Ismael Pérez Vigil 28 de septiembre de 2024
Cuando
se acude a la historia para analizar acontecimientos actuales cada quien la
interpreta de acuerdo a su objetivo, lo que conoce de ella y la imaginación que
tenga; algunos se limitan −nos limitamos− en determinadas circunstancias, a
presentar hechos para que cada quien saque sus propias conclusiones. De esta
forma y con esa premisa nos aproximaremos al concepto de “resistencia”, que
siempre será “política” porque al final, siempre estará en juego el poder.
Concepto.
Para
no entrar en profundidades metodológicas, filosóficas o politológicas, vamos a
entender por “resistencia” −y más específicamente la política−, lo que
encontraría cualquier persona que se acerque a buscar el concepto en un
diccionario. Así la Real Academia Española (RAE), en su primera acepción la
considera como la: “Acción y efecto de resistir o resistirse”; y en
la tercera, nos aproxima más al concepto que nos interesa: “Conjunto de
las personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos
métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura.” ‘De igual
manera, desde hace más de 150 años, el Oxford English Dictionary define el
término como: “oposición organizada a un invasor”.
El
término se identifica y asimila también con: rebelión, rebeldía, rechazo,
resistencia activa y pasiva, no violencia activa, y otra cantidad de conceptos
que sería ocioso citar. Quedémonos por tanto con las ideas asomadas por ambos
diccionarios: un término genérico, de personas organizadas, usualmente de
manera clandestina, en cualquier país, que se oponen a los invasores o a las
tiranías. Pretender dar una visión general de este amplio tema y los
innumerables movimientos de resistencia es absolutamente imposible y poco
práctico, por lo que seleccionaré algunos que me llaman la atención y que
sirven para ejemplificar alternativas. Esto no es un tratado sobre el tema, que
tampoco pienso agotar, sino apenas un intento, unas pinceladas, para motivar la
curiosidad, propiciar la lectura y reflexión sobre el mismo y su investigación
más a fondo.
Y con
estas ideas presentes aproximémonos, en esta ocasión, a dos de los procesos más
conocidos de “resistencia”, comenzando por uno de los más famosos, como lo fue
la “resistencia francesa” a la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial;
para luego hablar sobre la Guerra de Independencia de Argelia, o liberación del
pueblo argelino de la colonización francesa de más de un siglo.
La
Resistencia Francesa.
Cuando
en un contexto político escuchamos la palabra “resistencia”, la mayoría de
nosotros, en efecto, inmediatamente nos remontamos a la “resistencia francesa”
durante la Segunda Guerra Mundial, de la que seguramente no tenemos recuerdos
directos, sino o través de lo que hemos leído, de las películas de Hollywood o
de alguna “serie” que hemos visto y eventualmente de lo que cuentan nuestros
padres o abuelos. Otros ni siquiera eso, porque mis padres, por ejemplo, lo que
vivieron fue la guerra civil española, suficientemente traumática, y la
“resistencia” al régimen franquista, que la hubo y a mi padre le costó cárcel y
exilio y solo regresó a España después de la muerte del dictador Franco; (por
cierto, Francisco Franco, murió en su cama, tras gobernar 40 años; eso hay que
recordárselo a ciertos españoles de hoy, cuando “reclaman” acción a otros).
Pero no es de la “resistencia” a la dictadura española de la que voy a hablar,
sino de otras, de las ya mencionadas.
Antes,
debo recordar que la “resistencia francesa” no es la única que históricamente
pudiéramos citar, pues sin exagerar, hay miles de movimientos de “resistencia”,
desde épocas inmemoriales y a los más variados regímenes políticos, dictadores,
tiranos, sistemas coloniales, actos de discriminación masiva, incluso a
gobiernos democráticos o republicanos. Por ejemplo, sin ir muy lejos,
remontándonos a las proximidades de la Segunda Guerra Mundial, ya que
mencionamos la “resistencia francesa”, solamente en Italia hubo decenas de
movimientos y grupos organizados contra el fascismo de Mussolini; incluso, en
la propia Alemania de Hitler, no todo era “paz”, uniformidad o apoyo a esa
dictadura, sangrienta y represiva, sino que también se destacaron movimientos
de “resistencia”, individuales y de grupo, contra Hitler. Y, también hay que
decirlo, hubo algunos movimientos a favor de él, en otros países.
La
invasión y la resistencia.
Las
tropas de Hitler invadieron Francia y la ocuparon desde el 14 de junio de 1940,
durante más de cuatro años, hasta diciembre de 1944, ocupando el norte de
Francia, retomando territorios −Alsacia y Lorena− de los que Alemania se había
apoderado a principios del siglo; solo un tercio del país, quedo en manos de
los colaboracionistas franceses, con asiento en Vichy, al mando del General
Philippe Pétain. Desde el mismo momento de la invasión, se organizó una tenaz
“resistencia” a la ocupación nazi y al gobierno colaboracionista de Vichy,
integrada al principio por anarquistas, comunistas, exilados de España, a la
que se fueron sumando otros movimientos, en el frente interno, en suelo
francés; y en el exterior en el movimiento Francia Libre, en torno al General
Charles De Gaulle, que se unificaron en el frente Francia Combatiente, al que
más tarde −en 1943− se les, unió desde Argelia, el Frente Francés de Liberación
Nacional, para conformar el Ejército Francés de Liberación que combatió junto
con las tropas aliadas. Tomó casi tres años, a pesar de la guerra, innumerables
combates y acciones, que se lograra conformar ese ejército y es solo hasta el
25 de agosto de 1944, que los aliados bajo el mando de Philippe Leclerc liberan
Paris y ese mismo día entra en esa ciudad el General Charles De Gaulle
La
“resistencia” la conformaron todos los movimientos organizados frente a la
ocupación nazi y contra el régimen colaboracionista instalado en Vichy; desde
el mismo junio de 1940, que organizaron operaciones y combates militares,
actividades clandestinas, impresión de folletos, huelgas, manifestaciones,
redes de salvamento de perseguidos −sobre todo judíos− acciones de información,
manifestaciones, sabotaje, guerrillas urbanas y en el campo (los famosos maquis),
contra los invasores alemanes y las tropas francesas de Vichy. Como dije, no
pretendo narrar todo lo ocurrido, sino rescatar algunas ideas.
Ideas
destacables de esta “resistencia”.
Son
varias las ideas a destacar sobre está “resistencia”;
1- que
obviamente se da en el contexto de un conflicto bélico a gran escala, lo cual
no es fácil −al menos eso esperamos− que se repita históricamente y que
determinó en buena parte su éxito y al que sirvió de apoyo;
2- la
“clandestinidad”, que es la conciencia de que se enfrentaba a un enemigo −el
nazismo− peligroso, al que había que buscar formas de confrontarlo, cuidando a
la vez las propias fuerzas;
3- a
pesar de la actividad militar, destaca la incorporación de civiles a la lucha
clandestina y a las actividades de “resistencia”, incluso apoyando la acción
militar; y
4- que
al final se logra el éxito tras alcanzar la unidad; está, a pesar del ambiente
bélico solo se consiguió, como ya dije, después de dos años de intensa lucha.
La
Independencia de Argelia.
Es un
contexto muy distinto al anterior, pues es una lucha por la liberación o
descolonización de un pueblo. No me voy a referir a toda la épica del pueblo
argelino por liberarse de la colonización francesa establecida desde 1830,
destacaré solo la fase final, que fue una lucha que duró unos ocho años −
de1954 a 1962− y fue una lucha de guerrillas, con múltiples atentados, en donde
falleció población no beligerante, con enfrentamientos armados entre la 10.ª
división de paracaidistas de Francia y el Ejército de Liberación Nacional,
brazo militar del Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia. Sus
repercusiones morales −por algunos excesos del ejército francés− además de las
propias de una lucha armada, tuvo su impacto en la propia Francia que
favorecieron la caída de la Cuarta República Francesa y el resurgimiento de la
Quinta República con Charles De Gaulle al frente desde 1958, quien propicio un
referéndum −en 1961− sobre la libertad argelina, que fue favorable a la misma.
La
liberación de Argelia tuvo múltiples altibajos; luchas internas −con secuelas
de muertos y heridos− entre diferentes opciones y un marcado carácter religioso
−musulmán−, apoyado y alentado por países musulmanes vecinos, que ya habían
alcanzado su independencia: Egipto, Túnez y Marruecos. Lograda la independencia
el FLN lideró el país como partido único, hasta 1989, y desde allí fue notoria
la gran pugnacidad política y especialmente entre sus líderes, entre los que
destacan algunos nombres conocidos y otros no tanto: Farhat Abbas, Ahmed
Ben Bella, Houari Boumédiène, Mohammed Boudiaf
hasta Abdelaziz Buteflika, el último de los más conocidos y
que presidió el país hasta 2019.
Quizás
lo que mejor resume y destaca la lucha de Argelia y su proceso de liberación
esta recogido, como suele suceder, en una película: “La Batalla de
Argel”, la conocida y premiada película de 1966, dirigida por Gillo
Pontecorvo.
La
Batalla de Argel.
La
película de Pontecorvo se rodó en blanco y negro y por momentos tiene mucho de
documental, que mediante la técnica cinematográfica del “flashback” refleja el
ambiente que se vivió en Argel, particularmente en la “Casbah”, o zona
musulmana de esa ciudad. La película se centra, básicamente, en Ali La Pointe,
un delincuente radicalizado políticamente por el FLN y que se considera uno de
los héroes argelinos de esa gesta, entre 1954 y 1957, y presenta las abusos y
agresiones contra la población civil por parte de ambos bandos, el FLN argelino
y los paracaidistas franceses enviados a contrarrestar la rebelión. Unos −los argelinos−
cometen actos considerados terroristas y atentados contra civiles europeos; y
del otro lado, las fuerzas francesas, no dudan en acudir a la tortura, la
intimidación, el asesinato y la violencia indiscriminada contra la población,
en su mayoría musulmana, que apoyaba la rebelión.
Más
allá de la valoración que se haga de la película de Pontecorvo y su carácter de
apología o no de la violencia, la lucha de guerrillas, la insurgencia o la
contrainsurgencia −pues para todo eso se ha citado y utilizado− la película
muestra como la lucha política toma un giro fundamental cuando los argelinos
incorporan a la lucha por la independencia de Argelia, elementos religiosos e
instituciones de un “estado paralelo”, que fueron creando, regido por normas y
leyes diferentes a las de la Argelia francesa o colonizadora; convirtiendo así
la lucha de independencia también en un tema cultural, racial y religioso.
Ideas
destacables.
De la
lucha por la independencia argelina, rescato estas ideas:
1- la
ya mencionada “clandestinidad”, como mecanismo para la protección frente a un
enemigo peligroso;
2- el
involucramiento de la población civil a la lucha política, en tareas de apoyo a
la “resistencia”.
3- la
idea de la importancia de una motivación ideológica, política e incluso
religiosa o espiritual, que le dio, en Argelia, mayor carácter a la lucha de
“resistencia política”.
4- lo
imprescindible de preservar la “unidad”, como factor clave de éxito y
mantenerla, incluso después de logrado el objetivo principal.
Conclusión.
La
próxima semana abordaré otros dos casos o ejemplos de “resistencia política”:
La Primavera de Praga, o resistencia a la invasión soviética a Checoslovaquia y
La Lucha contra el Apartheid en Suráfrica.
Ismael
Pérez Vigil
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