Por Arnaldo Esté
Otra eticidad.
Se abre la conciencia y
necesidad de hacer una nación con la unión, participación y trabajo de todos.
Mucho más que “no rendirse”
es pasar a una ofensiva de creación y producción.
La queja y el lamento, más
allá de la simple purgación emocional, tienen lugar cuando hay alguien que los
oiga y resuelva. Así que no es del gobierno –de cualquier gobierno– o del
petróleo que habrán de venir soluciones. Mucho menos de este gobierno que es
una dictadura inepta y egoísta, pero con la fuerza destructora que sufrimos
cuando carcome con limosnas la dignidad carnetizando la servidumbre.
Mucho más que un cambio de
modelo económico, que es ciertamente imprescindible, es la creación y
realización de un proyecto adecuado a este desastre en el que estamos y desde
donde hay que arrancar, con nuestras maneras confusas y la debilidad de
nuestros valores y con los muchas veces repetidos, consoladores y mal usados
recursos naturales.
Quedan abiertas tareas
políticas que expresen teórica y prácticamente esa unión, pero más allá –y más
acá– de los partidos, lo político y lo electoral, que es importante atender,
está la necesidad de organizarse en todos los campos y niveles para tomar los
caminos del hacer. Para ahora y para siempre. Desde la menuda organización y
funcionamiento de un condominio o calle hasta federaciones, instituciones y
empresas.
Un giro ético hacia la
dignidad, la participación, la diversidad –la imperiosa diversidad– y la
solidaridad. Hacia la profundización de la democracia que cultiva lo que el 16
de julio se mostró como posible: la gente, organizaciones sociales de todo
oficio, estudiantes y maestros, familias y vecinos y toda las grupalidades que
las infinitas redes y voces permiten y lo hicieron. Un sentido y un valor de
comunidades haciendo cosas ¡haciendo sus cosas!, sin esperar que otro las haga.
Así que no se trata de
regresar simplemente a la democracia superficial y petrofílica. Hay que
profundizarla en aquello que requiere la tarea y derechos de todos. Una
condición ética de cohesión y participación constructiva desde todos los
niveles y sectores. No es solo un cambio de gobierno o modelo. Es otro país.
Tareas para los trabajadores
y empresarios en la producción de los bienes cotidianos. Para los artistas que
nos llevan al disfrute que les da sentido y fin a esos trabajos y a la vida
misma. Para los científicos investigadores que nos ayudan a conocer lo que
somos, nuestros problemas y sus exigencias. A los maestros y educadores que
deben realizar en sus aulas la democracia necesaria y la derrota del
autoritarismo.
La convergencia y el clima
que se logró en el Aula Magna de la UCV el 6 de marzo, bien expresada en la
proclama leída, nos muestra el tamaño y las exigencias de estas tareas. Debería
ser una referencia para el diseño y la realización de proyectos, sin quedarse
en buscar o esperar el cambio de gobierno.
No es corto ni poco lo que
tenemos por delante. Es cavar fuerte y profundo para hacer una nación que
quiere renacer.
10-03-18
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