Por Leonardo Morales
El tiempo es una
suerte de tragedia para el ser humano. Todos quieren sacar provecho de lo que
da el tiempo, porque el tiempo solo hace eso, dar. El tiempo es más que el año
que acontece, mucho más que el mes, la semana, los días, horas y segundos que
irremediablemente transcurren sin nadie pueda impedírselo pero no porque
quieran sino porque no pueden Así es el tiempo, nada ni nadie puede
resistírsele.
Todos quieren ganarle al
tiempo o más bien ahorrárselo; terminar más rápido un oficio, tarea o alguna
actividad cualquiera, al parecer recompensa con mayor cantidad de tiempo para
cosas futuras. Otros por el contrario despilfarran o transitan por el tiempo
presente para obtener algún beneficio futuro.
Pero el tiempo, así como no
se le puede detener, es igualmente implacable; nos damos cuenta del tiempo en
el presente pero no en sus consecuencias que por lo general desnudan al ser
humano tal cual es.
En Tiempo y Ser, dice
el filósofo germano, Martin Heidegger “El tiempo autentico es la cercanía que
concilia en unidad su triple y esclarecedora regalía de estar presente desde el
presente, el pasado y el futuro.” De eso no escapa la humanidad ni quienes por
razones diversas razones le corresponde o correspondió ejercer funciones
destacadas en la vida de los pueblos; las actuaciones del presentemarcan y
dejan una huella indeleble de sus vidas y la de otros. Lo que hacen, que se
conocerá como lo que hicieron, será la enseñanza para repetir o no en el tiempo
futuro. El tiempo no se detiene y es juez implacable del porvenir.
Maduro y su tiempo
Para Maduro su tiempo
presente inicia su extinción. Su circunstancia estará sujeta al tiempo que está
por venir que no será otro que su tiempo pasado. Él mismo se lo ha asegurado y
ese no es otro que su tiempo futuro, es decir, el de cómo será recordado: la
desastrosa gestión como mandatario estará presente siempre como una historia,
obviamente la de su tiempo pasado, la cual nadie, nunca jamás, querrá
reinventarla ni reproducirla en tiempo alguno. Quien en vida padeció los
rigores de la extinta Unión Soviética no querrá resucitar a Stalin y el
comunismo: el atraso, la represión y sus crímenes.
Nadie querrá traer al
presente un pasado que alberga un futuro ya conocido. Quién buscará reinventar
en el futurouna idea que destruyó buena parte del parque industrial, se
persiguió y expropió a comerciantes y empresarios, que generó pobreza, escasez
y hambre. Nadie pensará en un populista que con una chequera abultada logró en
un breve presente esconder el futuro, como tampoco en quiencada vez más se
acerca a echar cuentos de su vida pasada como primer mandatario.
Maduro busca ganar tiempo o
en todo caso malgastar tiempo presente para agenciarse su permanencia en el
ejercicio de un poder, cuyaactuación es cada vez más insostenible, y del que no
se benefician los venezolanos. Más bien padecen con angustia y dolor una
gestión que solo produce pobreza, hambre, miseria y una represión brutal para
sostenerse en el poder.
El tiempo de Maduro ha de
llegar a su final con la aparición de un poder intimidatorio que solo puede
imponer la sociedad venezolana. No hay otra manera de convertir la oscura
historia de Maduro en tiempo pasado y en fuente nutriente de lo que no debe
renacer en los tiempos por venir.
10-06-16
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