Carolina Gómez-Ávila 29 de agosto de 2021
La
estructura en el poder, con la colaboración de algunos empresarios y medios,
está trabajando en la adaptación de la población a una nueva percepción de su
realidad, una nueva lectura según otros códigos. Veamos un caso.
El Observatorio Venezolano de
Conflictividad Social1 registró 671 protestas
durante el mes de julio de 2021, en promedio casi 22 diarias. Dos tercios de
ellas —442, para ser exactos— se relacionaron con asuntos económicos, sociales,
culturales y ambientales; allí entran los reclamos por salario, servicios
básicos, combustible, internet, aguas servidas, alumbrado público y vialidad.
El otro tercio —un total de 229— tuvieron relación con los derechos civiles y
políticos, destacándose las que iban a favor o en contra de las votaciones
pautadas para noviembre.
Una
mirada al bosque, según la misma fuente: en 2017 se registraron 9787 protestas;
en 2018, 12715; en 2019, 16739; en 2020, 9633 y en los primeros siete meses de
2021, 4064. Sí, a pesar de la sangrienta represión, las protestas aumentaron de
manera sostenida entre 2017 y 2019 y decrecieron a casi la mitad en 2020 y
2021.
Digamos
que si usted está fuera del país o viviendo su propia burbuja de bienestar
podría concluir que esta caída abrupta sucedió porque también se redujeron los
motivos para protestar.
Eso
significaría que usted considera que el salario básico de la mitad de la
población le alcanza para que no le apetezca quejarse, que los servicios de
distribución de combustible, electricidad, agua potable e internet se han
regularizado, que las aguas servidas, el alumbrado público y la vialidad han
mejorado en las zonas donde se concentran más habitantes y que los planes de
mantenimiento y contingencia les permiten estar a salvo ante imprevistos.
En
resumen, digamos que usted olvidó que 2020 y 2021 han estado signados por la
pandemia; que desestima los costos físicos, económicos y emocionales de la
enfermedad, el duelo y el temor a todo ello, como razones para que se haya
reducido la asistencia a las protestas.
O
digamos que usted quiere ocultar que la incompetencia planificada por la cúpula
en el poder, su discriminación y latrocinio, tendrían la curva de protestas en
aumento exponencial mes a mes.
Este
trabajo de ocultamiento, silenciamiento y focalización del interés de la
opinión pública en asuntos que se dejen torcer para presentarse como mejoras en
la calidad de vida, tiene un fin inmediato: hacerle sentir que todo está
regresando —inevitablemente y a pesar de su sufrimiento— a la normalidad y que,
por lo tanto, debe adaptarse a la tendencia mayoritaria. Desde ahí, lo normal
sería que usted participe en las votaciones amañadas por venir.
Espero
que estas líneas lo asomen al marco de referencia que usa para evaluar sus
decisiones políticas. Si su cotidianidad parece ignorada por la mayoría, no se
trata de negar su cotidianidad. Si su solicitud de justas reivindicaciones no
es atendida por quienes ocupan el gobierno central, tampoco será atendida por
amancebados gobiernos regionales. Las formas de protestar deberán ser
reestructuradas antes de que usted decida adaptarse a la bota que aprieta su
cuello con menos resistencia, gracias a la pandemia.
1Todos
los datos numéricos utilizados en este artículo fueron tomados del Observatorio
Venezolano de Conflictividad Social y están disponibles en su sitio web
Carolina
Gómez-Ávila
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