Por Simón García
Maduro, aunque mantenga
poder, ya es un perdedor. El modo antidemocrático como reacciona frente a su
fracaso continuará agravando las calamidades que están sufriendo
los venezolanos y echando abajo al país.
Es casi imposible mejorar el
dilema cuando el Presidente sólo quiere arrebatarle al país el único salvavidas
que queda para alejarse del naufragio. En cambio, la estrategia alternativa de
cambio es la oferta para inventar otro salvavidas constitucional que lleve a la
orilla, pacíficamente, al gobernante. Evitar que se ahogue es obligación
para los demócratas y lo más conveniente para reiniciar la reconstrucción
del país.
El modelo, la gestión y las
políticas que sigue imponiendo Maduro nos impone la vergüenza de ser el país
con más homicidios del mundo y de padecer los estragos de la inflación más alta
del planeta. Que no se trata sólo de la caída de los precios lo demuestra el
hecho de que en ningún otro país existe la crisis de agua, electricidad,
seguridad, producción o valores que nosotros soportamos. No una crisis, si no
todas la susceptibles de ser pensadas. Juntas y sin frenos.
El Presidente va a ser
revocado. Su intentona de configurar un golpe de Estado apenas podrá retardar
unos meses la fecha. El Presidente va a perder la elección de gobernadores. Y
si insiste en su golpe disfrazado contra el régimen democrático y en desmantelar
las instituciones del Estado y de la economía habrá que apelar a la
convocatoria a una Asamblea Constituyente en contra de la minoritaria voluntad
autocrática de un poder fuera de la ley.
Las fuerzas democráticas de
cambio, las que existen en la oposición y subsisten minoritariamente en el
oficialismo, no pueden perder el rumbo. El objetivo inmediato y urgente de
aplicar medidas para contener y luego revertir la crisis, restableciendo la
vigencia de la Constitución Nacional, exige un entendimiento entre quienes
forman parte de opciones que se han enfrentado, dura y desigualmente, durante
años. El entendimiento es un acelerador del cambio.
Maduro retrocede lanzando
granadas contra el entendimiento, bloqueando los caminos constitucionales para
abrir las posibilidades de cambio. Está perdiendo el juicio democrático y
haciendo todos los esfuerzos para pasar a la historia como el gran responsable
de la peor época que hayamos vivido. En vez de estimular la cooperación entre
los dos únicos poderes públicos que tienen su origen en los votos, Maduro
resuelve quitarle la luz, retenerle el presupuesto y desconocer las
atribuciones constitucionales a la Asamblea Nacional.
El Gobierno se ha convertido
en el obstáculo activo para resolver cualquiera de los grandes, medianos y
pequeños problemas que padecemos. Es un tapón que impide la paz, la
reconciliación y la unificación de los ciudadanos. El gobierno es la
catástrofe. Es el activador de la crisis humanitaria.
El entendimiento es la base
para una transición plural y progresiva, el primer paso hacia la formación de
un gobierno que atienda a la relación de fuerzas y a la deseable participación
de la minoría electoral en la reconstrucción de la sociedad. Paradójicamente,
es el medio más a mano de los ciudadanos para acelerar y definir desde la base
de la sociedad, las condiciones para recuperar el derecho a vivir mejor.
Un entendimiento que hay que
procurar antes y después del revocatorio.
08-05-16
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