Por Fernando Pereira
“La sabiduría no estaba en
la cima de la montaña de la universidad, sino allí, en el arenero. Todo lo que
hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo ser lo aprendí en el
jardín de infantes.
Estas son las cosas que
aprendí:
- ·
Compártelo todo
- ·
Juega limpio
- ·
No le peques a la gente
- ·
Vuelve a poner las cosas donde las
encontraste
- ·
Lávate las manos antes de comer
- ·
Sonrójate
- ·
Dibuja, pinta, canta, baila, juega y trabaja
cada día un poco
- ·
Duerme la siesta
- ·
Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el
tráfico
- ·
Tómate de las manos y no te alejes
- ·
Permanece atento a lo maravilloso
- ·
Los peces de colores, los ratones blancos e
incluso la pequeña semilla del vaso, todos mueren y nosotros también
Recuerda una de las primeras
palabras que nos enseñaron: mira
Todo lo que necesitas saber
está allí, en alguna parte. La regla de oro, el amor y la higiene básica. La
ecología y la política, la igualdad y la vida sana
Toma cualquiera de esos
ítems y tradúcelo en términos adultos, sofisticados; aplicados a tu vida
familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo y se mantendrá verdadero,
claro y firme”.
Este maravilloso texto
corresponde a Robert Fulgum; lo comparte como su credo después de alcanzar el
otoño de su vida.
El mundo al revés
Este artículo sale publicado un
día que los niños no estarán en los jardines de infancia, ni escuelas,
liceos (aunque deberían estarlo). Las maestras y familias harán malabares
para explicarles que el carnaval se adelantó.
Cuesta arriba formar en la
construcción de hábitos, el cumplimiento de responsabilidades, el valor del
trabajo, la constancia y el esfuerzo para lograr lo que quieres en la vida.
Los niños y adolescentes
recibirán todo tipo de explicaciones o quizás ninguna: “Maduro decretó adelantar
el carnaval y celebrar la cultura venezolana y ofreció un nuevo bono”.
El mismo Maduro que hace
unas semanas vociferaba en la cocina de la casa que la radio reproducía todo
volumen en una interminable cadena: “Venezuela debe producir todo lo que necesita
y exportar alimentos” “Llamo a la recuperación de la producción” “Llamo a todos
los sectores económicos a producir” “Yo me pondré al frente de la batalla de la
producción”
“Lo que haces habla tan duro
de ti que no escucho lo que dices”
Frase inequívoca de Emerson.
Los niños y adolescentes (y los adultos también) aprenden por el ejemplo; por
lo que ven; por lo que viven.
Nunca antes se han perdido
tantos días de clases por las dificultades con los servicios públicos
(agua, transporte, luz), falta de alimentos, ausencia de docentes; por
elecciones; decreto de nuevos asuetos.
El sentido común indica
que el país necesita trabajar, producir. De la misma manera la vida
laboral vive la misma realidad de inasistencias que se suman a las múltiples
dificultades que tienen a la producción en barrena.
Valorar el trabajo
María Montessori revolucionó
el mundo de la pedagogía con su método que tenía como uno de sus preceptos que
el cerebro de los niños es como una esponja, absorbe todo lo que está a su alrededor.
Madres, padres, maestras,
profesores tienen que hacer un esfuerzo descomunal en los tiempos que vivimos
para que sus hijos, estudiantes, familiares tengan otros referentes. Valorar el
trabajo, esfuerzo, estudio como herramientas para tener el timón de la propia
vida sin hacer caso a cantos de sirenas que ofrecen la vía fácil, sin sudor y
esfuerzo.
No es fácil, el trabajo es
nuestro espacio, en casa, en el aula. No nos podemos paralizar porque mientras
vamos de asueto en asueto el país va de abismo en abismo. Por eso yo no acato
ese asueto porque siendo niño con mis padres aprendí a cumplir mis
responsabilidades.
28-02-19
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