jueves, 8 de abril de 2010

Violencia, quiosco y juventud


Por Santiago Quintero

En estos días, la población sufre de un mal que no ha buscado ni procurado en forma alguna. Se trata de la violencia desatada, que es capaz de llevarse en un fin de semana la vida de 167 compatriotas, como si la ciudad entera fuera un campo minado de depredadores que andan sueltos, hambrientos de destrucción. La pregunta radica en hasta cuándo la pobreza puede ser indiferente a la violencia que le arrebata el capital que tiene, la vida, y la clase media seguirá indiferente ante el mismo monstruo que ya comienza también a devorarla.

Debo llegar a la conclusión que para mucha gente de nuestro pueblo, la lealtad política es un problema de devoción religiosa. Pasaba por un kiosco para comprar mi diario favorito y cuando lo solicito, el dueño del kiosco me dice que él era el primer lector del diario anteriormente, pero ya no, ¿y por qué amigo -le pregunto- si sigue siendo uno de los dos más importantes diarios del país?; ahora nadie lo compra.; eso era antes, ahora no. Bueno -le respondo- yo discrepo de usted, de hecho son las siete de la mañana y me estoy llevando el último, si eso no es venderse...; No, está Ud. equivocado -me dice- yo solo pido tres porque no se vende. Discúlpeme, amigo -le insisto-, he pasado por cinco quioscos además del suyo, y más bien se quejan de que no les traen más y es de lo que más salen. ¿No será que usted está molesto, al igual que los demás, porque no le consignan más ejemplares?; No, señor, no es así como Ud. dice, porque ese periódico es u n mentiroso. ¿Y qué le molesta de él, amigo, que titula en primera página lo del problema eléctrico? ¿Acaso no está viviendo Ud. el problema, acaso no le cortan la luz, Ud. vive bien con eso? El pueblo vive bien -me dice el señor- y le respondo, ¿vive bien, y ve por lo menos un familiar que cae víctima del hampa? ¿Eso es vivir bien? El pueblo vive bien, esa delincuencia no es para buscar comida, nadie se está muriendo de hambre, eso es un problema de familia porque los muchachos salen a robar el blackberry que no tienen y cosas así; Bien -admití- sin duda hay un problema de familia y una descomposición social, pero el Estado podría hacer algo para combatir la delincuencia y aumentar la seguridad. Los policías ponen preso al delincuente y lo sueltan al rato porque los jueces y los fiscales lo liberan. ¿Y de dónde vienen esos jueces y fiscales, sino de un Estado donde los magistrados se jubilan para saltarse una ley, Usted no se da cuenta de eso amigo? ¿Usted no se da cuenta de que un gobernante no puede estar once años seguidos siendo candidato, haciendo política electoral, sin ocuparse de la seguridad, de los servicios, de la administración de la justicia, de la administración de los recursos? ¿No le duelen a Ud. 950.000 millones de dólares desaparecidos, dónde están? Los que estaban antes también robaban, lo que pasa es que tenían menos. ¡Entonces, amigo, dónde está el cambio! Eso también es un problema de familia, el robo es un problema de familia. Bueno señores, me retiro, estoy claro de que hay un problema familiar, pero no entiendo como Uds. pueden liberar al Estado de responsabilidad. Cuando sigo caminando, pienso que mis interlocutores están sobre los setenta años y que el país en más de un setenta por ciento tiene menos de treinta años. Entonces me convenzo aún más de que la salida del túnel está señalada por la luz de la juventud para dejar atrás las sombras del caudillismo.

Publicado por:
El Blog de Joacoramon

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