Gonzalo González 28 de abril de 2021
Es
imperativo comenzar el artículo comentando dos asuntos de interés nacional que
justifican las dos digresiones iniciales.
Estamos
prácticamente en mayo, casi en la mitad del 2021 sin que se tenga información
oficial sobre plan de vacunación alguno para combatir el covid-19. Situación
que refuerza el criterio, ampliamente compartido, de que el régimen utiliza la
pandemia para apuntalar su esquema de dominación a despecho del derecho a la
vida y a la salud de los venezolanos.
Estamos
absolutamente desprotegidos respecto del virus. De no cambiar drástica y
rápidamente la actitud indolente y sectaria del gobierno chavista la perspectiva
apunta hacia una mortandad sin precedentes. Es necesario que el país nacional
presione con fuerza para obligar al oficialismo a cambiar de actitud.
Aprovecho
esta tribuna para expresar mi contundente solidaridad con El Nacional;
institución que es patrimonio cultural de la sociedad venezolana por su
trayectoria, calidad, posicionamiento, consecuencia y defensa de los valores y
avances civilizatorios conquistados por la sociedad venezolana. Avances, por
cierto, en proceso de remisión desde que el chavismo llegó al poder.
La
principal carencia de las fuerzas democráticas en su ya larga lucha contra el
proyecto de dominación chavista ha sido, sin duda alguna, la incapacidad de
construir una coalición unitaria sólida, coherente, sustentable. Incluso el más
exitoso de los esfuerzos unitarios: la MUD, en la práctica comenzó a sucumbir
apenas logrado su objetivo debido a las diferencias estratégicas y tácticas
entre sus principales integrantes así como por la primacía de los intereses
grupales y personales.
Construir
una coalición superadora de las limitaciones y carencias de sus antecesoras es
hoy, más que nunca, una necesidad para el país y las fuerzas democráticas, un
requisito indispensable a cumplir para resistir con posibilidades de éxito al
régimen y generar la masa crítica necesaria para sacarlo del poder.
Para
lograr el objetivo arriba señalado es necesario cumplir con los siguientes
requerimientos:
Los
actores políticos democráticos tienen que, sinceramente, privilegiar los
intereses generales de la unidad a los suyos (grupales o personales). Construir
confianza entre los interlocutores e integrantes de la coalición, generar
sinergia y espíritu de cuerpo.
Entender
que la acción política no agota ni se resume en lo electoral, incluso si lo que
se busca es resolver la crisis mediante el voto de la ciudadanía.
Acordar
un objetivo claro, movilizador, realista que interprete las ansias de cambio de
la mayoría social.
Es
clave hacer una acertada caracterización del régimen que se adversa, un
diagnóstico realista del momento político, de la correlación de fuerzas,
fortalezas y debilidades propias y del adversario.
La
coalición debe ser la expresión unitaria de la mayor cantidad y diversidad de
fuerzas que resisten al proyecto chavista. Privilegiando al respecto lo que se
comparte sobre lo que se diverge, procurando que lo primero se preserve e
incremente.
En
cuanto a la estrategia, lo conveniente es la resistencia pacífica basada en
promover y auspiciar todo aquello que debilite a la dictadura, que resquebraje la
unidad del oficialismo, comprometa la gobernabilidad, facilite la convergencia
entre las aspiraciones de cambio político y las demandas socio económicas de la
población. Y la táctica, como parece recomendar una estrategia como la arriba
recomendada, debe ser flexible acorde a circunstancias, escenarios y
condiciones seguramente cambiantes.
Como
el conflicto venezolano está internacionalizado es necesario trabajar intensa y
coordinadamente con los aliados de la comunidad internacional democrática para
que el tema venezolano siempre esté en la palestra y para que la presión
internacional por el cambio en Venezuela sea consensuada, coordinada y en
aumento por parte de los actores internacionales.
La
coalición debe consensuar un relato, una narrativa sobre el conflicto
venezolano – asunto que ha sido otra de las carencias del campo democrático –.
Y, en consecuencia, construir un aparato comunicacional eficaz y potente para
difundir aquí y en el exterior nuestra política.
La
coalición debe tener una dirección política fuerte y representativa, capaz de
conducir en un entorno complicado debido a la condición dictatorial del régimen
y todo lo que ello significa. Por tanto, debe dotarse de reglas claras de
funcionamiento que faciliten la toma de decisiones, fortalezcan la cohesión y
disminuyan las fuerzas centrifugas presentes en toda agrupación de fuerzas y
sectores diferentes.
No
pretendo con estas notas presentar una receta infalible, tampoco agotar el
tema. Sí llamar la atención sobre la urgencia y pertinencia de la presencia
activa de una unidad democrática renovada.
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