaron devaluándolo en más de 1.000%, o por controlar
un precio lo disparan hacia arriba. La intención apenas es una parte. En
esto tienen razón los liberales cuando dicen que el “egoísmo” concentrado en
obtener buena ganancia puede llevar a un restaurante a producir mejor comida y
más barata que otro dueño bueno, pero incompetente. El egoísmo centrado en
ganar, con frecuencia da un excelente servicio al prójimo, aunque esto choque a
oídos cristianos.
Los venezolanos tenemos que reconstruir
la política produciendo resultados y no volver a jugar a la ruleta,
confiando en el mejor vendedor de ilusiones, sin honradez ni capacidad.
Tengo un amigo que trabajó
con entusiasmo revolucionario en La Vega y puso todo el esfuerzo tras muchos
proyectos y carteles que prometían millones en mejoramientos en las diversas
zonas de este populoso conglomerado. Se fue desilusionando y se ausentó de
Caracas unos años. Al volver, la nostalgia y las amistades le llevaron a
recorrer los barrios y visitar a los amigos y se encontró con cementerios de
proyectos y tristes relatos de ineficacia y corrupción que habían ahogado las
buenas intenciones, ilusiones y necesidades de la gente.
En este momento hay un gran
desencuentro entre las necesidades políticas y las respuestas efectivas. El
punto de partida es que en Venezuela la producción política es muy
inferior a lo que necesitamos, en cantidad y en calidad. Las demandas políticas
y las ofertas distan tanto entre sí, que hay peligro de que a la actual
frustración y desesperanza la sustituya en un año otra depresión. Y esto no se
resuelve con un juego de mercado donde la población se limita a pedir y los
políticos se ajustan verbalmente a esas demandas. Hay que elevar la
productividad política de cada uno y del todo.
Este grave déficit requiere
una población políticamente productora; habrá éxito si los ciudadanos y los
dirigentes políticos se exigen, apoyan y trabajan juntos para lograr
producciones políticas y virtudes ciudadanas específicas. Hoy, luego de 16 años
de promesas, recorrer La Vega de un extremo al otro es avanzar en un basurero
continuado, con un tráfico desagradable y desordenado, sin plazas, ni árboles,
ni jardines, ni autoridad; atrapado en la inseguridad, las colas y el ruido. La
vida es precaria, pesada e ingrata, y luego de un gobierno que se autoalaba
como poder de la gente y para la gente. Es imposible avanzar si no se logra que
la propia población se siente productora de nuevos niveles de convivencia y
calidad política; productora y beneficiaria. Lo mismo ocurre en la
macropolítica nacional, en la que la producción política es más deficitaria que
la de caraotas y café.
El cambio es posible y
tenemos excelentes experiencias multiplicables. Pero es exigente y tenemos que
nacer de nuevo a la producción ciudadana, luego de tan grave desastre,
que ha dejado los anaqueles políticos arrasados y vacíos.
10-09-15
http://www.eluniversal.com/opinion/150910/intenciones-y-logros-en-politica
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico