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domingo, 22 de julio de 2018

Guerra Guerrática, por @laureanomar




Laureano Márquez 21 de julio de 2018

Una junta de generales se reúne de urgencia, luego de encargar al secretario del Estado Mayor dos bolsas de hielo por que la cosa va para largo, se sientan frente a un mapa de Colombia a diseñar la estrategia para invadir y -de ser posible- conquistar al vecino país. La reunión es ultrasupersecreta. Se exige a los asistentes que apaguen sus celulares. Todos escriben mensajes a sus esposas más o menos en el mismo tenor: “Mi vida, entrando a una reunión secreta para invadir Colombia, luego te cuento”

Uno de los generales asistentes, inicia una presentación PowerPoint:

– Señores, oido al tambor. Nuestro plan ha sido meticulosamente diseñado, pongan atención todos los componentes:

mientras nuestras fragatas salen desde el Zulia por el Golfo de Coquivacoa para tomar la ciudad de Cartagena, (señala con puntero laser en la pantalla a Cartagena en un mapa, haciendo circulitos luminosos en torno a ella) controlando así la salida de Colombia hacia el Caribe, los aviones Sukhoi Su 30 despegan de la Base Aérea Libertador en Palo Negro…

– Mi general no meta al Negro del WhatsApp en este lío- interrumpe el jodedor del grupo. (todos estallan en carcajadas).

– Vamos a enseriarnos, camaradas, que esta vez sí va en serio -dice con severidad, mientras unos mesoneros entran con algunas bandejas de tequeños recién fritos que distraen la atención de los hombres de armas con urgencias menos bélicas) – ….Bien, prosigo -dijo el presentador a la vez que soplaba el humeante tequeño-… los aviones de palo Negro salen rumbo al Aeropuerto Internacional de la Chinita en Maracaibo…aquí esperarán instrucciones para proceder al bombardeo de los cinco puentes que cruzan el Magdalena, a objeto de dar un severo golpe a las comunicaciones fluviales del hermano país.

Por su parte el Ejército de tierra, apostado en el Estado Apure, cruzará la frontera aquí (señala el mapa) para invadir los llanos colombianos, invadiendo toda la región de Orinoquia, tomando así el control ganadero del país. Luego viene la parte más importante: la toma de Bogotá. Primero avanzamos con el Ejército hasta Boyacá, pero ¿voy acá? (puntero sobre Bogotá), no camaradas, damos la vuelta para entrarles por Tolima y así confundirlos y caerles de sorpresa. Claro que la Fuerza Aérea mientras tanto nos respalda con bombardeos. Usamos los aviones chinos los Hongdu K-8VV.

– Y hablando de VV ¿esta partida es seca?

– Paciencia camarada, todo a su tiempo, concéntrese en la estrategia, para que todo esté claro…Nuestra misión es llegar hasta el Putumayo….

– Tranquilo General, que eso antes del puto octubre está listo- apuntó uno de los uniformados que no había abierto su boca.

La operación estaba milimétricamente diseñada, sobre la mesa grande de conferencias se desplegaba un mapa del área fronteriza con soldaditos de plástico, de esos que traen como una base del mismo material para que se paren, también aviones y camioncitos de guerra de juguete, fragatas y otros elementos para armar el teatro (de operaciones). Solo faltaba la llamada del Comandante en Jefe.

La llamada ocurrió a eso de las dos de la madrugada. El repicar del teléfono rojo tomó a los generales desprevenidos. Algunos ya estaban rendidos en el sofá con ronquidos que han podido poner en retirada a batallones selváticos aterrorizados por si se trataba de alguna fiera al acecho. Otros miraban la televisión, mientras, el resto conversaba en torno a la mesa de conferencias mientras jugaba distraídamente con los soldados sin prestar mucha atención.

Inmediatamente, todo se puso en práctica como estaba previsto. Una semana más tarde, el seguimiento de la operación reportaba las siguientes novedades:

Las fragatas misilísticas navegaban ya rumbo a Cartagena, Cartagena, en España, claro. Vuelven al Zapatero del que salieron.

Los tanques de fuerte Tiuna no habían podido avanzar más allá de La Victoria: los habitantes de la ciudad, en protesta por la ausencia del vital líquido, habían trancado la autopista de forma indefinida.

Los aviones Sukhoi nunca pudieron aterrizar en La Chinita, porque por ser una operación secreta, era menester aterrizar de noche, desafortunadamente se había ido la luz en todos los intentos.

En cuanto a los aviones chinos, los técnicos de este país, encargados de su mantenimiento, extrajeron repuestos esenciales para el vuelo y se niegan a devolverlos si no se realizan algunos pagos de deuda pendientes con nuestra aliada oriental.

Las tropas apostadas en la frontera para la invasión de los llanos colombianos, a pesar de que llevaban 4 días estacionadas allí, registran un consumo exponencial de combustible que nadie logra explicar.

Los voceros más destacados del régimen atribuyen todos estos fallos a saboteos, a una supuesta “guerra guerrática” de la oposición, aunque no se sabe muy bien de cuál de ellas.


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