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miércoles, 15 de junio de 2016

Proceso a la miseria, por @MiguelBM29



Miguel Bahachille M. 14 de junio de 2016
@MiguelBM29

Miseria es un vocablo comúnmente recurrido para expresar desgracia o infortunio que se aplica particularmente, entre otros asertos, a los que padecen de extrema pobreza. La experiencia mundial demuestra que esa angustiosa condición sólo puede ser reducida si se facilita al necesitado espacios adecuados para acceder a la producción de servicios y bienes de consumo. Todo lo demás es fantasía o manipulación. Cuando la fantasía se hace perenne, como en Cuba en 57 años, se facilita la manipulación. Así pues la pobreza endémica del pueblo cubano podría menguarse sólo si las generaciones futuras asumieren cambios de ese arquetipo político. Ya existe la experiencia de la ex Unión Soviética. Hoy, Rusia capitalista.


¿A qué viene la cita anterior? Venezuela se encamina a un estatus de pobreza inédito en su historia republicana, mientras se persiste con  el degradante “humanismo igualitario” inventado por Chávez. Bajo ese esquema es imposible ocultar la inopia que hoy abarca por igual a casi todos los estratos del país. Estudios del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la USB (Marino González) determinaron que la pobreza en el año 2014 que era de 48%, cerró en el 2015 en 55%.

La cara visible de la actual pobreza se hace pública mediante acciones de los mismísimos que surgieron contra el “capitalismo hambreador”. Ahora han improvisado algo llamado “Comités Locales de Abastecimiento y Producción” (el CLAP) con designio de distribuir pequeños paquetes de alimentos de la canasta básica “casa por casa”. Algunos osaron llamar a ese mendicante distintivo como “bolsas patrióticas”. Por su parte el presidente Maduro dijo: “Los CLAP tienen que ser la máxima expresión de la revolución económica en la base”.

Nada nuevo. En octubre de 2015 la entonces candidata a diputada Jacqueline Faría, junto a Carlos Osorio y otros numerarios gubernativos en un operativo de distribución de alimentos en el sector El Mamón, barrio El Ciprés, Macarao, declaró: “uno sale de su casa, viene con su bolsita, compra y se va para su casa… eso es la revolución, lo que nuestro presidente Maduro ha ordenado, así que vamos a disfrutar de estas colas sabrosas para el vivir, viendo”.

Toda la acción gubernamental se enmarca en una “ontología a la cubana” orientada a ensanchar la miseria y reducir la libertad personal del necesitado para que no pueda adquirir lo qué y cuándo quiera. Las colas “por sabrosas” implican sustituir el divertimento y el “ocio necesario” por la humillación; pero eso sí, ¡con sonrisa en el rostro! Es notoria la intención de arriar la bandera socialista hacia el grueso de la población para obligarlo a practicar uno de los oficios más antiguos de la humanidad: la mendicidad.

Para el régimen la crisis económica y social no existe. Basta oír al representante del Estado venezolano para los derechos humanos, Germán Saltrón (VTV-01-06), para corroborarlo. Afirmó que los empresarios prefieren que los alimentos se pudran y que Venezuela posee mejor calidad de vida que Colombia, Uruguay, Argentina y Chile. ¡Nada que agregar! En el fondo se busca que nadie se sorprenda al ver cientos de miles de personas en colas riñendo por comida. Que esa imagen se convierta en hábito y, por tanto, en parte de nuestra cultura para que no le quite el sueño a “los complacidos”.

Lejos de estimular avíos de equidad con productores privados para generar empleos remunerativos, el gobierno incauta empresas meritorias para convertirse en repartidor de limosnas. Todo el mundo conoce cómo es la cara visible de la pobreza, pero no cuál será la reacción del pobre ante tanta carencia. Los conatos de saqueo deben encender las alarmas del gobierno para evitar se desate la peor de las revueltas: las ciegas. Seguro que “los cómodos” del gobierno están al corriente que el término miseria se aplica también a los desprovistos de otros valores como la honestidad, generosidad y caridad.

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