Mariana Sofía García y Mabel Sarmiento G, 07 de abril de 2021
Mariana Sofía García y @mabelsarmiento
La iglesia católica en Venezuela está de fiesta.
Finalmente, el doctor José Gregorio Hernández ascendió a los altares. El
paso definitivo es el acto litúrgico de beatificación que, según la
Arquidiócesis de Caracas, podría realizarse durante el primer trimestre
de 2021. El avance o no de la pandemia definirá con certeza la fecha en la
que los devotos celebrarán unidos en un evento masivo.
“Tenemos mucho por hacer”, aseguró el administrador
apostólico de Caracas, cardenal Baltazar Porras. En efecto, se están preparando
para la ceremonia de exhumación de los restos del Médico de los Pobres que
reposan en la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, en Caracas. Para esto,
los representantes de la iglesia católica prefieren esperar que se levanten las
medidas de protección de la cuarentena a causa de la COVID-19 que se aplican
desde marzo en todo el territorio nacional.
“Queremos que asista mucha gente. Calculamos que será
la segunda semana de octubre. Mientras tanto, como dice el papa Francisco,
tenemos que cuidarnos a nosotros mismos para cuidar a los otros”, adelantó el
cardenal.
Por ahora, la invitación de la Arquidiócesis de
Caracas es unir a sus fieles en una vigilia este 19 y 20 de junio a las 8:00 p.
m. A esa hora, las campanas de todos los templos católicos del país acompañarán
a los venezolanos que, desde sus ventanas y puertas, encenderán una luz y
guindarán la bandera de Venezuela en nombre del doctor José Gregorio
Hernández.
El cardenal Baltazar Porras también convocó a los
católicos a sintonizar por la televisión, radio y redes sociales el sábado 20
de junio a las 10:00 a.m. una misa en acción de gracias por la beatificación,
grabada en la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, a los pies del
beato.
“En este momento de pandemia, recordemos que donde
está un venezolano, está su iglesia. Hagamos eso esta noche y mañana en la
mañana”, afirmó.
Las iglesias seguirán cerradas hasta que las
autoridades sanitarias determinen lo contrario. Sin embargo, Porras pidió a los
sacerdotes de todas las parroquias del país lucir en las puertas un altar con
la figura de José Gregorio Hernández para que los fieles puedan acercarse, en
la medida de lo posible, a rendirle tributo.
Por Venezuela
El cardenal Baltazar Porras no pasó por alto sus
peticiones por el país a partir de la beatificación de José Gregorio Hernández.
“Él es quien nos une. Es ese venezolano que
llevamos en el corazón y que queremos ser como él. Tenemos que seguir sus
huellas”, sostuvo.
A su juicio, esta noticia es un regalo de Dios para
que los venezolanos fortalezcan su fe, y llamó a políticos que dirigen el país
a que en nombre de José Gregorio Hernández reflexionen sobre la crisis
hospitalaria, las carencias en las universidades y los miles de venezolanos
regados en el mundo entero.
Luego de la beatificación, el camino de José Gregorio
Hernández será su canonización. La comisión de la iglesia católica venezolana
que lleva la causa tendrá que documentar un nuevo milagro y presentarlo para su
estudio ante la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano.
El doctor José Gregorio no es el primer venezolano que
llega a los altares católicos. Tres venezolanas ya han recibido la dignidad de
beatas en la Iglesia católica. La madre María de San José, cuyo cuerpo
permanece incorrupto, fue beatificada en Roma por Juan Pablo II en 1995. La
beatificación de la madre Candelaria de San José fue aprobada por el papa
Benedicto XVI y la ceremonia se efectuó en año 2008, en Caracas, al igual que
la madre Carmen Rendiles, beatificada en 2018, con la aprobación del papa
Francisco. José Gregorio Hernández es entonces el primer hombre y el primer
laico venezolano que alcanza esta dignidad en la Iglesia.
"Después de Dios, José Gregorio"
“José Gregorio Hernández ya es beato”. “El laico ya
está en los altares”. Fue la noticia que corrió entre los fieles. Una bendición
para los venezolanos en medio de la pandemia. Después se escucharon los
cohetones y las notas del Himno Nacional. El eco llegaba de los lados de
la plaza La Candelaria, justo donde está la iglesia en la que reposan los
restos del Venerable.
“Estaba en pijama y el estruendo me asombró, luego
vino la calma. En el grupo del edificio pusieron la gran noticia. Me vestí y
bajé corriendo. La emoción que tengo es indescriptible. José Gregorio es mi
milagro, yo soy un milagro de él, él es mi padre. Esto representa una gran
alegría para todos los venezolanos y que justo llegue en este momento, cuando
estamos viviendo situaciones difíciles e inesperadas, es una bendición”, dijo
Yogres Yamín.
Ella se apresuró y entró a la plaza antes de que el
cordón policial fuera más estricto. Llegó hasta las rejas que protegían la
imagen del Venerable. Ahí rezó, se persignó y agradeció.
“Me siento bendecida por él. Mi mamá sacó mi nombre de
las letras del suyo y para mí es un honor. Me ha favorecido mucho, sanó a una
amiga que estaba en coma”, contó antes de que una funcionaria de la Policía
Nacional Bolivariana le dijera que no podía estar en la plaza.
Yamín no opuso resistencia. “Me voy en paz porque
cumplí con él y estoy sumamente feliz”.
La plaza se llenó a eso de las 12:10 m. cuando las
notas del Himno retumbaron en honor al Médico de los pobres, el que asumió la
medicina como un sacerdocio.
Por más de media hora la gente aplaudió y gritó “Viva
José Gregorio”, el santo para muchos, el hombre que también bailó, al que le
gustó la música y el que se confeccionaba su propia ropa.
La zona estaba activa para la hora. Había cola en el
Farmatodo de La Candelaria, las tiendas, las panaderías, todos los comercios
estaban abiertos para el momento en que se dio la noticia. Y así siguió incluso
pasadas las 2:00 p. m., gracias a la flexibilización.
Había gente por todas partes. Se apostaron con
estampitas, con imágenes y rendían honores en silencio, mientras las cornetas
que instaló el personal en la antesala de la iglesia sonaban cada una de las
canciones que músicos colaboradores hicieron para el Beato, nacido en Isnotú el
26 de octubre de 1854 y que concedió la gracia de vida a la niña Yaxury
Solórzano, milagro que lo llevó a los altares.
La avenida Urdaneta colapsó. La presencia de los
policías generó retraso vehicular. Hasta funcionarios de las FAES estaban en el
sitio. Una cuadra entera se llenó de motos de los cuerpos de seguridad.
“No hay cordón, ni piquete que nos impida llegar a él.
Me hubiese gustado estar allá adelante, pero él está aquí conmigo, siempre está
con nosotros”, comentó Dilia Rosa López, quien veía desde uno de los muros la
imagen de más de un metro de altura que se divisaba al otro lado de la plaza.
Pequeña figura, con traje negro y sombrero, que
representa la grandeza de un hombre que tenía pensamientos como: “Esta paz
interior de la que disfruto, la debo a la Religión Santa que recibí de mis
padres”, el mismo que en tres ocasiones se ordenó para ser sacerdote y que antes
de ir a visitar a los enfermos escuchaba toda la misa de rodillas.
“José Gregorio es todo para mí. Después de él, Dios.
Sanó a mi hijo hace cinco años quien, luego de una golpiza terrible, se estaba
muriendo en el hospital de Lídice. Durante ocho días le pedí por su sanación y
me cumplió. Todos los día le pido por mi otro hijo que es esquizofrénico, nadie
sabe lo que sufre una madre, por eso me refugio en José Gregorio Hernández”,
expresó María Carmona, paisana del Beato.
Ella también es de Isnotú, al igual que Ángel Barrios,
otro devoto que se quedó parado tranquilo en una esquina mientras despejaban la
plaza y aprovechó luego la calma para ir a agradecerle al beato un poco más
cerca.
“Somos paisanos. Hace poco cumplí 72 años y desde que
me conozco siempre le he tenido fe. Él me curó una pierna y luego fui a
llevarle una réplica de una pierna hecha en plata”.
Barrios viajó hasta el santuario del médico allá en
Isnotú, el hombre que inició la medicina experimental, estudió en París y hasta
solicitó recursos a EE. UU. para actualizar su laboratorio.
Los transeúntes grababan, tomaban fotos de la sola
imagen que colgaba en la fachada de la iglesia. Una gigantografía que mostraba
al beato. “Ahora sí se pueden tener imágenes de él en las iglesias, ahora sí
podemos ofrecer misas en su nombre”, dijo Carmen Izaguirre, fiel devota. “Yo
fui disciplinada y siempre le oré”, recalcó.
Poco a poco la plaza se quedó vacía. Solo con los
policías que desfilaban con sus escudos y chalecos. Pero Charles José Fariska
parecía invisible ante ellos.
Estaba parado justo frente de la imagen. Por más de 20
minutos estuvo ahí, firme, en silencio, entregado a la oración. Y justo cuando
terminó de hacer la cruz con sus dedos sobre su pecho, dos funcionarios se le
acercaron y le informaron que debía retirarse.
Su rostro, al igual que el de la señora Yamín, estaba
sereno y no mostraba inconformidad por el desalojo apresurado. “Creo que José
Gregorio me dio el tiempo justo para estar con él. Estuve un buen rato ahí y
nadie interrumpió mi conversación con él. Uno siente como una gracia y me voy
satisfecho, pues pensé que no me iban a dejar pasar”.
Cuando Charles José llegó el paso estaba restringido,
pero él cruzó el contingente policial sin problemas. “Mi mamá me llamó y me dio
la noticia, salí del trabajo y vine antes de irme para La Guaira. Porque él ha
sanado a toda mi familia”.
La devoción y el agradecimiento son dos cosas que van
juntas en las palabras de quienes veneran al hijo predilecto de Isnotú.
El médico de los pobres
Muchos son los milagros que los venezolanos y gente de
otros países le acreditan.
Sin embargo, la Vicepostulación venezolana de la causa
de beatificación del doctor José Gregorio Hernández presentó dos presuntos
milagros que fueron estudiados, uno en 1986 y otro en el año 2009.
Pero no cumplieron las exigencias requeridas por esa
instancia de la Santa Sede. Hasta enero de 2019, cuando se elevó ante la
congregación un expediente que contiene pruebas médicas y teológicas del caso
ocurrido en el estado Guárico con la niña Yaxury Solórzano Ortega, quien cuando
tenía 10 años recibió un disparo en la cabeza y fue intervenida
quirúrgicamente. Después de que se diagnosticara con pronóstico reservado, la
pequeña sanó. Ese es el tercer milagro y el que fue aprobado por el Vaticano
para ascender al Venerable a beato.
Ahora es el cuarto en Venezuela, junto con la Madre
María de San José, la Madre Candelaria de San José y Carmen Rendiles, quienes
lo acompañan en las alturas.
Y, entretanto, en Isnotú, donde reposan todas sus cosas
personales, sus camas, sus ropas y utensilios, la algarabía minó cada casa del
pueblo.
El padre Magdaleno Álvarez, quien habló en nombre de
toda la diócesis de Trujillo y con una emoción controlada, contó que ya tienen
una programación, la tenían incluso por los 101 años del fallecimiento de José
Gregorio que se conmemoran el próximo 29 de junio.
Esas actividades comenzarán el día 25, y serían a
través de los medios y las redes sociales por el tema de la pandemia.
A diferencia de otros años, Isnotú no tendrá la visita
masiva en el santuario, que aunque no está cerrado, se evitan las
concentraciones e incluso las peregrinaciones religiosas debido a la
cuarentena.
Pero con la noticia, que esperaban con ansias, las
campanas sonarán como sinónimo de fiesta todos los días.
Además se darán misas cerradas, procesiones
controladas y, algo que aprovechó el presbítero, la ocasión es propicia para
que se acuerden un poco de la región que sucumbe ante la crisis de los
servicios públicos, de combustible y de alimentos.
De hecho, Ángel Barrios, seguidor de la causa nacido
en esa tierra, cuando se despedía de José Gregorio Hernández en la plaza de La
Candelaria abogó por Venezuela y, en especial, por su pueblo, a donde no ha
podido ir por los problemas del transporte.
Esta beatificación llega en momentos álgidos en el
país, no solo por la pandemia, sino por la situación de crisis generada por la
emergencia humanitaria.
“Pero es un hecho de esperanza, de paz, de
tranquilidad. José Gregorio es Venezuela. Lo veneran de un bando y del otro. Es
una cuestión de fe. Ya celebraremos como debe ser esta gran noticia”, dijo el
padre Gregory Lobo, vicario de la iglesia de La Candelaria donde reposan los
restos del doctor José Gregorio Hernández, el laico en los altares.
El milagro que lo llevó al altar
Mabel
Sarmiento G.
Cuando se contaban 43 días de cuarentena los
venezolanos recibieron una grata noticia: la Comisión Teológica, integrada por
siete expertos, aprobaba
por unanimidad el milagro del Venerable doctor José Gregorio
Hernández.
Comisión teológica aprueba por unanimidad el milagro
del Venerable Siervo de Dios, Doctor José Gregorio Hernández Cisneros. Solo
falta la Plenaria de Cardenales y la aprobación del Papa Francisco, para su
beatificación. ¡La Iglesia en Venezuela se regocija en el Señor! pic.twitter.com/InVnYCezNb
— Conferencia Episcopal Venezolana CEV (@CEVmedios) April
27, 2020
Ya en enero de este año, el camino para la
beatificación estaba abonado, pues la comisión médica de la Congregación de los
Santos, con sede en Roma, que analizó el presunto milagro atribuible al médico
de los pobres, le había dado el visto bueno.
En esa oportunidad monseñor Tulio Ramírez Padilla,
obispo auxiliar de Caracas, dijo que se “superó en modo exitoso”, al referirse
a esa instancia.
José Gregorio Hernández, médico venezolano fallecido
en olor de santidad el 29 de junio de 1919, fue nombrado Venerable en 1986 por
el papa Juan Pablo II, por sus virtudes heroicas.
El milagro aprobado por intercesión es el de la
niña Yaxury Solórzano, ocurrido el 10 de marzo de 2017, cuando
tenía 10 años de edad. Ella y su padre fueron interceptados por delincuentes,
en el caserío Mangas Coveras del estado Guárico, para robarles la moto. Les
dispararon y una bala alcanzó a Yaxury en la cabeza y la dejó gravemente
herida.
El pronóstico del neurocirujano era reservado, pues la
niña quedaría con discapacidad severa, pero su madre pidió la intercesión del
Venerable. A los cuatro días de la operación, Yaxury empezó a reaccionar bien y
a los veinte días estaba completamente sana.
“Con inmensa alegría en medio de esta pandemia
recibimos buenas noticias. La labor cercana de la Iglesia a nivel universal y
local sigue presente para darnos la fuerza de la esperanza que transforma la
muerte en resurrección. Nos acaba de llegar la comunicación de la Congregación
de la Causa de los Santos en la que se da un paso más en el proceso de
beatificación del Venerable Dr. José Gregorio Hernández”, expresó Baltazar
Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de
Caracas, en un comunicado de fecha 27 de abril.
“Recibimos esta buena nueva como una gracia de lo alto
que nos anima a seguir en oración para impetrar que nuestro venerable médico
sea elevado a los altares, y a continuar pidiendo por su intercesión la
superación de situaciones adversas en la salud física y espiritual como la
petición para que pronto cese la pandemia que
azota al mundo entero”, destacó el prelado.
En la comunicación hace referencia atinada al hecho de
que el doctor José Gregorio, hace 102 años, en compañía de otros prominentes
médicos venezolanos dieron lo mejor de sí en la atención a los enfermos que
atravesaron la epidemia de la gripe española, que causó estragos en el mundo
entero.
“A la pericia sanitaria se unió la férrea voluntad de
servir a los apestados y a denunciar las fallas del sistema sanitario de
entonces. Qué mejor ejemplo para seguir sus huellas e imitar su conducta en
medio del COVID-19. Continuemos en oración sincera y en compromiso real en cada
una de nuestras comunidades, sirviendo al bien común”.
El próximo paso, explica el cardenal Porras, es la
Plenaria de Cardenales y Obispos, para que el Papa apruebe del médico de los
pobres lo que tanto esperan todos los devotos venezolanos y de otras tierras:
un milagro para Venezuela. Este 19 de junio el papa Francisco dio el sí.
“Les recuerdo siempre, ¡José Gregorio Hernández va por
muy buen camino!”, dijo el arzobispo en su momento.
“Esta paz interior de la que disfruto, la debo a la
religión santa que recibí de mis padres”
“Siempre estuve movido por el deseo de ser útil a la
juventud estudiosa de nuestro país”
“No conocemos la esencia de la vida, sino sus
manifestaciones, de las cuales solo apreciamos las exteriores. Ellas nos
revelan la vida”
“El alma venezolana es esencialmente apasionada por la
filosofía. Las cuestiones filosóficas la conmueven hondamente y está deseosa
siempre de dar solución a los grandes problemas”
—José Gregorio Hernández
El hombre que demostró que la ciencia y la religión
son compatibles
Mabel
Sarmiento G.
En los carritos por puesto, en las fruterías,
zapaterías, en las billeteras, en los comedores de las casas… en todos lados
hay una estampita del doctor José Gregorio Hernández, el hombre que demostró
que la ciencia y la religión son compatibles.
Dice Laura Zambrano, de la Causa de Beatificación del
doctor José Gregorio Hernández, que el médico, de cuya muerte se cumplen 102
años el próximo 29 de junio, está entre los venezolanos con más arraigo
popular, no solo en Venezuela, su tierra natal, sino en otras latitudes del
mundo.
Quién iba a pensar que incluso en Tailandia, en Líbano
y hasta en las Antillas Holandesas, los pasos del Venerable son conocidos,
admirados y necesitados.
La Causa que lleva registro de los testimonios donde
ha estado presente el Médico de los pobres tiene en sus estadísticas que entre
2006 y 2018 se recibieron 2214 testimonios de personas que dicen —en su
mayoría— haber recibido favores de José Gregorio Hernández. De esos, 665 son de
personas extranjeras.
De Colombia se han recibido 84, de España 15, de
Ecuador 13, de Estados Unidos 10. Hay correos que llegaron de Portugal,
Alemania, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Chile, Francia,
Líbano, Tailandia y de otros lugares que no se contabilizaron con sus lugares
de origen.
Un hombre ejemplar
Pues sí, el ciudadano ejemplar no solo llegó a Roma
cuando el arzobispo de Caracas, Lucas Guillermo Castillo, en 1949, inició su
causa de beatificación. O cuando en 1986 el papa san Juan Pablo II marcó un
hito importante en ese largo proceso, al declarar que José Gregorio practicó
las virtudes en grado heroico, es decir, vivió una existencia de entrega a Dios
en camino a la santidad y, por tanto, lo declaró Venerable y lo elevó a los
cielos.
“Goyo”, como lo llaman popularmente, tiene alcance en
otras latitudes. No obstante, para que sea beatificado se requiere comprobar,
ante la Congregación para las Causas de los Santos en Roma, que se ha dado una
curación médicamente inexplicable por medios naturales, completa e instantánea.
Este hecho extraordinario debe estar precedido por la
oración familiar y comunitaria a Jesucristo por intercesión de José Gregorio.
Laura Zambrano lo dice en palabras más sencillas:
tienen que ser varias personas las que oren y pidan a JGH esa sanación, “que lo
haga una persona individualmente no sirve para tales efectos”.
Ni sueños ni visiones sirven como prueba para los
presuntos milagros. Es importante que ese milagro sea instantáneo, total y
permanente, constatado con diagnósticos precisos”, recalcó.
Camino recorrido
Los devotos esperaban que el Siervo de Dios fuera
considerado el cuarto beato venezolano, después de la Madre María de San José
(1995), Madre Candelaria de San José (2008) y la Madre Carmen Rendiles Martínez
(2018).
A diario su nicho es muy concurrido. Está ubicado en
la iglesia La Candelaria, donde reposan sus restos desde 1975. Estos fueron
trasladados desde el Cementerio del Sur, donde habían sido enterrados al
momento de su muerte, el 29 de junio de 1919. Entre 10 y 20 personas pasan en
un lapso de media hora. Mientras esté abierta la iglesia los seguidores no
dejan de asistir. Narciza León, una de sus fieles, va seguido. Se para frente
al vidrio y agradece por los favores recibidos.
Una trombosis le estaba estrangulando una de sus
piernas. El diagnóstico era de operación y sanó en un tiempo perentorio. Lo
atribuye a la intermediación de Goyo. Su testimonio lo conoce solo él, a quien
le ora a diario.
Otros tantos pasan por la oficina donde está la Causa.
«Con mucha emoción vienen a contar y nosotros los escuchamos con mucho consuelo
y atención, pues si no son casos de posibles milagros, todos sirven para el
testimonial histórico de la vida y obra de José Gregorio».
Tres posibles milagros llegaron a Roma: uno de 1986,
otro de 2009 y uno de 2019. Los investigadores no están para que se logre su
beatificación, aunque eso plenaría de gozo a muchos. De los más de 2000 que
llevan en las estadísticas, dijo Zambrano que solo 10 % de los casos son
llevados a estudios y de esos, 3 % son posibles milagros. Este 19 de
junio el papa Francisco dio el sí para la beatificación de José Gregorio
Hernández luego de que se aprobara el milagro obrado en la niña Yaxury
Solórzano en 2019.
Un hombre común y corriente
Sabemos que José Gregorio Hernández, el Médico de los
pobres, se distinguió por su fe inquebrantable en Jesucristo y en su iglesia.
Se habla en todo tipo de textos y material documental audiovisual de su humanidad
y sencillez. Y se le describe como un hombre común y corriente.
El día de su muerte, el 29 de junio de 1919, el pueblo
lo reclamó. Se cuenta que en la plaza Bolívar había más de 30.000 personas.
Gritaban “el doctor Hernández es nuestro”, y lo llevaron en hombros el 30 de
junio hasta el Cementerio Municipal del Sur. Llegaron a las 9:00 p. m. Ese fue
un día de duelo no decretado y eso hablaba mucho de su fama de santidad.
Pero JGH fue, en medio de toda esa vida extraordinaria
y ejemplar, un hombre corriente, al que le gustaba bailar y asistir a las
retretas de la plaza Bolívar.
Incluso fumó cigarrillos los últimos años de su vida,
según cuenta en su libro el médico Miguel Yáber Pérez, estudioso además de la
vida del Siervo de Dios y quien lo describe como un hombre crítico que
enjuiciaba con gran caridad las situaciones y conductas desacertadas de la
época.
También amanecía en las fiestas, como contó Omer
Quiaragua, licenciado en Letras, guionista y productor de cine y TV (fue
guionista de la serie El Venerable). “Era un hombre bien presentable, le
gustaba recrearse y tocaba piano con unas amigas, una de ellas la hermana mayor
de su amigo, Aníbal Dominici”, de quien se decía estaba enamorada de él.
“A José Gregorio se le despertó la atracción por el
sexo opuesto como a cualquier joven normal y corriente de su época. Sus
contemporáneas femeninas lo describían como un joven muy apuesto, educado,
inteligente y con un excelente estilo al bailar. En su juventud, cuando
realizaba su educación secundaria, se enamoró de una joven. No fue
correspondido y dicen que ese fue su primer desencanto amoroso”, refiere el
biógrafo Alfredo Gómez Bolívar.
En realidad, JGH no se casó porque su padre murió
dejando una familia formada por una madrastra y seis hermanos muy jóvenes de
los que él se hizo cargo. Se los trajo a todos a Caracas y procuró brindarles
un futuro mejor.
JGH no se trasladaba en carro cuando iba a ver a los
enfermos. Solo fue obligado a usarlo durante la época en la que la peste azotó
a la ciudad. Así podía abarcar a mayor número de enfermos.
“Le gustaba tomar aguamiel, una bebida andina, y comer
hallacas; de hecho, las mandaba a hacer en Navidad para su familia”, contó
Laura Zambrano, miembro de la Causa de Beatificación del Doctor José Gregorio
Hernández.
Alfredo Gómez matizó que José Gregorio Hernández
creció en un hogar que era verdaderamente una “iglesia doméstica”, y escuela de
formación de esa vida equilibrada, austera y fructuosa que conocen los
venezolanos. “Heredó de su mamá un sereno fervor religioso, la facilidad para
acercarse a Dios, y la inclinación de socorrer a los pobres”.
El pionero en la transformación de los estudios
médicos
«Una vez mi hijo estaba muy enfermo. Yo escribía un
guion y no podía concentrarme con la angustia. Me desesperé y lloré. Le reclamé
muy fuerte a José Gregorio Hernández. Le pregunté qué pasaba pues, que no metía
sus manos. Recuerdo que lo hice muy fuerte y creo que me escuchó, porque mi
niño esa noche fue sanando y luego no enfermó más. Es la segunda vez que recibo
un favor suyo. También intercedió por mí cuando era pequeño, por eso mi mamá me
llamó Omer José Gregorio».
Testimonios abundan de las veces que sanó una afección
con solo tocar al paciente en su época. Luego de fallecido, la gente sueña con
él, se lo imagina operándolos, sienten que los visita en el cuarto.
A “Goyo” le suscriben curaciones físicas, del alma,
hasta el hecho de conseguir una casa, una familia, una pareja. Y de eso sabe
Laura Zambrano, integrante de la Causa de Beatificación de José Gregorio
Hernández, el médico de los pobres.
“Nosotros escuchamos todas las historias, pues son
testimonios que ayudan a la causa. Son favores”.
Los médicos se refieren a él como el eminente
científico. Los pacientes con extrema devoción. En las camas del hospital
Vargas, donde se instaló su primer laboratorio, no falta una estampita con su
imagen.
José Gregorio Hernández, el pionero
El Venerable José Gregorio Hernández murió un 29 de
junio de 1919. Ese mismo día, pero 31 años antes, recibió con mención
sobresaliente su título de médico, una profesión que ejerció con sentido de
servicio al bien común y al país, pues fue el pionero de los estudios médicos.
¿Casual o no? Graduarse y morir en la misma fecha será
tema para otro día. Aquí toca resaltar la vida científica con dedicación del
médico de los pobres.
Goyo, como le dicen los venezolanos, estudió medicina
por recomendación de su padre. Aunque desde niño, tal como lo cita el doctor
Miguel Pérez Yáber en su texto José Gregorio Hernández, Hombre de Dios,
Siervo de los enfermos, tuvo atracción por la música. Desde joven recibió
clases de piano, instrumento que llegó a dominar con facilidad.
Deseaba ser abogado, para administrar justicia, pero
siguió las recomendaciones de su padre: ayudar a los que sufren.
En 1882 se graduó de bachiller en Filosofía. Ese mismo
año ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para cursar estudios de
Ciencias Médicas.
En la iglesia María Madre de la Iglesia en El Marqués
hay un minimuseo de piezas usadas por José Gregorio Hernández.
“Le prometo, papá, que seré médico”. Entró con ese
firme propósito y a los 23 años de edad se graduó. Hablaba latín, francés,
alemán e inglés.
De José Gregorio se dice que fue el que primero hizo
los diagnósticos científicos. Su producción en ese campo incluye: lecciones de
bacteriología y elementos de bacteriología; estudios de filosofía; de la
doctrina de Laennec; investigación sobre la angina de pecho de naturaleza
palúdica, sobre el número de glóbulos rojos. Simplemente, escribió Yáber, era
un conocedor profundo de los medios de exploración y un experto en la
interpretación de los exámenes de laboratorio.
En las extensas biografías se documenta que veía a los
pacientes de pie y que se cruzaba los brazos sobre el pecho.
A él se le debe la llegada del primer laboratorio de
Fisiología Experimental, con lo cual se crearon las cátedras de Histología
Normal, Patología y Bacteriología, esta última la primera fundada en América
Latina.
Su última lección en el hospital Vargas fue sobre la
lepra o enfermedad de Hansen, luego sus pasos se detuvieron en la esquina
Amador, en la parroquia La Pastora.
Ese 29 de junio de 1919 se dirigía a comprar unas
medicinas para un paciente y fue golpeado por un carro que conducía Fernando
Bustamante, un mediano empresario próspero para la época que tenía una cadena
de tiendas llamada Ópticas Bustamante.
El santo del pueblo
JGH fue reclamado por el pueblo y fue llamado santo
por sus propios colegas, no solo por su personalidad científica, sino también
por su ejemplar ciudadanía.
Por eso y muchos atributos Luis Razetti lo escoge para
«normar» la salud en Venezuela y se convierte así en uno de los 35 fundadores
de la Academia Nacional de Medicina.
En 1908 renunció a su membresía para incorporarse a la
Orden de los Cartujos.
“Era sumamente religioso, no era solo en la iglesia,
también profesaba fuera de ella. Eso lo cultivó de su mamá quien le inculcó
humildad y quien hizo de su casa una verdadera iglesia doméstica”, dijo Omer
Quiaragua, licenciado en Letras, guionista y productor de cine y TV (fue
guionista de la serie El Venerable).
Se incorporó a la vida religiosa formalmente. Quiso
seguir cursos en el Seminario Metropolitano y así obtener las sagradas órdenes
en 1909.
Al poco tiempo, el consejo del señor arzobispo era que
José Gregorio continuara su vida ejemplar ciudadana. Así volvió a la vida
seglar y retornó a la universidad, sin separarse de la fe en Dios, hasta el día
de su muerte. Se cumplirán 102 años de ese evento y los venezolanos lo
celebrarán con la noticia de su beatificación, aprobada este 19 de junio por el
papa Francisco.
El laico que se volvió santo
La vida y obra del doctor José Gregorio Hernández se
conoce en todos los rincones y, tal vez, para los creyentes católicos, eso es
suficiente para hablar de su santidad. Llamarlo el Médico de los pobres y el
Siervo de Dios lo eleva informalmente a los altares. No obstante, ya el
Vaticano ha dado el visto bueno este 19 de junio, y Goyo -como también lo
llaman sus fieles- se convertirá en el primer laico venezolano en ocupar ese
puesto celestial, después de 70 años de que la curia arzobispal de Caracas
iniciara la Causa de Beatificación.
Laura Zambrano, integrante de la Causa desde hace
nueve años, da cuenta de tres posibles milagros acreditados a JGH. De esos
tres, dos fueron estudiados, uno en 1986 y el otro en 2009. Al parecer no
cumplieron las exigencias requeridas por la Congregación para ser reconocidos
como auténticos milagros.
Zambrano explica que para que una curación sea
admitida, es absolutamente necesario que sea instantánea y total, no explicable
desde el punto de vista médico.
Además, es necesario que los allegados al enfermo
hayan invocado expresamente la intercesión del Venerable José Gregorio
Hernández.
El tercer caso fue presentado por la iglesia católica
venezolana ante el Vaticano en enero de 2019. El expediente trata el presunto
milagro a la niña Yaxury Solorzano Ortega, de 12 años de edad.
La niña recibió un impacto de bala en la cabeza y su
pronóstico era reservado.
El informe dice que Yaxury se curó totalmente, de
manera inexplicable, por causas naturales.
Los pasos recorridos
A José Gregorio Hernández la Santa Sede lo declaró
Siervo de Dios en 1972, (que es el primer paso para que una persona sea
candidata a venerable), y en 1975 sus restos fueron exhumados del Cementerio
General del Sur y trasladados a la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria de
Caracas, donde actualmente recibe numerosas visitas.
El 15 de enero de 1986 el papa Juan Pablo II elevó a
José Gregorio Hernández a la categoría Venerable, por su ciudadanía heroica y
sus celestiales virtudes. Ese estatus lo puso a un paso de la beatificación,
acontecimiento que celebran sus fieles este 19 de junio de 2020 luego de que el
papa Francisco diera el sí para la causa.
Tomado de: https://cronica.uno/jose-gregorio-hernandez-el-laico-que-llego-los-altares/
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