Nota del editor: ¡Este artículo es una joya periodística del año 1981!, puede ser el titular de un artículo de hoy domingo 30 de Mayo de 2010. Cuando las palabras escritas descubren las verdaderas intenciones de su autor y la mentira los descubre.
Si el actual gobierno dedicase la misma energía, la misma preocupación, el mismo interés, el mismo esfuerzo, el mismo ingenio que a diario emplea en cazar peleas, en buscar camorra, en agredir a los demás, en hacer obra útil, en laborar por el país, tuviéramos, definitivamente, un gran gobierno. De ello no hay la menor duda.
Algunas veces, por varios días, me he dedicado a recortar en la prensa, las alusiones que el Presidente de la República o sus Ministros hacen en forma despectiva contra los opositores, los ataques generalizados en contra del sector económico, las frases despectivas, e, incluso, hasta las ofensas que deslizan, y realmente creo que no existe antecedentes en el país. Contrastando esas actitudes con las de ponderación, diálogo y reflexión, con los anuncios en relación a la obra que efectúa, el saldo a favor de la conducta señalada en primer término es considerable.
Prácticamente en el país nadie queda excluido de la agresividad oficial. Por un lado las instituciones como tal, por el otro las personas, grupos, gremios, etc. ¿Que explica esta conducta?. ¿Cómo es que un hombre que en la oposición, antes de llegar a Miraflores, destacó por su prudencia, amplitud, disposición al diálogo, se ha convertido en el gobernante mas sectario, mas pugnaz que el país ha tenido? Un sicólogo quizá pueda explicar el cambio operado.
En todo caso, lo que conviene señalar es que a medida que la crisis se acentúa, y el fracaso oficial es mayor, también se incrementa la agresividad oficial. Desde este punto de vista lo que sucede sí tiene explicación. Me refiero a que sí tiene explicación política. El gobierno se hunde y como sucede con quienes caen en arenas movedizas, el esfuerzo consiste en chapotear aún mas, lo cual determina un hundimiento mayor.
La polémica de los Ministros de la económia con el banco central tiene ese signo. El signo del fracaso. Porque es realmente ridículo pretender que las cifras dadas por el Presidente del organismo hayan sido manipuladas, cuando todos los venezolanos sabemos que incluso están por debajo de la realidad.
La camorra no da dividendos. Sobre todo a los gobiernos. Ya que los ciudadanos eligen a sus gobernantes no para que promuevan peleas y pierdan el tiempo en menudas confrontaciones, sino para que trabajen para todos.
Revista Bohemia N° 926.
Enero 1981
Columna “Al Derecho y al Reves”
Autor: José Vicente Rangel
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