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jueves, 20 de mayo de 2010

Caminando Caracas


Por Ana Isabel Torres Pantín

Caminaba y caminaba. Mi única guía eran algunos letreros que identificaban la zona en donde me encontraba. Así recorría las calles repitiendo una y otra vez «está cerca del Burger King» mientras mi mirada se fijaba en cada esquina anunciando que pronto llegaría a mi destino.

La prontitud que ansiaba se convirtió en una verdadera eternidad y mis ojos no concebían señal alguna de andar en el lugar correcto. Me detuve en el primer kiosco a preguntar:

–Señor, ¿sabe usted dónde queda La Estancia? Estoy perdida.
–¿Por dónde le dijeron? Siga por donde le indicaron que llega.

Seguía en la tarea, a tal punto de que ya no encontraba cómo hacer la pregunta. Sencillamente nadie sabía responderme más de un «Siga por allí y pregunte más adelante», «Lo vi un día, pero ni idea». No era una opción seguir interrogando y mucho menos pensar en conseguir un punto de información.

En eso vi un lugar informativo, el único que había visto en la calle. Estaba cerrado. Tampoco era una opción. Sumergida en un sueño utópico me imaginaba en Caracas parada en cualquier esquina con un mapa de la ciudad eligiendo, sin preocupación, cualquiera de las rutas turísticas de mi placer, o simplemente conociendo infinitos lugares donde podría ir.

Embelesada en mi sueño llegué a Mintur (Ministerio del Poder Popular para el Turismo). «Éste es el lugar, aquí me dirán todo», pensé. Adentrándome pasé convencida de que al fin obtendría lo que quería. Me quedé charlando un buen rato y me enteré de que Caracas sólo cuenta con tres lugares informativos en la ciudad capital. ¡Guao! Tres lugares para cuatro millones de habitantes y peor aún: para un espacio de 1.930 km2.

Ya de camino a mi verdadero destino, pensé en todo lo que me habían explicado: hace doce años existían rutas turísticas, donde elegía cualquier vía para conocer la ciudad e incluso podía «visitar páginas e ir a kioscos informativos». ¿Por qué ya no? Parece que todo es por la típica regla de primero yo y luego tú. «La empresa privada ahora opta por los paquetes de planes, más rentables que las rutas, lo que deja al patrimonio de un lado», me comentaron en el ministerio. Aunque por otro lado, el Estado tampoco brinda muchas opciones, es un verdadero paquete, pues hay que pedir permisos, montar certificados, pagar esto, aquello, en fin, mil cosas más.

Pero, como me dijeron, «No importa si es privado o público, lo que hace falta es deber al servicio». Los caraqueños y los turistas dejamos de lado la opción de conocer Caracas como consecuencia de la inseguridad y de la desinformación. Algún día todo será como mi sueño y conoceré Caracas de punta a punta, y diré: «voy a caminar por Caracas».

Publicado por:
Planta Baja UCAB

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